Este texto está escrito en Madrid, por lo que muchas de las descripciones y reflexiones pueden no ajustarse a la realidad de otras localidades, especialmente dada la heterogeneidad del movimiento 15M. Aun así, pensamos que puede resultar útil como punto de partida para la reflexión a todos los compañerxs que se están implicando en las asambleas, independientemente del sitio. El texto ha sido redactado y corregido precipitadamente para que estuviese disponible antes de la convocatoria de asambleas de barrios y pueblos del 28 de mayo. Tenedlo en cuenta a la hora de leerlo y disculpad las meteduras de pata que pueda tener.
0. Unas palabras para empezar…
0. Unas palabras para empezar…
Dejemos
las cosas claras. Lxs que firmamos este texto somos anarquistas,
comunistas antiautoritarios, anticapitalistas o la etiqueta que más os
guste. Es decir, estamos por la abolición del trabajo asalariado y el
capital, la destrucción del estado y su sustitución por nuevas formas
horizontales y fraternales de vivir en común. Creemos que los medios
para conseguirlo deben ser lo más coherentes posible con los fines que
buscan y, por tanto, estamos contra la participación en instituciones,
contra los partidos políticos (parlamentarios o no) y las organizaciones
jerárquicas, y apostamos por una política basada en el asamblearismo,
la solidaridad, el apoyo mutuo, la acción directa, etc. Porque estamos
convencidos que estos medios son los más eficaces para llevarnos a la
revolución. Si decimos esto es para eliminar cualquier suspicacia y
marcar las líneas sobre las que queremos que se mueva esta contribución.
Ahora bien, el que estemos por una revolución social que destruya el
capitalismo, el estado y que suponga la abolición de las clases sociales
(y de tantas otras cosas), no significa que pensemos que esto puede
ocurrir a corto plazo, de la noche a la mañana. Lo que hemos planteado
aquí son fines, es decir, situaciones a las que, con suerte, llegaremos
tras un largo recorrido y un desarrollo considerable del movimiento
revolucionario. Pensar lo contrario no es que sea utópico, es un
ejercicio de delirio y ensoñación inmediatista. Un planteamiento
revolucionario debe plasmarse en una estrategia a corto plazo, en una
serie de propuestas para intervenir en la realidad que nos acerquen a
situaciones en las que estén en juego cuestiones como la abolición del
trabajo asalariado, la instauración del comunismo libertario, la
revolución social… cuestiones que hoy en día, obviamente, no están, ni
de lejos, sobre la mesa. Esta intervención no puede limitarse a repetir
machaconamente la rabiosa necesidad de revolución y de abolir el estado
y el capital. Ser anarquista no significa ser un chapas que persigue a
los demás repitiendo una y otra vez lo malo que es el estado y lo buena
que es la anarquía. Y sin embargo, a raíz del movimiento 15-M, en los
últimos días hemos leído por internet textos y comentarios cercanos al
delirio inmediatista y, lo que es peor, hemos oído de compañerxs y
amigxs posiciones que resbalan hacia el abismo del anarco-chapismo, que,
con toda su buena intención, se atrapan en el maximalismo de las
consignas grandiosas, de las propuestas a largo plazo, etc. Sabemos bien
de lo que hablamos, todxs nosotrxs hemos estado en dichas situaciones
y, lo que es peor, hemos contribuido en muchas ocasiones a su extensión.
Dejemos claro también que este texto tiene tanto de crítica como de
autocrítica, y que nos sirve, ante todo, para tratar de no caer nosotrxs
mismxs también en dichas trampas. Para ir acabando, hay que tener en
cuenta que este texto ha sido escrito deprisa y corriendo, al ritmo que
marcan los acontecimientos, con el objetivo de que saliese antes del día
28, cuando se han convocado las Asambleas Populares en diferentes
barrios y pueblos de Madrid, así que no os extrañe que en algunos puntos
se note la precipitación y la urgencia. No damos para más.
En resumen, este texto pretende ser una reflexión y una propuesta para romper con el impasse
en el que hemos estado anclados mucho tiempo, para deshacernos de
lastres que muchxs arrastramos y nos inmovilizan. Es, en el fondo, una
reflexión para intentar aclararnos en qué manera podemos aportar y
participar en lo que ocurre a nuestro alrededor.
- 1. El Movimiento 15-M: coordenadas básicas
Y
lo que ocurre a nuestro alrededor es, obviamente, el llamado movimiento
15-M, que en la última semana ha irrumpido como un elefante en la
cacharrería en la política nacional. Nos guste o no, y lo queramos o no,
el movimiento 15-M ha roto todas las expectativas y ha sorprendido a
todo el mundo: policía, políticos, periodistas, convocantes, gente
corriente, ciudadanistas, izquierdistas y, por supuesto, a los
anarquistas. En primera instancia todo el mundo se quedó en fuera de
juego y, a partir de ahí, todo ha sido una serie de intentos más o menos
afortunados de tomar posiciones frente a o dentro del 15-M. No vamos a
entrar a analizar sus causas o a repasar las diferentes teorías
conspiranoicas o intoxicaciones que han surgido a su estela; no es
importante para lo que queremos decir. Vamos a tratar de aportar lo que
entendemos que son las coordenadas básicas en las que se mueve eso que
llamamos movimiento 15-M o, al menos, las más importantes para ver si es
posible (y en ese caso cómo) una participación anarquista o
anticapitalista en él. Como es lógico, será una descripción
fragmentaria, parcial e incompleta. Nos da igual, las cosas van
demasiado rápido.
Lo
primero que hay que decir es que el movimiento 15-M es un movimiento
social real y, como tal, es tremendamente heterogéneo y contradictorio.
Hay de todo y todo está en diferentes dosis. Es decir, todo lo que
digamos aquí no debe tomarse como características definitorias
absolutas, sino más bien como tendencias, matices, etc. Expresiones de
un movimiento en construcción en cuyo seno hay luchas, tensiones y un
continuo cambio.
Dicho
esto, por su composición social y por las consignas que más se oyen en
las asambleas y grupos de trabajo, así como por las opiniones de la
gente que está continuamente publicitándolo en internet (twitter) podría
decirse que, principalmente, es un movimiento ciudadanista y
abiertamente demócrata. O mejor dicho, son este tipo de planteamientos
de reforma política y social (reforma electoral, democracia real, mayor
participación, crítica de los partidos políticos mayoritarios pero no
del sistema representativo o los partidos en general…) los que, en
general, aglutinan a más gente y manos alzadas a su alrededor.
