Cada año, cuatro millones de bebés fallecen durante las cuatro primeras semanas de vida. A pesar de que el 99% de estas muertes se produce en los países de riqueza baja o media, son las naciones ricas las que concentran la mayoría de recursos para fomentar la supervivencia. Éstas son sólo algunas de las conclusiones expuestas en una serie de estudios publicados en ’The Lancet’ con los que se pretende concienciar sobre la mortalidad neonatal.
Hace más de cuatro años, los 192 estados miembros de la ONU se comprometieron a cumplir los ’Objetivos de desarrollo de la ONU’ para el año 2015. Entre ellos se incluye la intención de reducir en dos terceras partes la tasa de mortalidad de los niños menores de cinco años y la de disminuir los fallecimientos maternos en un 75%.


Foto : Nic Bothma | EFE



Cada año, cuatro millones de bebés fallecen durante las cuatro primeras semanas de vida. A pesar de que el 99% de estas muertes se produce en los países de riqueza baja o media, son las naciones ricas las que concentran la mayoría de recursos para fomentar la supervivencia. Éstas son sólo algunas de las conclusiones expuestas en una serie de estudios publicados en ’The Lancet’ con los que se pretende concienciar sobre la mortalidad neonatal.

Hace más de cuatro años, los 192 estados miembros de la ONU se comprometieron a cumplir los ’Objetivos de desarrollo de la ONU’ para el año 2015. Entre ellos se incluye la intención de reducir en dos terceras partes la tasa de mortalidad de los niños menores de cinco años y la de disminuir los fallecimientos maternos en un 75%.


Foto : Nic Bothma | EFE


«El objetivo de la presente serie del ’Lancet’ es anular, de una vez por todas, la excusa de la ignorancia para la no actuación pública y política […] La forma en la que respondemos a la situación crítica que afrontan los niños en los países menos desarrollados del mundo servirá para examinar los límites morales y físicos de nuestras especies en una serie de formas nuevas y extremas», destaca Richard Horton, director de la publicación londinense, en un comentario adjunto a las investigaciones.

La fatalidad de las primeras horas de vida

El primer trabajo de la serie sobre superviviencia neonatal destaca que el número de muertes en las cuatro primeras semanas de vida sigue aumentando. Joy E. Lawn y su equipo afirman que tres cuartas partes de estos fallecimientos tienen lugar durante los primeros siete días y, sobre todo, en las horas posteriores al alumbramiento.

Las infecciones severas (en un 26% de los casos), un nacimiento prematuro (28%) y la asfixia (23%) son las causas principales, según apuntan los autores. El bajo peso del bebe, las complicaciones del parto y la pobreza son otros factores que también están estrechamente ligados.

«Mientras que desatendemos estos retos, 450 recién nacidos mueren cada hora, principalmente por causas prevenibles, lo que es inconcebible en el siglo XXI», concluye la investigación.

Intervenciones rentables y factibles

El segundo artículo publicado en ’The Lancet’ analiza 16 tipos de iniciativas con las que disminuir la tasa de mortalidad. «Están disponibles una serie de intervenciones factibles y altamente rentables que pueden evitar hasta un 72% de los fallecimientos neonatales», afirman los autores provinientes de Inglaterra, Suiza, Pakistán y EEUU.

Según ellos mismos explican, es necesario propiciar los cuidados en la familia o en la comunidad y, en general, fuera de los hospitales. En este sentido, es importante una educación sanitaria que permita «mejorar las prácticas en los hogares, crear demanda de una atención cualificada y mejorar su búsqueda». «El verdadero reto es hacerlo llegar con una amplia cobertura a los países que tienen unos sistemas sanitarios débiles», añaden.

«Generar una intención política y un liderazgo es el verdadero desafío al que se enfrentan los legisladores y los sistemas de salud a la hora de convertir nuestras estimaciones en una realidad», recalca el texto.

No llegan a los más necesitados

«Cada año cerca del 70% de las muertes neonatales (casi tres millones) se producen porque las intervenciones simples y eficaces no llegan a los que más lo necesitan». Así de rotundo comienza el tercer trabajo de la serie.

Los autores de esta investigación afirman que, en los países con un mayor índice de mortalidad, este tipo de proyectos posee una cobertura baja, desequilibrada y lenta.

«Para mejorar el sistema y salvar las vidas de los recién nacidos y de sus madres, el análisis presentado aquí sugiere la necesidad de doblar o incluso cuadriplicar el presupuesto sanitario en muchos de los países más pobres del mundo, a la vez que se incrementa el compromiso de utilizar los recursos. Es esencial la acción en las naciones y dirigida por estas naciones», finaliza el documento.

Diez mil bebés mueren diariamente

El último de los cuatro ensayos señala que «el progreso es posible en los estados de renta baja y que no poseen una tecnología muy desarrollada». Y añade que «muchos legisladores y profesionales de la salud no son conscientes de que más de 10.000 bebés mueren a diario, principalmente por causas que se pueden prevenir».

«Es hora de traducir los imperativos políticos en esfuerzos programáticos, de convertir las declaraciones de intención en acciones, y de generar la voluntad política para afrontar el problema», inciden los investigadores mientras proponen una serie de acciones que podrían ejecutarse en el plano nacional o en el internacional.

«El coste por cada muerte neonatal que se evita se estima en unos 2.100 dólares (casi 1.600 euros). La salud materna, de los recién nacidos y de los niños recibe poca inversión en relación con la alta cifra de muertes. Los donantes internacionales y los líderes de los países en desarrollo deberían responsabilizarse de cumplir con sus compromisos y aumentar sus recursos», destaca.

MARÍA SAINZ

EL MUNDO