Cuando se publique esta carta, no sé si estarás en la gloria monclovita o en el ostracismo del fracaso. En otro tiempo me hubiera dado igual una cosa que la otra. Después del gobierno de tu antecesor, Aznar, ya no me da lo mismo. Imagínate qué clase de gente sois, que hacéis que hasta los ácratas se piensen lo de votar con tal de no tener que aguantaros.

Cuando se publique esta carta, no sé si estarás en la gloria monclovita o en el ostracismo del fracaso. En otro tiempo me hubiera dado igual una cosa que la otra. Después del gobierno de tu antecesor, Aznar, ya no me da lo mismo. Imagínate qué clase de gente sois, que hacéis que hasta los ácratas se piensen lo de votar con tal de no tener que aguantaros.

Desde luego que la culpa no es tuya. Quiero decir : no toda. Los cuatro últimos años de Aznar tienen la mayor parte de la culpa. Hasta que llegó ese payo, muchos pensábamos que este país había cambiado tanto que hasta la derecha se había civilizado. ¡Qué equivocados estábamos !

Los expertos en comunicación al servicio del gobierno fabricaron el mito del “centrismo de gestión”. Al socaire de la propaganda acerca del fin de las ideologías, vendíais al país la idea de que erais los más eficaces gestores de los intereses nacionales. No erais gente de derecha ni de izquierda. En realidad, decíais, no hay tales cosas. Hay sólo metodologías sobre hechos concretos : mover dinero hacia acá o hacia allá para que la economía flote. Si la economía funciona, el estado recauda y así puede redistribuir, aunque es mejor redistribuir poco ; más vale liberalizar, remover los obstáculos que impiden que el dinero fluya.

Durante dicho período, aumentó considerablemente el precio de la vivienda y los artículos de primera necesidad, con la consiguiente pérdida de poder adquisitivo para todos. La precariedad en el empleo aumentó. No sólo eso : vuestra eficaz propaganda tuvo efecto en vuestra mayor clientela electoral, el empresariado. Tanto es así que les hicisteis el favor de acercarlos vía decretazo al despido libre que tanto desean. Cual manada de hienas, aprovechasteis el momento de mayor debilidad de vuestra presa para lanzar el ataque. Os visteis delante de una huelga general, pero vuestra propaganda repetía que eso no era nada. Huelgas y manifestaciones eran cosa del pasado.

Como cosa del pasado eran los millones de manifestantes que tuvo la campaña contra la estúpida guerra en que nos metió aquél, tu jefe, El Señor de los Gambazos. Enfermo de ansia de reconocimiento, como todo torpe que se precie, fue a por lo que quería por la vía menos recomendable : la de la adulación. Se trataba de arrimar algo de soldadesca al teatro de operaciones y así tener pretexto para participar de la rapiña. Un pingüe negocio disfrazado de defensa preventiva. Nos costó muchos muertos, Mariano. Hay que joderse, Mariano : yo no sé qué se os viene a la cabeza a los políticos cuando la metéis así, hasta el corvejón. Cualquiera en tal situación se retira, pero tú y el resto de la troupe, erre que erre. Será que para ser buen político hay que lidiar con la desvergüenza como lidia un mecánico con la grasa de las uñas.

La legislatura os la habéis pasado cabreados, mintiendo mucho y proponiendo poco. Vuestro disfraz tecnocrático os lo habéis dejado olvidado en el armario y os habéis puesto el traje de requeté místico, ultramontano y carpetovetónico del que nunca queréis salir. ¿Sabéis ? Dais mucha pena cuando salís a la calle a manifestaros porque se nota que no tenéis costumbre. Lo de ver una recua de monjas danzarinas descubriendo lo divertido que es liarla ha sido de lo mejor que puede ofrecer la sociedad del espectáculo. Sobre todo cuando es “por la familia”, que parece que están loando a la mafia palermitana. Sois muy horteras. ¡Qué se le va a hacer !

La democracia con los sociatas es un poco surrealista. Con vosotros, es una goyesca grande hazaña con muertos. En fin : si ganas, no la repitas. Si pierdes, tómate algo, que tienes muy mala leche.

Ni tuyo ni de nadie.

El Tonto de Abundio.


Fuente: Abundio