Sin
embargo, este contenido se expresa bajo formas asamblearias, que
rechazan toda representación clásica (como por ejemplo, convertirse en
otro partido político) y que reniegan de toda ideología, símbolo o forma
política precocinada (desde partidos a banderas republicanas, pasando
por las A circuladas). Hay una consigna que rula por twitter
“Esto no va de izquierdas o derechas, sino de arriba y abajo”. Que, por
el momento, apuesta mayoritariamente por la auto-organización, por la
acción directa (no violenta) y la desobediencia civil, aunque no utilice
estas palabras mágicas. La no-violencia es, de hecho, otra de las
coordenadas fundamentales del 15-M, algo que, sin duda, es asumido
colectivamente sin discusión. Entraremos en esto más adelante.
Todo
esto no quita para que en su seno se pueda ver claramente una “lucha de
poder” entre diferentes “facciones”, organizadas o no. Miembros y
militantes de partidos políticos de izquierdas, miembros de los
movimientos sociales, libertarios, gente normal y corriente “indignada”
que va con su propia visión del mundo, etc. todos pugnan en su interior a
todos los niveles, desde la orientación ideológica o práctica del
movimiento, al control (y en muchos casos, manipulación) de las
asambleas, comisiones, etc. En muchas comisiones y grupos se está viendo
de todo: pérdidas casuales de actas, personalismos, gente que se aferra
a las portavocías, delegados que se callan cosas en las asambleas
generales, comisiones que se saltan acuerdos, grupitos que quieren
mantener el chiringuito, etc. Muchas, seguro, fruto de la inexperiencia y
los egos; otras, parecen directamente sacadas de los viejos manuales de
manipulación de asambleas.
Alrededor
de esta lucha, está también toda la gente que se acerca por allí. Gente
que se acerca a participar, a escuchar, a ser escuchado, a aportar
comida u otros materiales, a ver qué pasa, o simplemente a echarse unas
fotos en plan turista en su propia ciudad. Bajo las carpas de Sol uno
tiene la sensación de estar en un gran bazar en el que no se vende ni se
compra nada.
Por
otro lado, uno de los grandes problemas de las acampadas es la
dificultad de participar en ella plenamente: no todo el mundo puede ir
al centro todos los días, ni todo el mundo puede quedarse a dormir, ni
todo el mundo puede participar habitualmente en las comisiones, etc.
Esto sin duda puede favorecer la creación de liderazgos informales,
camarillas, cosas raras y sesgos extraños que la gente, que gilipollas
no es, lo va a notar, lo va a comentar y a actuar en consecuencia. De
hecho, una posible consecuencia de quién está llevando el mayor peso del
campamento (y también de quién está más habituado a ir y proponer
actividades) es la progresiva guetización que ha sufrido la acampada el
fin de semana. Comparada con el ambiente de encuentro y de protesta de
los días más intensos (especialmente el viernes, dada la expectación por
la prohibición de la Junta Electoral Central) el fin de semana la cosa
perdió fuelle y comenzó a notarse un ambiente más lúdico y menos de
protesta, a pesar de que las comisiones, subcomisiones y grupos de
trabajo siguieron funcionando. A ratos, #acampadasol
parece estar reproduciendo lo peor y más banal de las okupas del gueto:
talleres, conciertos, batucadas, comedores, actuaciones, clowns, etc. a
costa de sus aspectos iniciales, mucho más marcadamente de protesta,
política e “indignación” (por pro-demócrata y limitada que fuese). En twitter, que no olvidemos que tiene gran culpa del ascenso
del movimiento 15-M y del campamento de Sol, se está filtrando ese
descontento en mucha gente, que no ve con buenos ojos esta deriva. Un
ejemplo claro de ese descontento que tuvo lugar el fin de semana fue el
tema botellón sí-botellón no, el sábado una de las asambleas tuvo que
irse de Sol por la cantidad de gente que estaba a su pedo, y el tema de
las batucadas, que el domingo obligaron incluso a aplazar a alguna
asamblea que no oía con tanto ruido (aunque hay que decir, que las
batucadas tuvieron bastante seguimiento, igual que el botellón).
Es obvio que el movimiento 15-M no es una revolución, eso es de primero de militancia, y quien lo critique en base al hashtag #spanishrevolution con el que se extendió inicialmente debería darse cuenta de que era una mezcla de marketing, gracieta e ilusión. Sin más.
El
último apunte que queríamos hacer es lo que, para nosotrxs, quizás sea
lo más importante que hemos visto junto con su marcado carácter
asambleario y horizontal (con todos sus defectos, que son muchos): el
cambio brutal de actitud que hemos podido observar en los alrededores de
Sol durante toda esta semana. Recapitulemos. Tras la multitudinaria
manifestación inicial del 15 de mayo y, especialmente, tras el desalojo
de los primeros acampados, la gente ha tomado masivamente noche tras
noche la Puerta del Sol de una manera que ninguno de nosotrxs habíamos
visto nunca. Las movilizaciones contra la guerra, aunque alguna fuera
más masiva, no tuvieron, ni de lejos, la continuidad, participación,
actitud y ambiente que hemos visto esta semana en Sol. Es como si, de
repente, la pasividad y el ir cada uno a lo suyo se hubiesen roto
alrededor del Km. 0. Repartir panfletos en Sol y sus calles aledañas es
una gozada, la gente te entra para pedirte que le des uno, los coge con
una sonrisa, te pregunta, te da las gracias… Los primeros días, si
hacías un corrillo para hablar de algo, la gente arrimaba la oreja para
intervenir, para escuchar. Ha sido normal ver a la gente de lo más
variopinta discutiendo en pequeños grupetes. Los grupos de trabajo y las
asambleas generales son acontecimientos masivos de entre 500, 600 y
2000 personas (sentadas, de pie, arrejuntándose para oír algo), etc. Y
aparte de esto, esa sensación permanente de buen ambiente, de “esto es
algo especial”. Todo esto alcanzó su punto álgido la noche del viernes
al sábado, cuando empezó la jornada de reflexión. Escuchar a más de
20.000 personas gritar “Somos ilegales” y disfrutar como niños de
saltarse la ley, la verdad, impresiona. Bien es cierto que ese ambiente
intenso, de participación y de política real empezó a decaer a partir de
esa noche. En parte por el subidón del viernes noche, en parte por la
decisión de “no hacer política” durante el sábado y el domingo, el fin
de semana ha tenido un tono mucho más festivo, más “circense” que los
días anteriores. Aun así, nosotrxs no recordamos nada parecido, la
verdad.
