En cuanto el rey Layo supo de la profecía mandó matar a su hijo. Así fue como el mensajero encargado de deshacerse del niño, en lugar de eso, lo dejó vivir. Años después Edipo volvió, asesinó sin saberlo al rey y se casó con Yocasta. Sófocles añade en ese momento el punto de inflexión que provocará el estallido del conflicto: es el pastor quien revela la verdad y le cuenta a Edipo que su padre es el rey, al cual acaba de matar, y su madre es Yocasta, con quien se acaba de casar.
La tragedia está servida, aparece el incesto, la culpa y el autocastigo. Conocemos también la historia de Edipo a través de las interpretaciones del psicoanálisis, pero más desconocida es la visión que realiza Foucault. El filósofo explica que esta historia es interesante en tanto en cuanto se trata de una metáfora del poder popular. ¿Por qué dice esto? Porque el pastor es un súbdito, una bisagra entre los reyes y los dioses y es, por tanto, el pueblo quien posee el secreto, quien tiene la pieza que falta para completar la verdad. Si no hubiera pastor no habría historia.
La tragedia está servida, aparece el incesto, la culpa y el autocastigo. Conocemos también la historia de Edipo a través de las interpretaciones del psicoanálisis, pero más desconocida es la visión que realiza Foucault. El filósofo explica que esta historia es interesante en tanto en cuanto se trata de una metáfora del poder popular. ¿Por qué dice esto? Porque el pastor es un súbdito, una bisagra entre los reyes y los dioses y es, por tanto, el pueblo quien posee el secreto, quien tiene la pieza que falta para completar la verdad. Si no hubiera pastor no habría historia. Si no hubiese testimonio no habría final.
Las personas que aparecen en la película Ciutat Morta, la película en sí misma, los directores, todos aquellos que participaron en su producción, son testimonios, como el pastor, y realizan un gesto de poder popular porque son capaces de revelar la verdad: que los acusados del caso 4F son inocentes. El documental es el punto de inflexión en esta tragedia y queremos que, como tal, desencadene un final, pero esta vez de justicia y de reparación.
Las personas que aparecen en la película Ciutat Morta son testimonios, como el pastor, y realizan un gesto de poder popular
Las tragedias escritas por Sófocles representan mediante la ficción los orígenes de la justicia griega. Como en el relato de Edipo la justicia necesita de la verdad, pero la verdad se puede obtener de varias maneras, explica Foucault, mediante procedimientos que se basan en saberes filosóficos, retóricos o empíricos.
La justicia en nuestra sociedad se sustenta sobre estos últimos procedimientos, los empíricos. La verdad necesita ser demostrada mediante pruebas reales, es decir mediante testimonios y objetos. En este caso el proceso judicial ha estado plagado de mentiras y manipulaciones mientras que, a pesar del estatuto de representación que se le supone a una película, Ciutat Morta juega mejor las reglas del juego que avalan la validez de los testimonios y las pruebas que en ella aparecen.
Si las series policiales arrasan en la tele es porque presentan historias que acaban resueltas gracias a que los objetos y los cuerpos de las víctimas hablan a los investigadores. La verdad emana de ellos. Todo encaja, nos da placer que cada cosa acabe en su lugar. Ciutat Morta es un documental, pero el caso 4F tiene todos los elementos de una película de ficción: unos inocentes acusados de un delito que no cometieron, una muerte y un poder corrupto. Sin embargo no es una fantasía, por mucho que lo tuiteen los mossos d’esquadra. En este caso la propia justicia ha dado validez a unos testimonios policiales por encima de los testimonios de los acusados, jóvenes de estética antisistema, tres de ellos sudamericanos, qué casualidad.
El proceso judicial del 4F está lleno de mentiras, es una ficción en sí misma. Lo único real del proceso es la corrupción política y policial, real es que la policía tortura en este país (país mort, también) y reales y tangibles son las consecuencias del caso: cuatro personas torturadas, encarceladas, condenadas a pagar un millón de euros… y una muerte. La justicia también dice que si no hay cuerpo no hay delito pero, acaso no les parece suficiente el cuerpo sin vida de Patricia Heras como prueba del delito que han cometido las élites del poder en esta ciudad muerta?
