Afortunadamente las nuevas tecnologías nos han dado pie para lanzarnos al mundo de INTERNET y poder hacer visible la voz de la invisibilidad, la voz del silencio, la voz de los que queriendo hablar apenas nadie les escucha y a quienes muchos tantas veces representan. La voz de los que ni siquiera pueden salir a la calle o soñar en su propia cama.
Todavía en el mundo hay personas con diversidad funcional (discapacidad) cuyas crudas realidades no solo se desconocen, sino que no se quieren saber porque en una sociedad en la que imperan los grados de perversiones quienes carecemos del más mínimo grado de ellas porque ni la oportunidad de ser perversos como la gran mayoría se nos otorgó, somos personas, sin rango, sujetos de dominación y en definitiva un simple cero a la izquierda. ¡Tanto tienes, tanto vales !
Lo triste es que ya somos muchos ceros a la izquierda en este país y nadie mueve un dedo por evitar que en la España de la diversidad y la pluralidad estas cosas sigan sucediendo. Ni nosotros mismos, más veces de las deseadas.
Hace unos días contaba a través de un testimonio las vejaciones que un miembro del Foro de Vida Independiente ha tenido que padecer por pretender ejercer su derecho a sentarse a defecar en un inodoro porque nadie del personal sanitario se dignaba a quererlo hacer considerando que no entraba en el ejercicio de sus funciones. Hoy también a través de un mensaje de otro miembro del foro, me encuentro con que las perversidades alcanzan tales niveles como para que a un hombre de 40 años, desde el seno de su propia familia y porque es dependiente directo de ella, quizás por culpa de una mala o nula reorientación familiar, cuyo presupuesto se habrá justificado ya en algún despacho, se le niega de igual modo su derecho a masturbarse.
He aquí su testimonio :
Que alguien con 40 años no haya hecho el amor nunca no es muy normal aunque entra dentro de la lógica, que no haya visto a una mujer desnuda salvo en alguna foto es absolutamente «anormal». Sin embargo no es un hecho aislado creo, ya que a mí (y posiblemente no sea el único), me ocurre.
Mis padres, aunque me quieren muchísimo, no entienden que tengo las mismas necesidades fisiológicas que cualquier otra persona, que tengo curiosidades por conocer nuevas cosas como es para mí el cuerpo de una mujer, o que tengo el derecho a masturbarme como ellos, por ejemplo. Pero cuando lo hago tengo algo más que una buena «charla», y para ellos que yo vea a una mujer desnuda es «pecado».
Aún no he visto a ninguna mujer sin ropa, ni creo que la vea. Tengo messenger, y me conformaría con ver a alguna mujer desnuda por cam, pero pedir eso a una mujer me parece obsceno y de mal gusto, aunque tengo asumido que es más que posible que nunca vea una.
Para ellos, para mis padres no tengo 40 años, todavía soy un «niño» que no tiene necesidades, curiosidades. Un «niño» de 40 años al cual, sólo con verle con el pene erecto (inevitable para el hombre muchas veces), le riñen. Sin embargo, y lamentablemente, no soy el único.
En España hay 3,5 millones de personas con algún tipo de discapacidad y por ende, 3,5 millones de realidades diferentes. La gran mayoría ocultas, dormidas, silenciadas. Solo sabemos lo que vemos en los telediarios y en las revistas del papel couché. Sabemos de presupuestos millonarios invertidos tal vez para que no se conozcan estas realidades. De leyes del papel mojado que se emborronan de tinta a la primera defensa de su aplicación para no ser nunca aplicadas.
Al igual que este hombre no ha visto una mujer sin ropa, yo pensando y pensando aun no he visto la plena representación de mi colectivo, con un poco de fundamento. Algo está pasando.
Mª Ángeles Sierra Hoyos.
Miembro del Foro de Vida Independiente.
msierrahoyos Jw3 gmail.com
