Sin duda, el 15M, tras dos años desde su nacimiento, está integrado en la cotidianeidad de la vida pública, de la opinión pública, en el día a día de la calle, de las gentes. El 15M, marca, en muchos casos, la agenda de las movilizaciones sociales, interfiere, condiciona, influye..., en el discurso político, sindical, social, se ha introducido en el propio debate de la clase política, forma parte actualmente del imaginario colectivo, habiéndose acuñado en ese imaginario como “el espíritu del 15M”.
Efectivamente, una de las grandes aportaciones, quizás lo más visible, aunque parezca una contradicción, no sea su presencia en la vida pública, ni su demostrada y revalidada capacidad de movilización, si no que esa gran aportación es el “espíritu 15M”.
Efectivamente, una de las grandes aportaciones, quizás lo más visible, aunque parezca una contradicción, no sea su presencia en la vida pública, ni su demostrada y revalidada capacidad de movilización, si no que esa gran aportación es el “espíritu 15M”.
Esto significa que el movimiento 15M no es una organización al uso, no es catalogable, no es homogéneo, es complicado dotarlo de corporalidad, no es tangible, no es concreto, no está definido, ni identificado, ni personalizado, no hay una interlocución reconocible, sino que responde a un “espíritu”, a una forma de hacer las cosas, a un estilo de entender la acción y la movilización social, a un estilo de participar, de articular, un estilo de intervenir en la vida pública, de construir tejido social.
La gran pregunta, el gran interrogante que se plantea la sociedad y sus organizaciones sobre el 15M, obviamente, formulada desde fuera del 15M, la gran preocupación, quizás obsesión, que se plantea la clase política en concreto, es poner cara al 15M, configurarlo en algo real, una realidad de programas, reivindicaciones, un instrumento tangible de lucha con el que se pueda hablar, concretar, consensuar, convencer, manipular, coaptar, patrimonializar, etc.
¿Qué es el 15M para la sociedad? Es, esencialmente, un “espíritu”, algo que no se puede asir con sus manos, algo difícil de explicar y comprender, algo nuevo que ha roto con los cánones normales de afrontar la acción política, la acción social, la representatividad, algo que funciona con otras coordenadas ajenas a la popularidad, el protagonismo, el personalismo, el oportunismo, el vanguardismo.
¿Qué es el 15M para el propio 15M? Es una realidad. Una realidad que se articula virtual y presencialmente. Se compone de muchas personas autoorganizadas, autogestionadas, que detectan necesidades, que plantean propuestas, que funcionan en asambleas, que adoptan acuerdos, que los formulan en propuestas de acción, que comunican lo que hacen, que generan pensamiento crítico, que está en una búsqueda constante porque la sociedad sea diferente, que hacen política con letras grandes. Es, también, un proceso de indagación en cómo construir organización desde abajo, desde muy abajo, pero ello, de una manera natural, sin pretensiones, sin miedos a equivocarse, sin sopesar riesgos, sin tener que rendir cuentas, dando siempre pasos hacia adelante porque el enemigo es únicamente el inmovilismo y la resignación. El pueblo nunca se equivoca y el 15M es pueblo que busca protagonizar su destino.
El 15M para el 15M no es sólo un espíritu, es algo real, que tiene militancia y organización. Tiene personas que lo integran, personas politizadas y personas en formación, y tiene estructuras de participación en asambleas, grupos de trabajo, comisiones de acción, por tanto, posee un modelo de organización. Tan sólo que se trata de una organización horizontal, participativa, y en consecuencia, sometida a un lento proceso de toma de decisiones, una organización humanizada, alejada de la burocratización.
El 15M es de todos y todas, porque está hecho por todas y todos, desde abajo, pero resultando ser más que la propia suma de sus partes, más que la propia suma de las individualidades que lo componen. Ese todo que constituye el 15M, ha generado el “espíritu 15M”, de manera que entre todas y todos hemos colaborado en construirlo y al mismo tiempo se ha hecho independiente para que, como tal estilo 15M, ser capaz de volver a impregnarnos a todas y todos para intentar modificarnos en nuestro pensamiento, sentimiento y acción, para convertirse en un estilo referente de cómo hacer las cosas. Así debemos conservarlo, ajeno, distante, independiente, intangible para que así pueda seguir siendo real y con capacidad de influencia sobre nosotros y nosotras.
Cuidado con quien o quienes, desde fuera o desde dentro del 15M, aspiren a domesticarlo, encauzarlo, institucionalizarlo, guiarlo o dirigirlo, porque será imposible y se ganará su desprecio.
El 15M es dinámico, original, creativo, profundamente revolucionario. Viviendo ese espíritu, actuaremos con coordenadas revolucionarias, antagónicas al conservadurismo, a la sumisión, a la apatía, a la mediocridad.
Lo importante del 15M, hasta este momento, es que ha sabido construir eso que estamos denominando “espíritu 15M”, una forma de hacer y estar, que produce frescura, espontaneidad, desobediencia, juventud, progreso, democracia directa, acción directa, horizontalidad, respeto a la diversidad, antiautoritarismo, elegancia…
Además de todo ello, en estos dos años de existencia, el espíritu 15M ha sido capaz de hacerse real y así reconfigurar, recrear, la lucha actual contra los desahucios y las hipotecas, se hace real y configura las mareas ciudadanas por la educación o la sanidad pública, se hace real y configura las ocupaciones de casas, tierras o fábricas…
Yo creo que ese espíritu 15M tiene un apellido que se denomina libertario. Lo libertario implica colectividad en plena libertad, construcción entre todas y todos desde la igualdad y la justicia. Cuando el ser humano descubre el espíritu libertario queda impregnado en su integridad y de forma permanente, resultando imposible volver atrás, volver a situaciones de sumisión o resignación.
Lo que el 15M nos aporta en estos dos años de existencia son sus concreciones, sus realidades de lucha, luchas que prenden por doquier y siempre están impregnadas de ese espíritu 15M, que apellido libertario, para que de él lleguen a empaparse todas las personas y todas las organizaciones que precisemos para hacer la revolución social.
Larga vida al 15M, a su espíritu libertario. Larga vida a sus concreciones y luchas reales. Larga vida a las organizaciones impregnadas de ese espíritu libertario.
Jacinto Ceacero
Fuente: Jacinto Ceacero