Artículo publicado en Rojo y Negro nº 399, abril 2025
Omar Espadafor, granadino de 33 años que vive en Rivas Vaciamadrid. Ayudante de Realización en televisión y editor de vídeo en paro, afiliado a CGT Artes Gráficas. En mi tiempo libre me gusta tocar la guitarra, escribir y, en general, tratar de evadirme de un mundo laboral cada vez más precario. Prácticamente en la totalidad de mi tiempo estoy escuchando música de casi todos los estilos, desde el punk hasta el pop pasando por folk, rap o lo que se me ponga por delante.
Conocí CGT hace ya unos siete años aunque fue hace aproximadamente un año que me afilié. Llegué a la organización de la mano de mi compañero de piso y uno de mis mejores amigos que militaba en el sindicato desde hacía tiempo y que fue quien me animó, finalmente, a afiliarme, que hice durante el último de mis contratos laborales. Era algo que había valorado durante bastante tiempo, pero la idea de pagar una cuota cuando no tenía seguridad de tener trabajo la siguiente semana siempre me había frenado, además de la idea de no tener mucho que aportar. Creo que, como la mayoría de la afiliación, al final di el paso por encontrar en CGT un sindicato que se acercaba a mi idea de cómo se deberían afrontar los problemas laborales y que pudiese respaldarme en una situación bastante incierta.
Creo que a día de hoy solo se concibe el sindicalismo como algo más cercano a una organización política, gracias a los sindicatos mayoritarios y a la imagen que de estos se proyecta en los medios, o como una suerte de “proveedor” de abogados en caso de conflicto laboral. Posiblemente por esto los compañeros que he ido encontrando nunca dan el paso desengañados por lo que se nos muestra, además de creer incluso, en los peores de los casos, que pertenecen a una clase media que no se corresponde con su realidad. Se nos ha enseñado a estar más agradecidos por lo que tenemos que a estar enfadados por nuestra situación precaria o a que se puede y debe cambiar esta. Creo que esta imagen de organización política puede ser la que hace que las personas jóvenes se abstengan de militar ya que yo personalmente me he visto en esta situación y no hace demasiado tiempo que me he integrado como parte activa de mi sindicato.
Lo cierto es que, desde la adolescencia, no he sido una persona especialmente militante en ningún espacio, unas veces por falta de tiempo y otras de motivación, algo que la juventud aqueja bastante, en parte, por desengaños de juventud.
En mi experiencia desde que participo en el sindicato, he visto que puede ser más que simplemente un medio para proteger al trabajador y creo que se podría ganar bastante si se mostrase como una plataforma más abierta hacia, por ejemplo, la gente en situación de desempleo. La verdad es que me siento cómodo dentro de mi sindicato, pero estos son problemas que no se suelen tratar y yo veo también la organización como un lugar en el que conocer a gente de mi sector y, aunque la situación de cada uno es diferente, sí compartimos problemas propios que con otra gente son ajenos. ¿Cómo se podría extender esta visión? Quizá con alguna asamblea o encuentro en los que, más que centrarnos en lo orgánico y en las luchas diarias de las secciones, se promoviese el conocernos entre nosotros. Ya lo hacemos a veces tras las asambleas o de forma excepcional en Navidad, pero desde mi punto de vista sería un acierto promover este tipo de actividad.
Una de las alegrías que me ha dado CGT, en relación con lo anterior, fue el encuentro de jóvenes de Zaragoza, en el que tuvimos la oportunidad de convivir con compañeras de diferentes territorios y diferentes sectores y que, a mí personalmente, me sirvió para ver que más allá de nuestros sindicatos de rama hay mucha más gente con problemas e inquietudes similares con las que compartir espacios, con las que hacer fuerza en la búsqueda de un modelo de vida diferente al establecido. Y es que muchas veces une más la situación de precariedad que el sector productivo en el que desarrollas tu actividad.
Si tuviese que recomendar una película, me gustaría más bien hacerlo con toda la obra de un director, en este caso Ken Loach el cual suele tratar temas sociales con una crudeza que realmente logra removerte, sin los artificios propios de hoy en día en la industria audiovisual. “Yo, Daniel Blake” o como la sociedad descarta a las personas de cierta edad dejándolas indefensas y condenadas al ostracismo o “Lloviendo piedras” con la facilidad con la que la religión se convierte en el paraguas de los más vulnerables poniéndolos en situaciones límites, son filmes que sin duda te hacen pensar. En lo musical, en mi situación, encuentro cercanía con bandas que usan la rabia como motor como podría ser el grupo de folk-punk “Days´n´Daze”, pero si tuviese que escoger una canción esta sería “Immigraniada” de “Gogol Bordello” que trata de una forma realmente directa los problemas de ser un inmigrante. Y por salir de toda esta seriedad, el podcast de Miguel Maldonado y Facu Díaz “Quieto Todo el Mundo” que trata los temas de actualidad desde un punto de vista humorístico que, en tiempos como los que corren, considero muy necesario para no caer en el desánimo total y la desidia.
Fuente: Rojo y Negro