"Es como una revolución", exclamó Husein Abdulhadi mientras escapaba del campo de batalla en que se habían convertido las calles aledañas a la base del destacamento español Al Andalus, a medio camino entre Nayaf y Kufa, al sur de Bagdad. Dos helicópteros Apache estadounidenses ayudaban a dispersar a los milicianos que, por turnos, salían a pecho descubierto para disparar contra el acuartelamiento. Desde primera hora de la mañana de ayer, una manifestación de seguidores del clérigo chií radical Múqtada al Sáder se había congregado para protestar por la detención de Mustafá al Yaqubi, su representante en Nayaf. A media mañana comenzaron los disparos de un enfrentamiento que se prolongó durante horas. Al menos 20 manifestantes resultaron muertos y unos 200, heridos. Un soldado salvadoreño y otro norteamericano perdieron la vida en la batalla, según confirmó el Ministerio de Defensa español.


«Es como una revolución», exclamó Husein Abdulhadi mientras escapaba del campo de batalla en que se habían convertido las calles aledañas a la base del destacamento español Al Andalus, a medio camino entre Nayaf y Kufa, al sur de Bagdad. Dos helicópteros Apache estadounidenses ayudaban a dispersar a los milicianos que, por turnos, salían a pecho descubierto para disparar contra el acuartelamiento. Desde primera hora de la mañana de ayer, una manifestación de seguidores del clérigo chií radical Múqtada al Sáder se había congregado para protestar por la detención de Mustafá al Yaqubi, su representante en Nayaf. A media mañana comenzaron los disparos de un enfrentamiento que se prolongó durante horas. Al menos 20 manifestantes resultaron muertos y unos 200, heridos. Un soldado salvadoreño y otro norteamericano perdieron la vida en la batalla, según confirmó el Ministerio de Defensa español.

Al menos otros siete soldados estadounidenses murieron ayer en la depauperada Ciudad Sáder, en Bagdad, y más de una veintena resultaron heridos en un combate callejero entablado al caer la tarde con milicianos de las Brigadas del Mahdi, brazo armado de Múqtada, según una fuente militar de EE UU. Otras dos personas murieron en Bagdad en choques entre radicales chiíes y tropas de EE UU y una tercera en Amara. El presidente de turno del Consejo de Gobierno iraquí, Masud Barzani, condenó el recurso a la violencia de los partidarios de Múqtada. También el máximo líder religioso de los chiíes, el gran ayatolá Alí al Sistani, hizo un llamamiento a la calma. Un portavoz de Múqtada, el jeque Abdelhadi al Daraji, aseguró a última hora que el dirigente chií había desconvocado las protestas «porque no conducen a nada» y acusó a los españoles de haber disparado contra una manifestación pacífica. Desde Bagdad, la oficina de este clérigo radical, emitió un comunicado menos tranquilizador en el que llama a sus seguidores a «aterrorizar al enemigo».

«Los enfrentamientos han empezado hacia las doce, cuando la policía iraquí ha abierto fuego contra los manifestantes que tiraban piedras contra la base española», explica Husein Abdulhadi, que intentaba llegar hasta su casa cuando se vio en medio de las protestas. Este portavoz de Múqtada al Sáder, un joven clérigo chií que se opone a la presencia de tropas extranjeras, está bajo custodia de la coalición. A falta de que EE UU explique cómo ha llegado a esa situación, los fieles de Múqtada responsabilizan a las tropas españolas bajo cuya jurisdicción se encuentra la ciudad santa de Nayaf, donde residía Al Yaqubi.

Milicianos

«Al producirse los primeros muertos, los policías han salido corriendo y los milicianos del Mahdi han disparado contra las tropas españolas que a su vez han respondido», asegura este hombre. «Han trasladado a muchos heridos al hospital, pero he visto gente tirada en el suelo», dice. Curiosamente su ira no se dirige contra los españoles, que para él como para el resto de los habitantes de Nayaf son indistintamente los soldados españoles, hondureños y salvadoreños destacados en la ciudad, ni siquiera contra los milicianos armados, sino contra los policías iraquíes. «¿Por qué disparan contra sus hermanos ?».Todos los caminos en Nayaf y alrededores están tomados por el Ejército del Mahdi, que hasta ahora había evitado exhibir sus armas. Tanto desde Kufa como desde Jan al Hamad, por donde llegan a la ciudad santa chií las dos carreteras que vienen de Bagdad, esos voluntarios vestidos de negro y con la única legitimidad de su despliegue tienen el control absoluto. No hay tropas de la coalición ni policía iraquí a la vista.

En Kufa, donde predica el clérigo rebelde, los milicianos han cortado la calle principal y, armados con Kaláshnikov, desvían el tráfico. La ciudad ha seguido a pies juntillas la orden de huelga general lanzada desde todas las mezquitas dirigidas por imames afines a Múqtada. El mercado está vacío y los puestos que han abierto se apresuran a recoger la mercancía ante el repentino nerviosismo de los soldados del Mahdi que ahora corren con las armas arriba y abajo de la calle.

Para llegar a Nayaf hay que rodear el lugar de los enfrentamientos por el norte de Base Baker, el nombre código que los militares dan al conjunto de edificios a medio construir que iba a ser la Universidad de Kufa y que albergan al destacamento español Al Andalus, al grupo táctico salvadoreño Cuscatlán y a la representación de la Autoridad Provisional.

Varios milicianos llegan a la carrera exhibiendo sus fusiles. La gente se retira a sus casas y los comercios y restaurantes bajan las persianas. Al oeste de la ciudad, Base Tegucigalpa, donde se halla el contingente hondureño, se encuentra en estado de máxima alerta. Desde aquí se ha evacuado a los heridos más graves hacia Base España en Diwaniya.

EL PAÍS | Internacional – 05-04-2004
Ángeles ESPINOSA (ENVIADA ESPECIAL) – Nayaf