- 2. Lo que no está en juego. Una visión estratégica.
Dicho
esto, ¿qué pintamos los anarquistas por allí? Para cualquier libertario
con dos dedos de frente, afortunadamente la gran mayoría, es evidente
que es necesario estar allí, que ahí hay tema. Lo que ninguno tenemos
tan claro es qué podemos hacer, qué podemos aportar y qué podemos
esperar del movimiento 15-M. Y es lógico, dada la heterogeneidad y
contradicciones que abarca. En esta sección vamos a intentar expresar
cómo y en qué sentido vemos nosotrxs que puede ser interesante
participar y aportar en dicho movimiento. Decimos visión estratégica
porque es una visión general, que intentaremos acotar más adelante con
propuestas concretas y algunas consideraciones tácticas.
La
mayor parte del proceso que se desarrolla actualmente en el movimiento
del 15-M consiste en tratar de encontrar las consignas y
reivindicaciones políticas que van a definirlo. Ese proceso se está
dando tanto en los grupos de trabajo como en las propias comisiones. En
los primeros está más el debate y la pelea ideológica, en algunas de las
segundas, en las que se concretan dichos debates, es donde se están
viendo las artimañas, tejemanejes, etc. No hay que ser muy listo para
saber dónde está el lio: comisiones como comunicación, interna, asamblea
y política son donde uno se va a encontrar mayor número de políticos
por metro cuadrado. Mientras que en comisiones como infraestructura,
alimentación o respeto, las cuchilladas serán mucho menores. Ojo, que no
estamos diciendo que en las comisiones sólo se esté haciendo esto, pero
algunas cosas que hemos visto o nos han contado tienen tela.
Como hemos dicho anteriormente, las reivindicaciones con mayor eco en #acampadasol
son las de reforma política y, en menor medida, social, de gran
contenido ciudadanista: reforma de la ley electoral, una ley de
responsabilidad política, mayor participación, ley de dación en pago de
las hipotecas, etc. Los miembros y militantes de partidos de izquierda
(IU, IA, etc.) y movimiento sociales están tratando de virar el barco
más hacia la izquierda, para que asuma reivindicaciones clásicas de la
izquierda (desde la renta básica o la condonación de la deuda externa, a
la nacionalización de la banca) aunque en frente tienen a los que
prefieren que el movimiento sea lo más neutral posible (por ejemplo, http://twitpic.com/51lyqa) y se centre en un #consensodeminimos básico[1]. En nuestra opinión, creemos que lo más probable es que el objetivo final de unos y otros sea que, o bien mediante algún tipo de Iniciativa Legislativa Popular[2] o
bien de la mano de algún partido político, seguramente IU, se presente
una propuesta al Congreso y se pida su aprobación mediante un
referéndum. En este sentido, unos y otros se juegan los contenidos de
dicha propuesta y seguramente cómo se va a hacer, pero en un momento
dado pueden confluir en ciertos puntos básicos.
Obviamente,
los anarquistas estamos convencidos de que si se lograran algunas de
estas reformas, aun cambiando algunos de los “defectos” del sistema que
más sulfuran a la gente, no van a modificar para nada lo esencial. El
problema no es la corrupción política, sino la política como esfera
separada de la vida, el problema no es la falta de transparencia de los
gobiernos, son los propios gobiernos, y el problema no es la banca y los
banqueros, sino la explotación capitalista: la grande, y la pequeña.
Dicho
esto, creemos que los anarquistas ni estamos ni deberíamos estar en esa
pelea, la de las reivindicaciones grandilocuentes y la política de
altos vuelos. No deberíamos entrar en ese juego, aunque si queremos
estar en las asambleas debemos asumir que tendremos que tragar y
enfrentarnos a ello. A nosotrxs no se nos ha perdido nada en ese
tablero. El movimiento del 15-M no es un movimiento anarquista o
anticapitalista, así que las reivindicaciones anarquistas maximalistas
están fuera de lugar. No tiene sentido luchar por que las asambleas
generales asuman cosas como la autogestión generalizada, la abolición de
las cárceles o incluso simplemente la huelga general indefinida, porque
es evidente que la gente que está ahí y la gente que lo sigue con
expectación y simpatía no está por eso. Suponiendo (y es mucho suponer)
que por alguna extraña razón, o tejemaneje, se consiguiese que la
asamblea general o las asambleas
de los barrios aceptasen y asumiesen como propia alguna de estas
consignas, lo más seguro es que el movimiento 15-M se desinflaría
rápidamente, perdiese buena parte de sus apoyos y simpatías, y se
quedase en un extraño cóctel frentepopulista de militantes
izquierdistas, ciudadanistas, comunistas y anarquistas. Es decir, justo
lo que siempre hemos criticado y donde nunca hemos querido estar. En
política existe un término que se llama “votar con los pies”, significa
que cuando no te gusta la gestión de un lugar, simplemente te vas a otro
lado. Algo parecido pasa en todas las asambleas, hay mucha gente que
cuando algo no le gusta o no se siente cómodo, se calla, agacha la
cabeza y deja de pasarse, sin reflejar su descontento.
¿Por
qué ocurre todo esto? Pues porque los movimientos reales suelen ser
bastante complejos. Tienen su composición, su idiosincrasia y sus
desarrollos, y, sobre todo, porque no se puede pretender que la gente se
haga anarquista de la noche a la mañana. Ninguno de nosotrxs hemos
llegado a serlo rápida e indoloramente, sino a base de equívocos,
ilusiones, incoherencias, desengaños, debates, frustraciones, flipaduras
y de darnos muchas veces de bruces contra el suelo (a veces en un
sentido literal, con un policía encima). Da igual que en estas
ocasiones, las personas y las cosas cambien vertiginosamente. Lo
sentimos, pero creemos que, simplemente, no funcionará.
Tenemos
que ser conscientes de la representatividad de las comisiones frente a
las personas que integran la movilización. Esto se vio claramente en la
comisión de Política, que en el momento de mayor auge pudo aglutinar
unas 350 personas entre las dos subcomisiones (corto y largo plazo),
está claro que las asambleas son abiertas y todos y todas podrían
participar en ellas pero lo cierto es que al final se han convertido en
dos subcomisiones que aparentemente se han separado por fases
temporales, pero que realmente marcan dos postulados muy diferentes, el
“reformista” y el “revolucionario”, entre los que están exigiendo y
legitimando a las estructuras de poder con pequeñas (o grandes) reformas
legislativas, y los que quieren marcar una hoja de ruta de ruptura con
el modelo impuesto por el capitalismo.
