Hace 35 años, la población de Ferrel se manifestó contra la construcción de la primera central nuclear en Portugal y estableció un hito en el rechazo a lo nuclear en Portugal. También en España en los años 70 fuertes movilizaciones antinucleares consiguieron impedir 10 de los 25 proyectos planeados. El accidente de Fukushima ha venido a recordar que los peligros de la energía nuclear no conocen fronteras. Organizaciones españolas y portuguesas (Ecologistas en Acción, Quercus, Gaia, AZT, Campo Aberto...) reclaman ahora el cierre de todas las centrales nucleares existentes en España.

La situación nuclear en Japón

La situación nuclear en Japón

El día 11 de marzo, Japón quedó devastado por un seísmo de 8,9 grados y el consiguiente tsunami. Además de la significativa pérdida de vidas humanas y bienes, las consecuencias pueden ser aún más graves debido a los problemas registrados en las centrales nucleares. Esta situación, que se espera que se resuelva de forma rápida y sin consecuencias de mayor calado, expone las debilidades y los riesgos asociados al uso de la energía nuclear de fisión, a pesar de la enorme inversión realizada en seguridad y del discurso tecnócrata de que todo es controlable.

Varios expertos consideran ya que se trata del segundo mayor incidente nuclear de la historia y no excluyen que se supere la gravedad del de Chernobil. Hay en este momento varios reactores en riesgo de fusión del núcleo y ya se han producido varias fugas de compuestos altamente radiactivos. Una catástrofe ecológica y social ya inevitable. La gravedad de la catástrofe, no solo para Japón, sino también para los países vecinos, estará condicionada a lo que ocurra con los reactores (lo que continúa siendo una incógnita para los especialistas) así como de la dirección de los vientos que transportan las nubes radiactivas.

Portugal dijo no a la energía nuclear en Ferrel hace 35 años

En 1976, aún no se habían producido los accidentes nucleares más graves de la historia: Three Mile Island (1979), Chernobil (1986) y Fukushima (2011). Eso no impidió que la población de Ferrel (localidad situada en una zona de riesgo sísmico elevado, en el concejo de Peniche) marchara contra la construcción de una central nuclear en su tierra, el 15 de marzo de 1976. También en España hubo fuertes movilizaciones antinucleares durante los años 70 que consiguieron detener 15 proyectos nucleares.

El resultado es que entraron funcionamiento 10 reactores nucleares de los 25 planificados. De estos 10 uno de ellos se cerró tras el accidente de Vandellós (Tarragona) de 1979 y el de Zorita (Guadalajara) se clausuró en junio de 2004.

Pasados 35 años, es el momento de reevaluar las unidades que se construyeron por toda Europa y, en particular, en la Península Ibérica, donde España cuenta con 6 centrales nucleares (8 unidades) operativas, dos de las cuales (Santa María de Garoña, Burgos y Cofrentes, Valencia), utilizan la misma tecnología (BWR) que la central de Fukushima. La central nuclear de Almaraz, junto al Tajo y a 100 km de la frontera portuguesa, ya superó el periodo previsto de funcionamiento y hace algunos meses se decidió prolongar 10 años su periodo de actividad. Este es un factor más de preocupación para España y para Portugal. En caso de un accidente grave, los impactos difícilmente quedarían confinados en las fronteras españolas.

Pedimos el cierre escalonado de las centrales nucleares españolas.

La energía nuclear es prescindible en España, puesto que este país exporta energía eléctrica a todos sus países vecinos, incluida Francia. La electricidad producida por las nucleares se puede sustituir por medidas de ahorro y eficiencia y por un apoyo decidido a las energías renovables. De esta forma se liberaría la Península Ibérica del riesgo que supone tener en funcionamiento los 8 reactores nucleares, y se evita la probabilidad de sucesos como el de Fukushima, en Japón.

Además se evita la necesidad de la gestión de los residuos radiactivos que se producirían en el futuro. En la actualidad hay unas 3500 toneladas de residuos de alta actividad, que llegarían a 7.000 toneladas. Con el cierre escalonado de las nucleares se reduciría consecuentemente el volumen de residuos nucleares.

Si queremos una sociedad sostenible, no podemos apostar por formas de producción de energía que puedan poner en cuestión a las generaciones presentes y futuras, ya sea a través de la explotación del uranio, por accidentes que se produzcan, o a través del legado que les dejamos en relación con el desmantelamiento y la eliminación final de los residuos nucleares.

Esperamos que la situación se resuelva sin daños significativos para las personas y el medioambiente, pero el aviso es claro y no puede dejar de ser escuchado por todos aquellos que desean una sociedad sostenible y con futuro. Las organizaciones firmantes de este comunicado apelan por ello al cierre de todas las centrales nucleares existentes en España.

www.ecologistasenaccion.org