Mujeres de todas las etnias, culturas, edades… y en todos los tiempos hemos resistido, hemos denunciado y nos hemos rebelado contra las instituciones y leyes que nos discriminan, contra los sistemas económicos y sociales que nos explotan y oprimen, contra las mentalidades e ideologías que utilizan las diferencias biológicas para legitimar nuestra posición subalterna en la sociedad.
Gracias a estas resistencias y luchas colectivas hemos conquistado derechos, espacios y libertades : derecho al voto, a la educación, al empleo, a un salario igual, a la sindicación, a la igualdad en los grupos familiares, a la plena ciudadanía. Casi hemos conseguido el derecho a decidir sobre nuestro cuerpo, sexualidad, maternidad. Ahora bien, esta igualdad legal no ha supuesto la igualdad real.
Hemos accedido masivamente al mercado laboral, aunque en una posición devaluada : segregación horizontal y vertical, temporalidad, discriminación salarial -ganamos un 34 % menos que los hombres-, , la tasa de paro femenina casi duplica a la masculina, firmamos el 80% de los contratos a tiempo parcial, con horarios tan dislocados que hacen imposible la pretendida conciliación. Y todo ello es peor aun, para amplios colectivos de trabajadoras que ni siquiera son iguales ante la ley, por ejemplo, las Trabajadoras del Hogar no tienen derecho al Régimen General de la Seguridad Social, y las numerosas mujeres que trabajan en la economía sumergida no tienen ningún derecho. Esta precariedad se ve agravada en el caso de las mujeres mayores, maltratadas, con discapacidad, lesbianas, transexuales y prostitutas.
Mujeres de todas las etnias, culturas, edades… y en todos los tiempos hemos resistido, hemos denunciado y nos hemos rebelado contra las instituciones y leyes que nos discriminan, contra los sistemas económicos y sociales que nos explotan y oprimen, contra las mentalidades e ideologías que utilizan las diferencias biológicas para legitimar nuestra posición subalterna en la sociedad.
Gracias a estas resistencias y luchas colectivas hemos conquistado derechos, espacios y libertades : derecho al voto, a la educación, al empleo, a un salario igual, a la sindicación, a la igualdad en los grupos familiares, a la plena ciudadanía. Casi hemos conseguido el derecho a decidir sobre nuestro cuerpo, sexualidad, maternidad. Ahora bien, esta igualdad legal no ha supuesto la igualdad real.
Hemos accedido masivamente al mercado laboral, aunque en una posición devaluada : segregación horizontal y vertical, temporalidad, discriminación salarial -ganamos un 34 % menos que los hombres-, , la tasa de paro femenina casi duplica a la masculina, firmamos el 80% de los contratos a tiempo parcial, con horarios tan dislocados que hacen imposible la pretendida conciliación. Y todo ello es peor aun, para amplios colectivos de trabajadoras que ni siquiera son iguales ante la ley, por ejemplo, las Trabajadoras del Hogar no tienen derecho al Régimen General de la Seguridad Social, y las numerosas mujeres que trabajan en la economía sumergida no tienen ningún derecho. Esta precariedad se ve agravada en el caso de las mujeres mayores, maltratadas, con discapacidad, lesbianas, transexuales y prostitutas.
Hemos conquistado la igualdad en el derecho de Familia. Ya no necesitamos el permiso del padre o marido para abrir una cuenta bancaria, pero seguimos realizando la mayor parte de las tareas esenciales para la vida : tareas domésticas, de cuidados a las personas dependientes, mantenimiento de las redes sociales.
Hemos conseguido avances en la implicación de las Administraciones Públicas en la lucha contra la violencia machista. Últimamente se ha aprobado la Ley Integral contra la violencia de Género, pero habrá que dotarla con todos los medios económicos y humanos necesarios para que sea efectiva.
Fuertes han sido también las movilizaciones por el derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo, los eslóganes : “nosotras parimos nosotras decidimos” o “Aborto libre y gratuito” dieron la vuelta al mundo y aún hoy día no se han plasmado ni en la legislación ni en la realidad.
Es más, desde sectores recalcitrantes se está produciendo una contraofensiva ante lo ya conseguido y la Constitución Europea no contempla el derecho al aborto, ni al divorcio ni nombra en sus más de trescientas páginas un problema, tan grave en la UE, como es el de la violencia de género.
Las mujeres, tras un siglo de luchas, logramos el derecho al voto y a la participación ciudadana pero seguimos, a principios del siglo XXI, subrepresentadas en todos los parlamentos del mundo y en todos los puestos de decisión de cualquier administración, organismo o asociación política y sindical.
Las mujeres de CGT no nos dejamos cegar por el espejismo de la igualdad, seguimos en la brecha y no pararemos hasta que los derechos se plasmen en hechos. Por ello exigimos :
Seguiremos alerta, plantando cara y luchando por la transformación de este mundo patriarcal y capitalista por otro mundo hecho a la medida de todos los seres humanos, mujeres y hombres, enriquecido con los valores considerados femeninos, con los de otras etnias y culturas y que priorice las necesidades de la vida sobre las de los mercaderes de la muerte.
Hagamos de la utopía una realidad ¡Además de derechos, hechos !
Par : Secretaría de la Mujer