Esto
es un grave error ya que medidas “revolucionarias” o radicales, puede
haberlas a corto plazo y a largo, sólo hay que tener claro de contexto
actual y los pasos que queremos dar. Por citar un ejemplo, en la
Comisión a Corto Plazo se plantean cambios en la Constitución española, y
en la Comisión de Largo Plazo consensos como huelga general. No
creemos que un cambio en la Constitución (necesita la aprobación de ¾
partes del Congreso de los Diputados) sea mucho más factible a corto
plazo que convocar una huelga general (que es más una herramienta de
lucha que un fin en sí mismo), por mucho que esto sea, a día de hoy,
bastante complicado.
Creemos
necesaria una reflexión sobre nuestra implicación en las comisiones,
intentar que sean eficientes y el desgaste y el derroche de energías
esté bien canalizado. No sirve de nada que 200 personas con un ideario
“similar” se junten y marquen un rumbo que no sea ni asumible por este
movimiento (a día de hoy) ni dejar que las exigencias a corto plazo sean
simplemente un alegato a fortalecer el estado del bienestar… En dicha
reflexión deberíamos hacer una autocrítica y plantearnos de forma
inmediata propuestas a corto y largo plazo asumibles y que caminen o que
nos hagan avanzar pasitos hacia una revolución social de verdad, ya que
si no terminaremos en la inanición propia de un grupo de personas que
están por encima del momento. Deberíamos mostrar cierta inteligencia y
sumarnos de forma real a la ilusión de cambio que se respira estos días
por la puerta del Sol, a ver si entre todos conseguimos que ese cambio
vaya un poco más allá de cuatro arreglos en la fachada de la democracia.
Entonces ¿qué otras opciones tenemos?
Seguro
que muchos se habrán planteado, o incluso se habrán encontrado
haciéndolo casi sin darse cuenta, lo que podríamos llamar rebajar el
discurso, es decir, edulcorar nuestras propuestas a ver si con un poco
de azúcar pasan mejor. Por ejemplo, jugando un interesado confusionismo
semántico que habla de “democracia directa” en vez de “anarquía”, tragar
con todo lo que tengamos que tragar para mantener la historia en el
tiempo, etc., etc.
Otra
opción es abandonar el chiringuito por reformista. Tal y como nosotrxs
lo vemos esto es simplemente absurdo. Básicamente porque ni actualmente
ni a lo largo de la historia, los movimientos revolucionarios brotan de
la nada o surgen solos, sino que son los propios revolucionarios, y los
acontecimientos, los que con su esfuerzo y tesón a veces consiguen que
los movimientos sociales dejen de ser el coto de partidos, aprovechados,
etc.
Aunque
hablaremos de esto más adelante, dejemos claro que nuestra idea no es
convertir el movimiento 15-M en un “movimiento revolucionario” de masas,
algo igual de peliculero que pensar que la anarquía vendrá mañana si lo
deseamos con suficiente fuerza. Tampoco estamos diciendo que tengamos
que estar por estar hasta el final. Tenemos bastante claro que, si no
hacemos las cosas bien, en algún momento habrá que irse o, también
bastante probable, nos acabarán echando. Pero nos parece obvio que ese
momento no ha llegado aún, que todavía hay oportunidades de aportar y
participar en esta historia, sobre todo de cara a la convocatoria de
asambleas populares en los barrios.
Sirva
esto para dejar claro que no somos unos ilusos, a los que el 15-M les
ha nublado la vista o que han cerrado sus chiringuitos “por revolución”
(más marketing), sino simplemente somos anarquistas que hemos visto una
oportunidad clara, la primera en muchos años, de participar en un
movimiento real de tamaño considerable.
- 3. Por una participación anarquista práctica y concreta.
En
nuestra opinión, lo que está en juego en el movimiento 15-M es
conseguir que sea un punto de partida capaz de activar la lucha
cotidiana por aspectos concretos y básicos, una lucha que se lleve a
cabo desde la horizontalidad, el asamblearismo, la acción directa, la
participación directa, la solidaridad, etc. que forman parte de las
coordenadas básicas del movimiento 15-M. Que las asambleas no sólo sean
sitios desde los que pedir (¿A quién? ¿Cómo?) leyes, reformas y
referéndums (¿Cuáles?), sino que sean espacios en los que la gente
debata sobre sus propios problemas, busque soluciones y decida cómo
llevarlas a cabo por ellxs mismxs. Que se conviertan en puntos de
encuentro, de comunicación y participación real. Pequeños (o grandes)
núcleos solidarios de resistencia.
Está
claro que una parte importante de este proceso es qué problemas y qué
soluciones se van a tratar, qué contenido, por así decirlo, van a
expresarse en dichas asambleas. Ese podría ser la otra tarea que
podríamos marcarnos, intentar que los temas a tratar en las asambleas
sean cuestiones de clase, de género, etc. que profundice, desde la
práctica, en la crítica del Estado, el capital y el trabajo asalariado.
Dicho
de otra forma, nosotrxs proponemos una participación práctica y
concreta desde una perspectiva y unas formas de funcionar
antiautoritarias, sobre cuestiones básicas de clase y otras opresiones
igual de importantes como el patriarcado, el racismo, etc.
Para
complementar esta contribución práctica también debemos aportar nuestro
punto de vista y nuestro discurso, una vez más, sin caer en
maximalismos del tipo “¡Revolución ya!” y cosas por el estilo.
Tal y como nosotrxs lo vemos,
intentar que la gente haga suyo nuestro discurso no es, no debería ser,
ir a machacar con las consignas y principios anarquistas de toda la vida.