La historia del 4F es una tragedia. Si las obras de Sófocles representan el origen de la justicia, la película Ciutat Morta va más allá de constituirse como metáfora del poder popular: es poder popular. ¿Por qué? Por el propio proceso de realización del film pero sobre todo porque es una película que no representa sino que pone en acto. Ha puesto en acto a los agentes sociales que antes estaban agazapados y callados, a políticos que fueron culpables, a periodistas al abrigo de sus sueldos y a los medios de comunicación dominantes. Se trata de un dispositivo cultural que es acción política porque ha conseguido desencadenar un efecto que pocas veces suele ocurrir con los videos activistas: la película llega a la televisión catalana después de un largo recorrido por festivales de cine pero también por espacios autogestionados. La bola se fue haciendo tan gorda que TV3 no pudo decir que no a la emisión de una de las películas catalanas más premiadas de los últimos años. Y es que es cine catalán del bueno,hecho por catalanes(como el cine de Joaquím Jordà)(1) El impacto es tal que la historia se abre paso en la centralidad de los debates en las esferas públicas. Se pide que se reabra el caso, el ayuntamiento manda la película a fiscalía. Parece que los partidos políticos quieren esclarecer la verdad.
La verdad sí, pero un momento: estamos hablando de la misma verdad? La fiscalía pide nuevas pruebas y se habla de que se necesita hallar al verdadero culpable. TV3 insiste en ello. Sin embargo los realizadores y la gente que participó en la película repiten que no quieren tanto que se halle a la persona que tiró la maceta y dejó en coma a un policía como que se demuestre que las personas acusadas son inocentes y se repare el daño causado. Hasta la madre de Rodri lo dice alto y claro.
Además de esta reparación se hace necesario definir otro concepto de verdad. Hace falta destripar su verdad, la de ellos, que no es otra que aquella que se construye mediante los mecanismos y los regímenes que componen los discursos dominantes, la que “está centrada sobre la forma del discurso científico y sobre las instituciones que lo producen; está sometida a una constante incitación económica y política (necesidad de verdad tanto para la producción económica como para el poder político).
Esa otra verdad que se nutre de los mecanismos de enunciación de las instituciones políticas y económicas que son las que legitiman el ejercicio de la violencia de los cuerpos policiales, de las leyes Mordaza, de la ley de Garzón que permite acusar de terrorismo al primer vidrio roto de los bancos que nos roban la vida. Esa verdad que nos criminaliza en cuanto protestamos, la que sitúa el falso debate entre violencia sí o violencia no. Elige, si no, no puedes jugar a la democracia.
Deconstruir su verdad significa dejar al descubierto el sistema de producción de saberes que permite ejercer la represión, la tortura y el encarcelamiento de la gente que lucha cada día por una vida digna de ser vivida: los anarquistas detenidos en la operación Pandora, de los cuales siete están en prisión preventiva; Alfon, que está intentando recurrir para evitar cinco años de cárcel, las personas encausadas por la defensa del CSO Can Vies; las detenidas de la huelga del 29M a las que les piden años de cárcel y que tienen el juicio dentro unos meses… y así una larga lista.
No queremos llegar a ser víctimas de la violencia para salir en televisión y ser escuchadas. No queremos que nuestros cuerpos sean la prueba empírica de la tortura para ser legitimados. No queremos otra película como Ciutat Morta. Queremos desmontar su verdad a la que, por suerte, cada día estamos otorgando menos legitimidad. Queremos, como el pastor de Edipo Rey, ser poder popular pero para desobedecer y juzgar a nuestros gobernantes. Ser pastores, ningún rey, ni ningún dios.
Diagonal
https://www.diagonalperiodico.net/libertades/25450-4f-ser-pastores-ningun-rey-ni-ningun-dios.html
Fuente: Diagonal