Artículo publicado en Rojo y Negro nº 399, abril 2025

Estas reflexiones son consecuencia tanto de las últimas violencias denunciadas y/o comunicadas a eso que se denomina “opinión pública”1, como sobre todo a las que acontecen en la CGT desde que se terminó el Congreso de Zaragoza, que han ido escalando de manera “suicida”, sin ser capaces “nadie” de parar esta “locura”, a la vez que los instrumentos y herramientas que la Confederación tiene en la resolución de conflictos, hayan servido sino para aún enrocarse más en la “propia verdad” de cada “bando”.
El camino que se ha escogido, está produciendo la quiebra de la comunidad anarcosindicalista: organizaciones (territoriales, federaciones, locales, sindicatos…) que se parten; bandos y, además, cada bando exige a la militancia y a la afiliación “pertenencia” al “suyo”; proclamas públicas y contraproclamas públicas, utilizando redes sociales como si ahí nos fuera la vida, cuando estas se han convertido o bien en un estercolero de la peor política o bien en simular que militamos “un montón”, cuando no hacemos sino individualizarnos y alejarnos de la calle; colectivos de personas enfrentadas entre sí y sin capacidad de diálogo alguno; expulsiones, desafiliaciones “temporales”, vetos a la vieja usanza de la censura… y personas (especialmente las personas militantes) cada vez más cansadas, repensándose si continuar o no en la pelea por lo común que representa y debe ser la CGT.
Parece que “no hablar de esto” es lo que tocaría si hubiéramos sido no solo más generosos (todos los entes y personas afectadas), sino especialmente más cooperativos y solidarios y una mejor carga de “sentido común”, que no es otra cosa que defender lo común, es decir la CGT, como elemento estratégico a cuidar como “oro en paño” siempre y más en estos tiempos de crisis civilizatoria seria.
La izquierda ha demostrado en la gestión de las distintas “violencias” que nos han estallado en nuestras prácticas y en nuestras retóricas, no solo su incapacidad2 de resolución fuera de los viejos clichés “punitivistas y de justicia reparativa”, sino que el camino que se ha recorrido no es para nada ni claro, ni transparente y, al menos sería conveniente que admitiéramos que hay “cosas” (la mayoría) que no están funcionando.
¿Qué las situaciones son “complejísimas”, que causan desgastes, que son dolorosas? Como diría el “clásico”, es la vida, y si de verdad apreciamos la vida en toda su complejidad, toca dedicarle tiempo a la reflexión de lo que sucede y mucho, mucho compromiso y generosidad.
Algo que, si es evidente y por lo tanto sabemos, que es difícil salir de un proceso así pensando que se ha hecho bien, pues resulta que casi nunca se termina con la sensación de victoria y nuestra militancia se convierte en algo triste y duro, o algo parecido al dolor, ese que duele de verdad porque se nos ha partido el corazón y sufrimos el sufrimiento de las personas de nuestro entorno.
Y desde luego lo que, si pudiera ser “imperdonable”, es enrocarse y hacer bueno aquello que dijo Gramsci que… “cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer, acaecen los monstruos”3… que reformulado de otra manera sería algo como aquello de que… “cuando lo nuevo fracasa y la miseria continúa ahí, se aprovechan los monstruos”… y vaya si lo están aprovechando.
Necesitamos otras lógicas que vayan más allá del “castigo” o de las “victorias contra los otros”, porque la lógica del “castigo” reproduce una y otra vez el daño.
Otras lógicas que nos “obliguen” a reflexionar nuestra posición en el conflicto y sobre el daño causado y salirnos de las posturas de negación o victimización, para de esta manera asumir que la militancia en la vida es a veces agotadora y siempre difícil, compleja y que por eso mismo tenemos que poder hacerlo con algo de fuerza y alegría y tratar de no hacernos daño unas a otras.
Debemos o mejor aún, tenemos que generar subjetividad colectiva y solidaria, desde nuestras propias “miserias” y desde las “miserias de los otros”, para ser capaces de seguir construyendo con los otros y otras, un sujeto activo y consciente del cual la Confederación General del Trabajo es una parte muy necesaria y todo ello sabiendo que tenemos que trabajar desde las ruinas de esta civilización.

1 Casos Íñigo Errejón (Sumar), Juan Carlos Monedero (Podemos), Martín Barajas (Ecologistas en Acción).
2 Cuando las cosas empiezan a fluir tan rápido que el cerebro humano se vuelve incapaz de elaborar el significado de la información, debido al caos, entramos en el estado de pánico. Pánico es la incapacidad de tomar decisiones porque lo que sucede a nuestro alrededor es demasiado rápido, demasiado complejo, y por lo tanto indecidible… (Franco “Bifo” Berardi).
3 Empresariado, gobierno, instituciones y agentes sociales… dice el pensador y filósofo italiano “Bifo” al respecto de la situación mundial que… los monstruos no van a triunfar para siempre porque en todo el mundo han puesto en marcha un proceso de desintegración general: la desintegración del Estado, la desintegración de la civilización social, la desintegración del medio ambiente…

Desiderio Martín Corral

Gabinete de Estudios Confederal de la CGT

 


Fuente: Rojo y Negro