Consignas que, en nuestra opinión, estarán fuera de lugar. No porque no
tengan sentido o no sean verdad, sino porque no están en la onda de lo
que está pasando, están fuera de contexto. Esto es como si tú estás
hablando con un colega de fútbol y viene otro a contarte nosequé
historia de una película iraní, pues ni caso. ¿Significa esto que
debemos abandonar el anarquismo y pasarnos a la democracia? Lógicamente
no. ¿Debemos escondernos? No. ¿Debemos exhibir al mundo que somos
anarquistas? Para nosotrxs, no tiene ningún sentido si eso no va más
allá que “ser anarquista”. Llamarse a uno mismo anarquista no significa
nada en sí mismo, no dice nada: ni bueno, ni malo. En nuestra opinión
no se trata ni de escondernos ni de exhibirnos, sino de practicar el
anarquismo en un contexto determinado. Un ejemplo: de todos los lemas
que algunxs de nosotrxs y otrxs compañerxs cantamos uno de los primeros
días en Sol sólo un par de consignas se extendió mínimamente más
allá de nuestro circulo: “el pueblo unido funciona sin partidos” y “A,
anti, anticapitalistas”, ¿Por qué? No porque los lemas fuesen gran cosa,
que no lo son, ni porque fuesen ingeniosos, que tampoco, creemos que
fue porque, en ese momento y en ese lugar, eran lemas que puede
contactar al menos con parte de la gente que estaba allí. Nos guste o
no, la gente ahí no estaba contra la policía nacional, ni quería tumbar
al Estado… el trabajo es mucho más de fondo… Si nos limitamos a cantar o
a proponer en las asambleas consignas descontextualizadas, lo que
hacemos es caer en la propaganda pura y dura, en el peor sentido de la
palabra, no en la participación.
Y es que en muchas
ocasiones nos puede la inercia, seguramente como a todxs lxs demás. En
vez de pensar qué podemos y queremos decir acabamos yendo a lo fácil: al
“la lucha es el único camino”, al “de norte a sur, de este a oeste….”,
“muerte al estado….”, etc. Un discurso, en nuestra opinión, fuera de
lugar y, por tanto, ineficaz. En el Bloque Libertario de la mani del 15M
pasó un poco lo mismo, tras una primera fase con lemas (mejores o
peores, más o menos útiles, eso es lo de menos) pero sobre el tema en
cuestión (democracia, capitalismo, crisis) se pasó a un remix del gueto
(desde los presos a Patricia Heras pasando por el policía asesina),
resbalamos hacia la autorreferencialidad, hacia el hacer piña… Por
desgracia, por allí nadie sabía quién era Patricia Heras más que
nosotrxs cuatro, ¿qué sentido tenía gritar sin un panfleto que lo
explicase?, sólo desconcertamos a la gente, que nos mira como si
viniésemos de otra película… Todo tiene un momento y un lugar, y si no
sabemos adaptar nuestro discurso al momento y al lugar, nos irá mal.
Adaptar el discurso no es rebajar el discurso, es adecuar el mensaje al
contexto y adecuar el código al receptor, es dar nuestra opinión sobre
lo que la gente está hablando, no sobre lo que nosotrxs creemos que
debería estar hablando la gente…. Y dar esa opinión en su “idioma”, no
en nuestro “dialecto”, lleno de tecnicismos y modismos, cómodos para
hablar entre nosotros, pero que generan barreras y confusiones con quien
no los maneja.
- 4. Algunos objetivos y posibles ejes de actuación
Esta
propuesta de participar desde la práctica y desde lo concreto tiene
varios objetivos. Obviamente, mejorar nuestras condiciones de
supervivencia dentro del capitalismo. Seguro que algunx lo tachará de
reformismo, para nosotrxs es simplemente necesidad. Otro objetivo es ser
capaces de señalar y desmontar, durante el proceso, todas las
contradicciones y miserias del capitalismo, la democracia, los
sindicatos, etc. No mediante discursos elaborados y prefabricados, sino a
través del debate y la reflexión sobre lo que nos vayamos encontrando,
algo mucho más complejo y trabajoso que simplemente editar libros
escritos en otro momento y en otro lugar. También busca crear y extender
una cultura de lucha entre la población, un sentimiento colectivo de
que las cosas se consiguen luchando junto a otros iguales, solucionando
los problemas por los mismos afectados, desde la solidaridad y el apoyo
mutuo, sin delegar en profesionales de la mediación o la representación.
Un sentimiento de “hoy por ti, mañana por mí” que cale entre la
población y que desplace al “cada uno a lo suyo” y el “menos mal que no
me ha tocado a mí” que arrasa en nuestra sociedad.
Por
último, si algo nos ha quedado claro en esta última semana es que, si
bien lxs anarquistas tenemos mucho que aportar, tenemos también mucho,
muchísimo que aprender, tanto de la gente que nos encontremos en el
camino como de las situaciones a las que tengamos que enfrentarnos.
Participar en las asambleas será la oportunidad perfecta de aclararnos
nosotrxs mismos, nuestras posturas y la manera en las que se las
comunicamos a nuestros iguales. Esto es lo normal. La mejor manera de
darnos cuenta de nuestros fallos e incoherencias (que las tenemos y
seguramente serán muchas) es tratar de explicar y compartir nuestra
postura con quien la desconoce.
Creemos
sinceramente que esta puede ser una buena manera de salir de la trampa
de una intervención desde la ideología, que pretenda que se aprueben
principios u objetivos a largo plazo específicamente anarquistas, algo
que, como hemos repetido unas cuantas veces ya, no es algo que esté o
pueda estar en el orden del día de aquí a mañana. Creemos también, que
puede ser una manera de obviar y esquivar las luchas de poder que se
darán en las asambleas por las cuestiones de alto nivel (leyes, etc.)
sin tener que dejar por ello de participar en un movimiento que aún
puede dar mucho juego. Meternos en una guerra de desgaste para que no
salgan dichas propuestas o enfrentarnos abierta y continuamente a todos
los izquierdistas, ciudadanistas y gente normal que sólo quiere un par
de cambios no nos va a valer para nada. Tenemos que ser conscientes en
todo momento de dónde estamos y hasta dónde puede llegar. Si no hacemos
este ejercicio de análisis y de reflexión continuamente nos vamos a
llevar un palo muy serio y una frustración considerable.
Por
supuesto, al participar en el movimiento 15M siempre vamos a correr el
riesgo de acabar haciéndole el curro y el trabajo sucio a la izquierda y
al ciudadanismo. Nosotrxs creemos que a día de hoy, dada nuestro escaso
poder de convocatoria y apoyos, este riesgo siempre va a estar ahí, en
cualquier movilización real a la que nos sumemos (huelgas, conflictos
antidesarrollistas, etc.). Es un riesgo que no se puede prever, y
seguramente sea algo que, hasta cierto punto, no se pueda evitar, lo
único que podemos hacer es permanecer atentxs, no dejar llevarnos por la
emoción y tratar de valorar en qué momento nuestra participación se
está limitando a la de ser mano de obra de otrxs, en ese momento será
necesario abandonar el chiringuito.
