Abandonamos el Somontano, campos de cuidadas viñas, que nos regalarán uno de los mejores caldos de Aragón. Entramos en el Sobrarbe, tierra de pantanos. A lo largo de la etapa bordeamos los de El Grado y Mediano.
El primero, enorme, parece un portaaviones varado entre montañas. El segundo, reducidas sus reservas por la demanda veraniega, -estamos en tierras propicias a las segundas residencias y las vacaciones-, nos enseña la carcomida espadaña de la torre de su iglesia.
Cuantos pueblos como el de Mediano fueron engullidos en los años sesenta para construir los pantanos de los que se abastecería el secano aragonés. La larga serpiente naranja pasa por sus orillas en silencio y con el corazón en un puño, muchos de nosotros hemos participado en las luchas del agua contra el Plan Hidrológico que nos querían imponer. La vista de su torre nos trae agridulces recuerdos de otra marcha a Bruselas ganada tras una ardua batalla. Hoy nos sentimos nostálgicos y un poco “modorros”, será porque empezamos a estar cansados y los pies nos duelen.
Los chicos del Colectivo Pedalea nos han hecho el regalo de prestarnos sus bicis. La etapa es sobre dos ruedas y así llegaremos a L’Ainsa, pueblo medieval de incomparable ciudadela. Este Aragón nuestro nos colma y nos recibe con los brazos abiertos.
En CGT Aragón y La Rioja : http://www.cgtaragon.org/spip.php ?article277