Probablemente estamos viviendo en primera persona la cuarta transformación del modelo de Estado asociado al capitalismo globalizador. Desde que a principios del siglo XX comenzaba la expansión imparable de las "democracias de mercado", el Estado, en palabras de Ramón Fernández Durán, pasó de ser "fuertemente liberal al inicio del siglo a un Estado social en las décadas centrales del mismo, para acabar otra vez con un tipo de Estado de corte "neoliberal" a finales de siglo ("El Estado y la conflictividad político-social en el siglo XX", Virus editorial).
Hoy nos encontramos ante la culminación de este proceso histórico, al producirse la ruptura, al menos en lo que concierne a la crisis europea, del esquema que ha regido las tensiones entre el Estado y la conflictividad social durante más de medio siglo. El escenario euromediterráneo ofrece indicios más que suficientes.
Hoy nos encontramos ante la culminación de este proceso histórico, al producirse la ruptura, al menos en lo que concierne a la crisis europea, del esquema que ha regido las tensiones entre el Estado y la conflictividad social durante más de medio siglo. El escenario euromediterráneo ofrece indicios más que suficientes. La posición hostil y agresiva del Estado griego ante su población; la amenaza de Mario Monti en Italia: «si el país no está preparado para una buena reforma laboral, el gobierno se puede ir», el final de Zapatero que profundizó el desmantelamiento de derechos e introdujo con calzador el control del déficit en el articulado constitucional; la ostentosa convicción de Rajoy de que la conflictividad no sólo no modificará nada sus planes sino que será un aval ante el cuartel general europea, o la imitación en un Portugal intervenido con las mismas medidas políticas que aplica Madrid. Además de la aplicación de un recetario político y económico, el paquete incluye ignorar toda movilización a modo de guerra psicológica que convierta la indignación colectiva en impotencia compartida.
Tanto en su nivel estatal o subestatal, como en la propia UE, el poder político da por amortizados los mecanismos de negociación y paz social empleados hasta hoy, y opta por una guerra social de desgaste para proteger y garantizar la concentración de poder y capital. Si bien los ejemplos más evidentes los podemos encontrar en la Europa mediterránea, la ruptura con el canon de paz social posterior a la II Guerra Mundial cuenta con la complicidad de las élites de los países llamados PIGS y de las altas esferas francesas, alemanas y británicas . Este es, por otra parte, el resultado coherente del proyecto thatcherista, que ha impregnado las transformaciones de la derecha y la izquierda europea en los últimos 30 años, y que hoy está cumpliendo con sus aspiraciones, superando las expectativas de sus promotores.
Este contexto afecta de forma directa a la forma en la que deben cristalizar en las conquistas políticas de la movilización social. Sin dejar de mantener las luchas por los derechos sociales y laborales, o los servicios públicos, ni de establecer mecanismos de interlocución allí donde sea posible frenar las políticas de acoso y asfixia, hay que asumir que el esquema del pacto social está hundido, y con él la forma en que hasta ahora la revuelta social conseguía establecer y consolidar avances y derechos colectivos.
En resumen, que prefieren agotar y perseguir a quienes protestan antes que escuchar al pueblo. Ya no necesitan ni apariencias ni justificación ante nadie. Ya Domingo Cavallo, Ministro de Economía del gobierno argentino de De la Rúa, preguntado sobre si tendrían éxito las duras medidas económicas que había impuesto, respondió que dependía del Ministerio del Interior y la represión que éste fuera capaz de imponer. Entonces, ¿por qué resistir? Por necesidad. Si resistimos y nos manifestamos puede que les hacemos daño a ellos, pero si no resistimos, nos hacemos más daño a nosotros, y traicionamos nuestra forma de ser.
¿Cómo garantizar los frutos de las luchas sociales cuando difícilmente puede esperarse que lo hagan Estados que, de palabra u obra, se declaran abiertamente enemigos? Es más difícil responder cuando somos conscientes de que nuestras alternativas, en el mejor de los casos, se encuentran en estado embrionario.
La capacidad de afrontar este contexto es, en cualquier caso, una de las claves en torno a las cuales debe crecer y madurar nuestra capacidad de imaginación y creación política. El prolongado día después de una lucha sostenida ante una guerra de desgaste.
* Carlos Yatero es miembro de la Asamblea de barrio del Raval (Barcelona) y redactor de la revista Masala
http://www.cgtcatalunya.cat/spip.php?article7313
Fuente: Carlos Yatero