(a la Patricia Heras, assassinada per on ser un cadàver)
Hoy, 17 de enero de 2015, una parte de la sociedad catalana se ha podido mirar en el espejo y se ha visto muerta, un puro cadáver. Ni proceso, ni españolidad de bajo voltaje, ni “prucés”. Cadáver en descomposición, camino de la putrefacción.
Hoy, 17 de enero de 2015, una parte de la sociedad catalana se ha podido mirar en el espejo y se ha visto muerta, un puro cadáver. Ni proceso, ni españolidad de bajo voltaje, ni “prucés”. Cadáver en descomposición, camino de la putrefacción. Una ciudad que es un país donde cadáveres con traje de chaqueta afirman que la policía, que decía Pi de la Serra, está al servicio del ciudadano y, ante el miedo, da todo el poder de la violencia, para que la monopolice, a su gente menos formada (para que acaten, no piensen y ejecuten), a menudo poco preparada a nivel humano y frecuentemente emperrada en descargar porras y lo que haga falta encima de quien sea si quien manda se lo manda. Y quien manda, en tiempo de crisis, siempre manda pegar fuerte, dar miedo, incrementar el terror, convertirse en elemento desactivador de cualquier protesta por las diversas opresiones que el poder establecido determina cada día. Y que conste en acta que la formación, si no es humanística, no vale de nada aquí…
El caso 4F es el centro argumental de «Ciutat morta», la película documental de Xavier Artigas y Xapo Ortega. No me extenderé sobre su argumento porque es sobradamente conocido, pero sí que me parece básico pensar y decir que si estamos aquí, si llegamos a estos hechos y de este modo, es porque vosotros, los y quienes os denomináis “buena gente” y que por eso nunca os metéis en política, habéis dejado la violencia en manos de impresentables, habéis dejado en manos de personas sin escrúpulos parte de la vida de todas y todos. A menudo no os toca recibir pero si nunca os toca, entonces los conocidos agacharán la cabeza tal como hacéis vosotros y parecerá que no os vean, porque lo respetáis, «la policía está al servicio del ciudadano» pero es mentira. Hoy, una película, censurada en cinco minutos en el último momento, pero vista colectivamente por miles y miles de personas, abre la ventana a pensar y decir que quizás quienes nunca decís nada ante todo esto a que me refiero os equivocáis. Sí, vosotros que nunca ponéis en entredicho a quien manda y menos aún a quien pega en nombre de quien manda.
Señoras y señores, la corrupción policial que narra «Ciutat morta» no es excepcional, es consecuencia del miedo, del miedo que lleva a muchos ciudadanos y ciudadanas a llenar de cámaras calles, plazas y centros escolares, porque todo el mundo lo hace…; del miedo que os hace dar poder a gente que nunca tendría que haberlo tenido; que os hace aceptar como «normales» los golpes de porra dados obedeciendo órdenes contra gente que defiende su casa contra los bancos, por ejemplo; que os hace pensar que quien va bien vestido o con uniforme siempre tiene la razón; que os hace coger fuerte la cartera cuando quien se acerca es un pobre y relajaros cuando es un banquero…
Hoy Patricia Heras debe de estar feliz de haber trastocado la cena que el sábado por la noche tenía que preceder el almuerzo de domingo a un grupo de buena gente que nunca se mete en política. Lástima que para hacerlo la hayamos tenido que perder, hayamos tenido que asistir a su muerte, a su asesinato, ordenado y organizado metódicamente por quien nunca aceptará nadie que sea diferente a cómo se tiene que ser según él. Hoy, la poeta muerta seguro que ha reído de gusto entre las páginas de su libro mientras a algún silencioso se le ha llenado la boca de saliva para intentar hablar y decir que no puede ser… Hoy, se ha roto el espejo y detrás, sin ningún tipo de duda, hemos encontrado un montón de cadáveres. Y muy posiblemente su muerte tiene que ver con vuestra vida. Nada se ha acabado hoy, quizá para algunas y algunos ha empezado y el deseo de otros busca que este comienzo no tenga final.
Jordi Martí Font
Fuente: Jordi Martí Font