La Gendarmería marroquí descubrió ayer de madrugada los cuerpos de 21 inmigrantes subsaharianos ahogados en la playa de Foum el Oued, a unos 20 kilómetros al oeste de El Aaiún, la capital del Sáhara Occidental. Esta tragedia de la emigración clandestina y la que, casi al mismo tiempo, se desarrolló en Melilla se producen cuando más necesita Marruecos demostrar ante la comunidad internacional que es capaz de controlar sus fronteras. Dentro de seis días acogerá en Rabat la conferencia euroafricana sobre la emigración, en la que participarán la UE y varios países africanos.
Aunque la Gendarmería sólo encontró 21 sin papeles sin vida, el número total de muertos es, probablemente, mucho más elevado. La patera, que zarpó en la noche del domingo al lunes rumbo a Canarias, naufragó a escasa distancia de la costa. Siete inmigrantes -entre los que había cuatro mujeres de Ghana y de Gambia- lograron, según la agencia de prensa marroquí MAP, alcanzar la playa a nado. Narraron a los gendarmes que a bordo de la embarcación había 37 viajeros. Hay, por tanto, nueve desaparecidos que, probablemente, también habrán fallecido.
De confirmarse su muerte, un total de 46 inmigrantes habrían perecido ahogados en aguas del Sáhara en menos de una semana. La Gendarmería marroquí anunció el 29 de junio haber hallado los cadáveres de tres inmigrantes en una playa cercana a Tan Tan, a unos 200 kilómetros al norte de El Aaiún. El único superviviente de este naufragio reveló que otros nueve pasajeros que viajaban con él habían desaparecido. Todos eran marroquíes originarios de la ciudad de Tan Tan.
Paralelamente, nada menos que tres pateras, con 75 sin papeles, fueron interceptadas en la madrugada del domingo por la Guardia Civil. Las dos primeras, con 59 pasajeros marroquíes, fueron localizadas cerca de Motril (Granada) y la última, repleta de subsaharianos, lo fue en las proximidades de Barbate (Cádiz).
El wali (gobernador) de El Aaiún, Draiss Charki, se trasladó ayer a la playa de Foum en Oued, en uno de cuyos extremos posee su residencia, para asistir al levantamiento de los cadáveres de los 18 subsaharianos. Fueron trasladados al depósito de cadáveres del hospital Mulay Hassan Ben Lmahdi de la capital.
La tragedia de ayer se produce en mal momento para Marruecos. A partir del domingo es el país anfitrión de la conferencia euroafricana sobre inmigración que impulsa junto con España. A la cita de Rabat acuden la Unión Europea, algunos países invitados de África occidental y varias organizaciones internacionales.
Fronteras sin sellar
Los muertos de la playa de El Aaiún y los de la verja de Melilla ponen de relieve que las autoridades marroquíes no acaban de conseguir sellar sus fronteras terrestres y marítimas a menos de una semana de la cita ministerial, en la que intentarán presentarse ante sus vecinos africanos y europeos como comprometidas con la lucha contra la inmigración ilegal.
El naufragio de la patera se produjo a tan solo centenares de metros de la residencia del gobernador de El Aaiún y en una playa bordeada por una carretera en la que la Gendarmería suele erigir puestos de control.
Rabat empezó a involucrarse en la lucha contra el tráfico de seres humanos a finales de 2003, pero con la llegada del PSOE al poder, en marzo de 2004, redobló sus esfuerzos logrando disminuir drásticamente ese año y en 2005 el número de inmigrantes irregulares que, procedentes de Marruecos y del Sáhara, desembarcaban en Andalucía o Canarias.
En octubre del año pasado hizo especiales esfuerzos para acabar con la presión migratoria sobre Ceuta y Melilla. Por primera vez durante el reinado de Mohamed VI, que empezó en 1999, echó mano del Ejército para que, junto con la Gendarmería y las Fuerzas Auxiliares, llevase a cabo una tarea de mantenimiento de orden público en torno a dos ciudades que, oficialmente, considera «ocupadas» por el colonialismo español.
Los esfuerzos de Marruecos tuvieron como consecuencia un incremento, a finales de 2005, del flujo migratorio entre Libia y el sur de Italia. A principios de este año empezaron a zarpar también los cayucos de Mauritania, primero, y después de Senegal, rumbo a las islas Canarias. Desde principios de año llegaron al archipiélago casi 10.500 inmigrantes clandestinos mientras que durante 2002, el año que ostentaba el récord, sólo fueron 9.929.
Fuente: EL PAIS