No seré yo quién rebusque palabras raras o sin sentido, para tener un recuerdo de mi compañero y amigo Eladio, sino más bien utilizaré la sencillez de expresión, pues era Eladio imagen de la sencillez y trasmisor de buenas vibraciones, lo que hacía dejarse querer y confiar en el a primera vista.

Le conocí allá por 1983 trabajando en pueblo de Cantabria llamado Mataporquera y ya en aquellos tiempos, todavía de ferroviarios antiguos y jefaturas de despachos grises con crucifijos, archivos llenos de expedientes sancionadores y de despidos, máquinas de Olivetti con teclas de cristal, mesas ennegrecidas llenas de manchones de tinta, y bastante miedo, cuando ya despuntaba en sindicatos todavía marginales y semi-clandestinos, como era la CNT.

Le conocí allá por 1983 trabajando en pueblo de Cantabria llamado Mataporquera y ya en aquellos tiempos, todavía de ferroviarios antiguos y jefaturas de despachos grises con crucifijos, archivos llenos de expedientes sancionadores y de despidos, máquinas de Olivetti con teclas de cristal, mesas ennegrecidas llenas de manchones de tinta, y bastante miedo, cuando ya despuntaba en sindicatos todavía marginales y semi-clandestinos, como era la CNT.

Tuvo mucho valor y dedicó toda su vida a los demás y fue de los muy pocos sindicalistas que conozco que a pesar de recibir amenazas y presiones, nunca dejó de luchar ni de apartar sus convicciones, incluso nos dejó con el mismo cargo de inicio en Renfe, Especialista de Estaciones, a pesar de que le ofrecieran cargos importantes tanto en la empresa como fuera por abandonar sus pensamientos e intenciones sindicalistas.

Yo mismo debo agradecerle que teniendo en 1985 un grave accidente de trabajo, en el cual estuve a punto de quedar parapléjico, fuera el único de todos los sindicatos que me apoyó para que hoy esté aquí escribiendo estas líneas de emocionado recuerdo.

Reconozco que solemos contar estas anécdotas cuando alguien ya no está, forma parte de nuestra idiosincrasia, pero también es importante que quien dejó huella, no se nos olvide nunca, y nos enorgullece el haber sido compañeros y amigos de Eladio, pues pocas personas llegan a tener su carisma y dotes de trabajo como él tuvo hasta que nos dejó y la prueba es que le recordamos siempre trabajando por los demás, y parte de nuestro bienestar laboral actual se lo debemos a él, sin olvidarnos asimismo de todos sus colaboradores y compañeros del sindicato, que siguen en este esfuerzo.

Amigo Eladio, sé que entre otros, a mí y a todos los compañeros de Cantabria, nos tenías un cariño especial. Sentíamos con tu compañía respaldo y confianza, y la prueba fue en tu despedida final, la multitud de amigos y compañeros que participamos en esa reunión, aunque eso sí, ya sin tu presencia.

Compañero Eladio, gracias y jamás te olvidaré.

Chema Yagüe.


Fuente: José María Yagüe