Para
acabar esta sección, vemos necesario concretar algunas líneas de
actuación que se nos han ocurrido como ejemplo de lo que tenemos en
mente. Ni son las únicas, ni son las mejores, de hecho son bastante
vagas, sólo son algunos ejemplos que se nos han ocurrido o que hemos
escuchado estos días en las asambleas. Entre todos deberíamos
completarlas, clarificarlas, criticarlas, etc…
- Vivienda: Autoorganizarse para resistir
frente a los desahucios y el mobbing inmobiliario. Proponer la okupación
como alternativa temporal en los desahucios que no se frenen. Presionar
a los caseros que pasan o se aprovechan de sus inquilinos. Presionar
mediante la acción directa a las sucursales bancarias de las que
dependen las hipotecas de familias en problemas para que las renegocien o
simplemente para visibilizar el conflicto. Visibilizar el conflicto
mediante banderas o similares en los balcones de las casas que estén
siendo presionadas. - Trabajo/Paro: Aprovechar el ejemplo
asambleario de Sol para llevarlo a los curros, debatir y hablar en las
asambleas sobre los conflictos laborales, sobre nuestros problemas como
parados, proponer que las asambleas sean un punto de apoyo si tenemos
algún problema en el curro. Visitar y denunciar los trabajos en los que
se produzcan accidentes laborales… - Migraciones: Tratar de implicar a los
inmigrantes, que seguramente estén subrepresentados en un primer
momento, informar a la gente de lo que pasa en los CIEs, informar y
proponer mecanismos de actuación frente a las redadas contra
inmigrantes, autoorganizarse para ofrecer información legal, mediante
asesorías, talleres, etc. - Salud-Sanidad: tratar de implicar a
trabajadores y usuarios-sufridores de la sanidad pública en la lucha
contra su deterioro y la inaccesibilidad, evitar que nos enfrenten a
unos contra otros (“la culpa es de los trabajadores que curran poco” o
“la culpa es de los viejitos que van mucho”). - Género: hay que ver cómo
contrarrestar la enorme oleada actual de anti-feminismo que se masca a
nivel social, y que se ha expresado varias veces en las acampadas.
Podría ser interesante tratar de incidir o debatir sobre la violencia
machista… - Organización: Tratar de mejorar el funcionamiento asambleario. Luchar por una
horizontalidad real, no meramente formal, evitar la formación de
camarillas de especialistas o de representantes perpetuos, evitar
convertirnos en una camarilla de especialistas o representantes
perpetuos.
Estos
temas y propuestas son claramente limitados, fruto de la prisa y de
nuestra propia inexperiencia en este tipo de movidas. Hay que
mejorarlas, afinarlas y compartirlas. Y sobre todo, hay que construirlas
en común con la gente que vaya a las asambleas, en un proceso que
cambiará tanto las propuestas como a los que las asumen y las ponen en
práctica y que, seguramente, irá de menos a más. No nos pensemos ahora
que por ir con cuatro propuestas concretas en vez de con la cantinela
ácrata de siempre, la gente las va a aceptar por arte de magia. No, no
estamos proponiendo conjuros, tenemos que tener claro, que aun siendo
capaces de iniciar este proceso, será un camino largo y difícil. Creemos
que con el tiempo, todos iremos aprendiendo y sacando más cosas en
claro. De alguna forma, los anarquistas tenemos que tomarnos las
asambleas del 15-M como un laboratorio en el que experimentar, proponer,
equivocarnos, aprender y volver a empezar.
- 5. Asambleas de barrio: esperanzas y localismos
En
buena parte este texto se ha escrito con la mente puesta en que llegue
antes de las asambleas populares en los barrios que se han convocado
para el 28 de mayo, de ahí su urgencia, su precipitación y buena parte
de los errores que tendrá.
La
extensión a los barrios es una extensión lógica porque la acampada en
Sol es insostenible a largo plazo y porque, por sus características,
permite una participación mucho más limitada, como ya hemos comentado.
Hablando
con muchos compañerxs hemos visto que algunos tienen bastantes
esperanzas en las asambleas de barrio. La idea es “ya no hay nada que
hacer en Sol, vamos a los Barrios”. No nos engañemos, si el movimiento
15-M sigue su tirón los barrios van a ser Puertas de Sol en pequeñito,
con todas sus cosas buenas pero con todos sus defectos, incluidos los
militantes de partidos que van de pesca, los ciudadanistas, etc. En
algunos barrios y pueblos del Sur de Madrid, de hecho la proporción de
militantes de partidos políticos puede incluso aumentar respecto a la
que nos encontramos en Sol. Puede que el terreno de juego sea más
pequeño y menos abrumador, pero la heterogeneidad, los problemas,
contradicciones y conflictos van a ser los mismos o incluso mayores.
Nosotrxs
creemos que lxs militantes izquierdistas, así como toda la gente
corriente que está por las cuatro reformas básicas, van a tratar de que
las asambleas populares se conviertan en focos desde los que promocionar
las consignas y reivindicaciones por las que han peleado en Sol. Que se
encarguen de recoger firmas, y de hacer propaganda de las
movilizaciones y de sumar apoyos en los barrios (asociaciones vecinales,
de comerciantes…) de cara a la estrategia que tengan a medio plazo para
llevar a cabo los cambios legales. Y poco más. Los ciudadanistas puede
que intenten empujar un poco más hacia problemas específicos de los
barrios, estableciendo lazos con las asociaciones de vecinos que puedan,
potenciando sus locales, centros sociales y oficinas de derechos sociales allá donde los tengan, etc.
Ya
hemos comentado en el punto anterior que creemos que puede ser una
manera interesante de participar en dichas asambleas, no nos
extenderemos. Sí que nos gustaría comentar que en cada barrio y pueblo
algunos temas y propuestas pueden tener más calado que otros (por
ejemplo, en algunas zonas las redadas contra inmigrantes son más
frecuentes que en otras, en algunos sitios la sanidad está peor que en
otras, etc.) Habrá que ver qué es más necesario y más importante en cada
caso concreto, aquí no hay fórmulas mágicas.
- 6. Cuestiones tácticas
El
texto se va alargando y queremos cerrarlo con algunas reflexiones
-intentaremos ser breves- sobre ciertos aspectos tácticos que hemos
visto, y que seguiremos viendo, en los próximos días.
