Mucho se ha escrito y sobre todo dicho acerca de la reforma constitucional que se avecina y en la que están de acuerdo totalmente PSOE y PP. Curioso este acercamiento de posiciones cuando las espadas están desnudas y en alto ante el inminente combate electoral. Pero la vida es así y se producen sorpresas como estas.

Podrían haber desarrollados acuerdos
que apuntaran a la mejora de las condiciones de vida de los casi 5.000.000 de
parados y paradas, o de los 8.000.000 de personas que se encuentran por debajo
del umbral de la pobreza en España. Pero al menos algo es algo, aunque ese
algo precisamente por lo sorpresivo debe ser analizado con algo de detalle.

Podrían haber desarrollados acuerdos
que apuntaran a la mejora de las condiciones de vida de los casi 5.000.000 de
parados y paradas, o de los 8.000.000 de personas que se encuentran por debajo
del umbral de la pobreza en España. Pero al menos algo es algo, aunque ese
algo precisamente por lo sorpresivo debe ser analizado con algo de detalle.

Comenzando
por que dirigentes del PSOE se manifiestan de forma contradictoria sobre el
apoyo a esta iniciativa. Concretamente López Garrido apoya la reforma, según ha
manifestado este viernes, en declaraciones realizadas en la Universidad
Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) de Santander. Por otro lado el, otra
hora “factótum” del PSOE, Sr Borrell, en ese mismo foro, no comparte la
reforma propuesta y espera que sea sometida a referéndum a la ciudadanía.
Precisamente este ex alto cargo socialista muestra su extrañeza preguntándose  «¿Qué ha pasado desde hace una semana? Porque hace una
semana tanto Zapatero como Rubalcaba ridiculizaban a Rajoy por proponer esta
medida y ahora son ellos, por lo que algo tienen que haber ocurrido que todavía
no sabemos».

Por
su parte Lopéz Garrido viene a insistir que la reforma propuesta de la
constitución no es ni conservadora ni progresista y que será en la aplicación
año a año de los presupuestos generales del estado donde la ciudadanía podrá
comprobar si se hacen políticas conservadoras o progresistas. Con el ataque
frontal del gobierno socialista a todos los derechos sociales adquiridos por el
pueblo en materia laboral y social, es evidente que debería la ciudadanía ser
conservadora a ultranza. Al menos se conservarían las conquistas sociales que
tantos años de pelea, muerte y represión le costó al movimiento obrero
imponerlas. Porqué hay que preguntarse quién defiende una sanidad y educación
como derecho real para todas las personas, o quien defiende que la jubilación
se mantenga a los 65 o incluso se adelante (para generar más puestos de
trabajo), o, ya que estamos, que los derechos recogidos, que nunca asumidos de
la constitución, sobre el trabajo o la vivienda se materialicen de una vez por
todas. Estos serían los temas constitucionales que deberían quitarle el sueño
a sus “señorías”, políticos de pacotilla, y no ese afán atropellado de
proyectar una imagen de solvencia a los mercados internacionales, donde las
grandes fortunas y empresas españolas tienen serios intereses, pactando
introducir en nuestra carta magna algo de sentido común: Que no se puede
gastar más de lo que se ingresa. ¡Hasta ahí se eleva la estupidez a rango de
decisión política de altura!

Por otro lado el hecho de que se ponga un límite
al gasto, nada menos que con el máximo rango legal, en modo alguno conjura el
peligro “cierto” de que ese gasto siga siendo un dispendio, un sinsentido o un
disparate. Porque no olvidemos que la Constitución nada dice sobre el sano
juicio que deberían tener los legisladores y políticos de turno. Por ello
recordemos aquello de que ¡aunque la mona se vista de seda…!

Rafael Fenoy Rico


Fuente: Rafael Fenoy Rico