Artículo del compañero trabajador de la Organización Nacional de Ciegos Españoles.
En este país parece que lo que no se ve o no se oye no existe. Los escándalos, corruptelas, desfalcos, etc., se van multiplicando sin que nadie preste la menor atención, hasta que, por cualquier circunstancia, revientan y nos pringan a todos con un hedor insoportable. Es como si nacieran de golpe de un día para otro.
En este país parece que lo que no se ve o no se oye no existe. Los escándalos, corruptelas, desfalcos, etc., se van multiplicando sin que nadie preste la menor atención, hasta que, por cualquier circunstancia, revientan y nos pringan a todos con un hedor insoportable. Es como si nacieran de golpe de un día para otro.
En la ONCE hace ya tiempo que se está gestando uno de estos escándalos mayúsculos sin que ningún responsable con capacidad para poderlo evitar se tome el menor interés. Nuestros dirigentes creen poder vivir de la imagen de organización ejemplar que fue en el pasado, para lo que invierten millones en publicidad lacrimógena, con lo que intentan tapar la cruda realidad: una realidad en la que se acosa a los trabajadores (la mayoría discapacitados); se sanciona a los vendedores incluso con despidos por, según ellos, vender menos de lo que consideran «rentabilidad»; han «consagrado» una doble escala salarial lo que equivale a que haciendo el mismo trabajo, unos cobran un 30% menos que otros; a los grandes discapacitados se les deniega el trabajo porque se les considera no aptos, no rentables.
Ahora el perfil que buscan estos directivos es trabajador con buena movilidad, con carné de conducir y vehículo propio. Se cierran centenares de agencias y centros de trabajo, incluso provinciales (Teruel, Ávila, Soria…); se externalizan trabajos y se cierran servicios, se ha cerrado el Departamento de Preparado de cupón; se despide masivamente a médicos y ATS de empresa; se prescinde del personal de recepción (V2), personal administrativo y de mantenimiento.
Mientras sucede todo esto, los directivos, cuyos sueldos y primas son opacos, dilapidan el patrimonio de la ONCE y, pese a que no hay escándalo financiero a nivel nacional (Preferentes, Forum, Caja Madrid, Tele 5, Gescartera…), en el que los directivos de la ONCE no se hayan enfangado, costándole a la Institución cientos de millones su desastrosa gestión, sin que ninguno de estos directivos «bien pagaos» haya sufrido sanción alguna, bien al contrario, muchos de ellos, pese a que alguno ni respondió en la comisión parlamentaria, han medrado en la institución y hoy ocupan cargos de alta dirección y «responsabilidad», y desde estos puestos de alta dirección se permiten el lujo de sancionar y despedir a trabajadores (muchos de ellos con más de 20 años de servicio) por «baja rentabilidad».
Han modificado los estatutos fundacionales, con el beneplácito de los distintos gobiernos, para que se puedan hacer cada vez más sorteos y para que los productos ONCE se vendan en estancos, gasolineras, SuperCor, bares, Vips, juegos on line, etc. Dichos Estatutos están perfectamente amañados para ganar con mayorías propias de las más crudas dictaduras elección tras elección. En la ONCE se da la tesitura de que trabajadores que no son afiliados a la once (ciegos o grandes deficientes visuales) no tienen derecho a voto aunque lleven toda su vida trabajando en la misma, y sin embargo una persona que pierda la vista, por ejemplo a los 70 años se afilia y, aunque en toda su vida no haya tenido ninguna relación con la ONCE, puede decidir con su voto el futuro social y salarial de todos los trabajadores de la Organización. Es este tipo de afiliados, que por otra parte es muy numeroso, el más fácil de manipular por los directivos, debido a la falta de conocimientos que tienen de la realidad actual de esta institución unas personas que acaban de llegar.
Pero todo esto no ha salido por generación espontánea, no, esto es posible porque sindicatos, gobiernos, partidos políticos, instituciones públicas y, sobre todo, medios de comunicación, han callado, tapado y admitido todas estas tropelías cometidas por los directivos de la ONCE; han suscrito un pacto indecente al estilo de la Omertà siciliana. ¿Por qué? ¿Hasta cuándo?
Ninguno de los antes citados podrán decir que no sabían nada; todos tienen, desde hace años, datos fehacientes, contrastados y contrastables de estas malas prácticas tapadas por la bandera de la ONCE. Todos: partidos políticos, periodistas, sindicatos, seudosindicatos, etc. Todos sois cómplices de la situación actual en la ONCE. ¿Hasta cuándo?
Desde aquí hago un llamamiento a la cordura. Pidamos responsabilidad, transparencia y que la ONCE vuelva a ser lo que fue: una institución en la que la rentabilidad social está por encima de la supuesta rentabilidad puramente económica. Pero puestos a medir, ¿son rentables los directivos que están llevando a la ruina a la ONCE? ¿Son rentables y sostenibles los emolumentos que cobran?
S.O.S. ONCE
Adolfo Martínez
CGT-ONCE
Fuente: Alolfo Martínez