- Violencia/No violencia: Como comentamos al
describirlo, el rechazo a la violencia es un punto básico sobre el que
se asiente el movimiento del 15M. Los iniciadores (Democracia Real Ya)
se encargaron de expresarlo de la manera más asquerosa posible:
desmarcándose de los incidentes tras la mani y señalando a quien hiciese
falta. Tampoco es que sea muy extraño, dado el bombardeo mediático con
este tema los últimos años. A través de la policía, medios como La Razón
o Público no dudaron en alertar sobre el peligro de los “400
antisistema” que trataban de controlar y/o reventar el movimiento. Una
semana después, nada de nada. Parece que la gran mayoría de los
anarquistas hemos asumido (con mayor o menor problema) que no pasa nada
porque alguien se declare no violento. La violencia o autodefensa es una
cuestión que siempre va a estar ahí, pero que es completamente
secundaria. Si dejamos de considerarla algo que puede ser útil o no,
beneficiosa o perjudicial según las circunstancias y la transformamos en
algo irrenunciable, o nos entra la pataleta por que el 15-M cante las
bondades de la violencia estaremos perdiendo el norte completamente. Hoy
toca no violencia, otro día tocará otra cosa. - Asamblearismo: se escucha mucho la crítica
de que las asambleas no son verdaderas asambleas, que no hay una
horizontalidad real, que hay algunos que tratan de manipularlas, etc.
Lógico, porque son asambleas de verdad, con gente normal, en medio de
una pelea entre diferentes sectores por “controlar” (conscientemente o
no) la situación. La horizontalidad, la igualdad, la eficacia de las
asambleas, la comunicación de las asambleas, el que sean saludables, no
es algo que venga dado porque la gente se reúna en una plaza y hablen
entre ellos. Ni de coña. Hay que pelearlo frente a los manipuladores,
políticos e intoxicadores; y hay que construirlo frente a los años de
desmovilización, de gregarismo y delegacionismo cotidiano. Si no tenemos
esto claro, estamos en manos de los que van para que las asambleas sean
las correas de transmisión que se limiten a aprobar o a aceptar sus
propuestas cocinadas en casa. - Luchar contra monstruos: Participar en asambleas en
las que hay gente que está dispuesta a hacer lo que haga falta
(manipular, mentir y, la mayoría de las veces, hacerse el tonto) para
que salga su historia es muy complicado y frustrante. Cualquiera que
haya pasado por ese trago puede decir que es una jodida mierda. Primero,
por todo lo que te toca tragar, segundo porque no todo el mundo suele
verlo, con lo que si acusas a alguien acabas siendo tú el que levanta
sospechas, tercero, porque acabas confundiendo lo que son simples fallos
o despistes con intentos descarados de manipular (rozando la paranoia)
y, por último, porque en cuanto no te das cuenta acabas haciendo o
viéndote obligado a hacer cosas parecidas a ellos. En estos días hemos
oído cosas como “copar las comisiones”, “tomar los puestos de poder en
las asambleas”, “dispersarse por las asambleas”, “hacer como que no nos
conocemos” y otras lindezas, por parte de compañerxs de los que no
tenemos ningún tipo de duda o sospecha, y a los que por supuesto, no
vamos a juzgar. Este tipo de situaciones son así, la frustración, el
cabreo con los manipuladores y el encontrarse contra la espada y la
pared te hacen decir y hacer cosas del estilo. Contra esto no hay más
remedio que estar atento constantemente, hacer autocrítica y saber
criticar y encajar las críticas, sin acusaciones histéricas o
victimismos estúpidos. Y asumir que en algún momento que otro nos vamos a
manchar las manos, lo queramos o no. Pasa en las mejores familias. - “No tengas miedo, sólo ve adelante y juega” Ch. Parker: Enlazando
con lo anterior, hay que ser conscientes de que participar en el
movimiento 15-M es entrar en territorio desconocido para la mayoría de
nosotrxs. Asumamos que la vamos a cagar y mucho. Lxs anarquistas ni
somos ni queremos ser perfectxs, tenemos todo el derecho del mundo a
equivocarnos. Negarse a actuar por miedo a transformarse en un
reformista, o peor aún, por miedo a que algún imbécil te tache de
reformista o de vanguardista es tan absurdo como renunciar a pensar por
miedo a equivocarse. - Vanguardismo anarquista: Dos palabras que juntas podrían
parecer una contradicción pero que no lo son, ni mucho menos. Algunas
corrientes marxistas se consideran y se jactan de ser vanguardia o de
pretender serlo, aun cuando nadie les haga ni caso. Lxs anarquistas
rechazamos convertirnos en vanguardia, lo que no quita para que, si nos
despistamos, acabemos cayendo en el vanguardismo. Si se trata de ir
mucho más deprisa que el ritmo de los acontecimientos, se corre el
riesgo de irse desligando más y más de ellos
hasta quedarse solo, lejos de la realidad y de lo que está pasando. Aún
más, eso ni siquiera te asegura estar “por delante” de lxs demás,
puedes haber cogido un camino equivocado. Lxs anarquistas no queremos
decirle a la gente lo que tiene o no tiene que hacer en base a un mejor
conocimiento de algún libro sagrado o del santoral revolucionario, pero
eso no implica que en ocasiones acabemos creyéndonos mejores al resto y
que pensemos que deberían “seguir nuestro ejemplo”, especialmente cuando
participamos en conflictos de este tipo. - Simbología y dialectos: Para que nuestra participación
sea eficaz y podamos construir colectivamente algo que merezca la pena
es necesario que dejemos a un lado toda la simbología, códigos propios,
palabras fetiche y demás merchandasing
propio de nuestro movimiento-gueto. Igual que comentamos más arriba con
el tema del discurso. Esto no significa rebajar el discurso o engañar a
la gente, significa abandonar las palabras mágicas y las ideas fuerza
que solemos utilizar. Conceptos como abstención activa, acción directa,
apoyo mutuo, revolución, etc. no tienen por qué ser entendidos a la
primera por gente que no está familiarizada con su uso. No sirve de nada
enquistarse en ellos. Es más útil tratar de explicarlos en un lenguaje
llano y sencillo, sin intelectualismos ni tecnicismos anarquistas. Lo
mismo valdría para la estética de la propaganda, que suele ser tan
uniforme como lejana para la mayoría de la gente. Un ejemplo claro es el
problema que hubo con las A circuladas en la acampada de Sol. Como no
se permite ningún símbolo político o banderas, mucha gente de la
asamblea veía, con mayor o menor razón, que las A circuladas tampoco
tenían lugar ahí. Entendiendo que las A circuladas no son símbolos
políticos sino todo lo contrario algunxs anarquistas se lo tomaron
bastante a mal. Otros, dando un ejemplo de que la horizontalidad y el
consenso muchas veces se respetan sólo cuando les interesa, siguieron
utilizándola en pancartas y pintadas. En cualquier caso, deberíamos
reflexionar si todo esto no es nuestra culpa, de no haber sabido hacer
ver durante todos estos años que no somos lo mismo que todos los demás,
aunque, en nuestro favor, hay que decir que la decisión de dejar fuera
también las A circuladas parece que fue discutida. El tema aquí es que
las A circuladas es lo de menos, lo importante son los mensajes que
queremos dar, y si tenemos que dejar de ponerlas, pues tampoco pasa
nada. Al fin y al cabo, como decía con razón un compañero el otro día,
no tenemos nada que vender (lo cual es cierto cuando en la práctica nos
comportamos así, lo que no siempre es el caso). Peor que el caso de las A
circuladas, que por mucho que nos pueda doler, es hasta cierto punto
comprensible, es el caso del feminismo, que está encontrando cierta
oposición tanto en las acampadas como en twitter, con gestos bastante feos y comentarios fuera de lugar.
