Artículo publicado en Rojo y Negro nº 399, abril 2025

«Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio,
ya que no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio,
ya que no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté,
ya que no era sindicalista,
Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté,
ya que no era judío,
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar».
Martin Niemöller (1892-1984)

Hay quien podría decir algo parecido a Martin Niemöller sobre nuestro sistema educativo: Primero vinieron a por la retórica y la poesía y nadie dijo nada, más tarde a por la filosofía y recortar horas de historia y la mayoría seguimos callados, ahora van a por las ciencias… ¿qué vamos a hacer?
Eliminaron la poesía, esa arma cargada de futuro, que nos apelaba a todos, que nos hacía enamorar con Bécquer, pensar con Machado y conmovernos con Hernández…
Eliminaron la filosofía que nos hacía razonar y desarrollar nuestro pensamiento más crítico y ver cómo la sociedad había evolucionado en su manera de ver las cosas a la par que pasaban los siglos y la historia, a las personas que se alzaron y se atrevieron a pensar de una manera diferente sacudiendo la cabeza de todos y todas.
Recortaron la historia para no hablar de dictaduras, para no tener conciencia de los crímenes, para “no hurgar en rencillas del pasado”, cuando en realidad lo que se quiere evidenciar es el destierro de los derechos humanos.
Nadie habla hoy en día a los chavales de sociedades abiertas y sociedades cerradas. De la misma manera que los hijos de los manifestantes de la revuelta estudiantil china no sabrán nunca lo que hicieron y reivindicaron sus padres y si lo saben no hablarán apenas de ello; de la misma manera que en Marruecos se censuran poemas donde se habla de relaciones entre hombres eliminando esa parte de su cultura; de la misma manera que se obvia cualquier relación entre Enkidu y Gilgamesh en Irán; de la misma manera que el creacionismo avanza en Estados Unidos y que los terraplanistas empiezan a ser un grupo considerable; de esa misma manera en que nos quitaron a Hernández y silenciaron a Lorca… de esa misma manera, quieren silenciar a Copérnico, Galileo y Bruno.
La cultura es cosa de todos y en la cultura no debería mandar nadie. Pero nos están mandando, nos están ocultando, en una sociedad centrada cada vez más en la tecnología, la lucha por el conocimiento de las diferentes culturas, el crear una inquietud e interés por lo desconocido en lugar de un odio a lo diferente está desapareciendo. ¿De verdad vivimos en democracia cuando no se pueden enseñar estos conocimientos a nuestros hijos en la escuela?
Las actitudes reaccionarias a movimientos pacifistas, feministas, ecologistas se están extendiendo y el mundo se parece cada vez más a un sálvese quien pueda. ¿Acaso nadie opina que esto tiene que ver con la educación? ¿Acaso nadie se está planteando que estamos viviendo un salto entre la tecnocracia y el tecnofascismo?
Nos están censurando. Obviamente, es una censura cuando nos dicen que en secundaria no hay filosofía, cuando se recortan horas a historia y cuando en la asignatura de religión solo cabe, en muchos casos, religiones mayoritarias.
Y ese cállate y calcula y ese trabaja y no pienses nos deja en la cerrazón del pensamiento de cada uno, en muchas ocasiones en creer que cada uno tiene razón, su razón. Cosa que lleva, en algunos casos, a considerar que la mía es mucho más válida que la tuya, a crearse grupos cada vez más cerrados que se mueven sólo con sus razones; y, en otros, a considerar que son cuestiones de opinión, que es lo mismo opinar que la tierra es plana que opinar que no lo es, cuando deberíamos saber que es un hecho y no una cuestión de opinión. No saber diferenciar entre opiniones, hechos, teorías es una cosa que ya está implantada en la sociedad. Y no, no todo vale (no nos podemos conformar con esa simplificación), pero ¿quién nos guía en lo que vale y en lo que no? Quizás la cultura, la historia, la poesía, la ciencia nos pueden hacer avanzar más como sociedad.
Esto no implica que se deba eliminar la tecnología ni otros estudios más técnicos, pero quizás con esas humanidades podemos mirar de una manera más crítica la tecnología (y crítica, para evitar equívocos, es razonando sobre ella, sus implicaciones, etc., ni negándola ni oponiéndonos totalmente a ella, sino utilizándola en pro de una sociedad mejor). Hay físicos que opinan que la física cuántica no se puede entender y nos dicen: ¡cállate y calcula!
¿Qué nos están diciendo los gobernantes con esta apuesta por lo tecnológico y ese desprecio por lo humano? ¡Trabaja y no pienses!

Sandra Hidalgo
Ensenyament Barcelona


Fuente: Rojo y Negro