Artículo publicado en Rojo y Negro nº 399, abril 2025
El 1 de Mayo no nos quedan muchas opciones porque la festividad del Día del Trabajador paralizó la reivindicación obrera.
Si nos remontamos al 1 de mayo del Chicago de 1886 vemos cómo las condiciones laborales eran tan malas, con jornadas de más de 12 horas, que la huelga se mantuvo con movilizaciones durante los 3 días siguientes y casi medio millón de personas lucharon porque la jornada laboral no durara más de 1/3 del día. Aquella jornada reivindicativa marcó, tan sólo 5 años después, el Día Internacional del Trabajo declarado por el Congreso Obrero Socialista de la II Internacional y, más tarde, se fue reconociendo como festivo en cada país (en España hubo que esperar hasta 1931), una limosna que sedó la fuerza del pueblo. Podríamos seguir teniendo jornadas no regularizadas en distintos oficios, condiciones de trabajo pésimas, una seguridad laboral inexistente, pero el objetivo de declararlo festivo no fue regularizar todo eso, fue silenciarnos con una fiesta.
Una señal clara de mi teoría es que durante la dictadura no quitaron el festivo, bastó con cambiar el nombre, “Fiesta de la exaltación del trabajo”, y el día, 18 de julio, corría 1938 (en EE.UU. y Canadá se celebra el 5 de septiembre para evitar asociar el día a reivindicaciones obreristas). Incluso la Iglesia católica instituyó en 1955 el 1 de mayo la festividad de San José Obrero. Convertir ese día en festivo fue una gran estrategia de Estado.
Que no se malinterprete mi entrada. Sentimentalmente nosotras seguimos entendiendo ese día como un día de lucha y creo que es más que necesaria, pero, a la vez, cada vez vamos buscando más excusas para no participar o eso es lo que vengo observando en los debates: que si cae en sábado o en domingo, que si es lunes y la gente hace puente… Me acabareis dando la razón, nos lo han robado.
Mientras que en 1886 las compañeras de Chicago se plantaron ante el mundo sin buscar excusas, sin poner peros (y si los pusieron los dejaron a un lado), ahora la clase obrera se va a comer fuera el 1 de mayo o de puente haciendo currar a uno de los sectores más precarizados y feminizados como es la hostelería, joder con la solidaridad de la clase obrera. Está claro que una de nuestras luchas ha de ser contra el conformismo generalizado porque solo de esa forma conseguiremos un mundo mejor. Por otro lado, en los Congresos de CGT nos damos golpes de pecho con ponencias hacia la huelga general, pero cuando se pone como punto de plenaria confederal siempre sale que no, no salen propuestas para trabajarla, sale que ahora no es el momento…
Tenemos que conseguir reivindicar sin señalar, tenemos que conseguir reivindicar en lenguaje positivo para sumar las fuerzas y a las personas. No podemos vivir rodeados de oscuridad y negatividad, como dijo un gran compañero: “Sin diversión no hay revolución”.
Un ejemplo se da en el sector donde trabajo. En la Sanidad hay un lema que me chirría: “Mismo trabajo, mismo convenio”. Ese lema es negativo porque la sanidad pública no se rige por convenio, es un lema excluyente y peligroso o ¿es que estamos pidiendo que se privatice la gestión de la sanidad pública? Con esto no quiero decir que no debamos cobrar lo mismo, que no se me malinterprete, pero lo ideal sería pedir la internalización de lo privado, ¿no? Ir más allá y dejar de luchar por “lo nuestro” frente a otras categorías o entre las empresas públicas y privadas y luchar juntas. Nuestras reivindicaciones tienen que ser claras y reales.
Otro ejemplo claro es la falta de empatía y pongo un ejemplo. En las grandes fábricas si los lavabos están sucios nos quejamos de que, ¡joder!, los lavabos están hechos un asco porque parece que no limpian. Hay que hacer entender a las compañeras que si falta limpieza puede ser por dos motivos, porque una parte de la plantilla sería mucho más prudente si fuera el lavabo de su casa, hablamos de muchas personas descuidadas y quemadas en su puesto de trabajo a las que les importa poco ensuciar porque quien limpia la mierda no es un ser querido, o/y porque seguramente la plantilla de limpieza está infradimensionada y explotada. Lo solidario sería dar soporte a las compañeras de limpieza, probablemente de una empresa externa, para luchar por el aumento de plantilla y, a la vez, ser crítica contra nuestros iguales… si te duchas en el trabajo ¿quitas los pelos del desagüe?, ¿no? ¡Qué asco! Las compañeras de limpieza no son criadas, pero la comodidad ha llegado a tal momento que es más fácil echarle la culpa al igual. Todo trabajo remunerado es digno y es clase obrera, vayas con un fonendo o con un mono de mecánico o una fregona.
Nos aplican ERE y ERTE sin causa, nos rebajan los sueldos en empresas sin pérdidas, nos presionan psicológicamente haciendo sentirnos culpables y todo eso con el beneplácito de las leyes… mientras nos contentamos con un día de fiesta nos deshumanizan 364. Tenemos que marcarnos dos clases de objetivos, a corto plazo y a largo plazo: el objetivo a corto plazo ha de ser real, ha de ser alcanzable, no es tan difícil empezar como queda claro en los ejemplos anteriores; el objetivo a largo plazo ha de ser la suma de todos los objetivos a corto plazo. Por ejemplo, debemos empezar a creernos la abolición del trabajo del jefe, del que manda, del que oprime y no dejarlo solo en palabras, tenemos que generar algo más que un sueño: cooperativas de autogestión, sistemas públicos con participación ciudadana de verdad, etc. fruto de la solidaridad practicada en el corto plazo.
Hace un mes, alguien me comentó que sería un logro si consiguiéramos que el 8 de Marzo fuera festivo… creo que esta reflexión deja clara mi opinión. ¿Qué opináis vosotras? Para mí, sería un fracaso.
La lucha es el único camino, pero luchas sinceras y de todas.
Maribel Ramírez
Secretaria de Acción Sindical
Fuente: Rojo y Negro