- 7. El fin, al fin.
Terminamos,
ya, por fin, haciendo una última reflexión. El movimiento 15-M ha
tenido un principio y tendrá un final. Siendo realistas y teniendo en
cuenta lo pocxs que somos lxs anarquistas y nuestra inexperiencia es
bastante improbable que nuestra participación en él sea el componente
que determine su desarrollo y su fin. Aun así, creemos que tenemos
margen y capacidad para participar en él y aportar, y que no se limite a
un movimiento de reforma ciudadana, o al chiringo de cualquier
partiducho. Esta propuesta va en ese sentido, en el de intentar ir un
poco más allá. No tenemos muchas esperanzas en que el movimiento 15-M
cambie radicalmente la naturaleza de la sociedad actual, no podría ni
aunque quisiera, y todo parece indicar que no quiere. Aunque consiga sus
objetivos, todo se traducirá en una reforma del sistema democrático o
incluso en un reforzamiento temporal del estado del bienestar. Aun así,
esto no son excusas para quedarse en casa. Creemos que hay que estar
allí y participar, porque si lo hacemos medianamente bien, puede ser
beneficioso para el anticapitalismo y el anarquismo a medio y largo
plazo.
En
primer lugar, nosotrxs creemos que el sistema democrático y el capital
son como son, y que todos los partidos, en el fondo, son iguales. Si el
movimiento 15-M prospera y consigue reformar el sistema democrático,
acabando con el “bipartidismo” y la “partitocracia”; con el tiempo, los
partidos minoritarios acabarán por quedar en evidencia, porque el
sistema democrático y el capital son así.
En segundo lugar, hay una cosa positiva en todo
esto, pase lo que pase. Hace un mes, el sentimiento general era “que
mierda es todo, pero qué podemos hacer. No se puede hacer nada, etc.”
Hoy hay bastante gente que cree que se puede cambiar la ley electoral,
que es lícito saltarse lo que diga la Junta Electoral cuando es injusto,
etc. Por algún sitio se empieza. Si el movimiento 15-M continúa y se
consiguen cosas a través de movilizaciones y asambleas, y estas más o
menos funcionan, independientemente del resultado, es una baza a
explotar. En este país no se ha ganado nada de nada desde hace mucho
tiempo: la entrada en la OTAN, nada, el PRESTIGE, nada, la Guerra de
Irak, nada, las luchas en la Universidad, nada… De hecho, el único
cambio que mucha gente asumió como propio fue cuando el PSOE gano al PP
después del 11-M ¡y se hizo votando!, lo que encima reforzó las
ilusiones democráticas.
En tercer lugar,
el movimiento 15M ha conseguido sacar a la calle a la gente a hablar
colectiva y públicamente de política, de algunos de los problemas
sociales y políticos que les rodean. Esto era algo que hacía mucho
tiempo que no se veía. La mayoría de las conversaciones son en torno a
cuestiones de reformas, de cambios mínimos, pero, como decíamos antes,
por algún sitio se empieza. De alguna forma ha abierto una brecha en el
“no te metas en política”, el “desencanto” y el “no se puede hacer
nada”, los tres regalitos que franquismo, transición y democracia nos
habían dejado. Lo que no puede ser es que cuando la gente se quede en
casa, la critiquemos por que no sale a la calle y cuando sale a la calle
la critiquemos porque lo que pide no es la revolución social. Eso no
tiene ningún sentido.
Si se consiguen
algunas cosas mediante la lucha en la calle, creemos que cuando todo
esto acabe, quizás sea más fácil convencer a la gente de que una
asamblea en el curro puede funcionar, de que salir a la calle a
protestar sirve para algo, que se puede ganar una huelga o echar abajo
un plan urbanístico: mediante la solidaridad, la acción directa, etc.
Por supuesto, si lo que se consigue se hace exclusivamente a través de
maniobras políticas, votaciones, referéndums, etc. (algo bastante
improbable si no hay una presión considerable desde la calle) lo único
que va a salir reforzado es el sistema democrático. Ahí está la
cuestión, y ahí debemos estar los anarquistas.
Veremos cómo acaba
todo esto, pero el movimiento anarquista saldrá reforzado si sus
prácticas, su forma de afrontar la realidad y algunos de sus puntos de
vista se extienden y echan raíces en el ideario colectivo. El movimiento
anarquista también será más fuerte si nuestra participación en el
movimiento del 15M se traduce, tras la crítica, la autocrítica y el
análisis público, en nuevas experiencias colectivas. Es poco probable
que nuestros objetivos a largo plazo crezcan significativamente a nivel
social gracias al 15-M, independientemente de que podamos convencer a
cierta gente en el proceso. Esta lucha va por otros caminos, por el
trabajo constante de abrir locales, de editar material, de análisis, de
hacer jornadas, charlas, etc. que en ningún caso deberíamos abandonar
sólo por estar en el 15M.
__________
[1] Durante la corrección
del texto, la acampada de sol ha aprobado los cuatro puntos que
conforman el llamado #consensodeminimos. No vamos a valorarlo, ya que no
creemos que cambie esencialmente lo dicho en el texto, algo así nos
esperábamos tarde o temprano.
[2] http://es.wikipedia.org/wiki/Iniciativa_popular
__________
En http://www.alasbarricadas.org/noticias/?q=node/17755