Artículo publicado en Rojo y Negro nº 397, febrero 2025

Un año más, llega esta fecha tan señalada hoy por la sociedad. En nuestro caso para rescatar un pasado que revisar, en un presente de lucha y en un futuro que construir, y en otros para apuntarse al carro de la tendencia violeta. En cualquier caso, el 8 de marzo resuena durante las semanas previas y resonará durante las semanas posteriores. Desde Akelarre abordamos esta fecha para generar conciencia de clase, conciencia en igualdad, conciencia en dignidad, y este año acometemos el reto de escribir el texto más importante del año, de una forma atípica. A través de una de nuestras ilustres olvidadas.

La huella de las mujeres en la historia de la humanidad está escondida e invisibilizada a conciencia. Es mucho el esfuerzo que se ha realizado y se realiza para no poner frente a nuestras miradas y aprendizaje los nombres de múltiples mujeres que desafiaron la norma y aportaron su conocimiento, creatividad y logros a la humanidad. Estos esfuerzos tienen unas graves consecuencias ya que el referente de cada nueva generación tiene sesgo masculino y eso condiciona (en forma de bucle terrible) la posición de la mujer en la sociedad.
En su día Akelarre nos acercó y mostró a Luisa Carnés, gran escritora de cuentos y novela, que obligada al exilio tras la guerra civil española se acompañó en este periplo como único haber valioso de su cartera repleta de manuscritos. Pero hay muchas más. Científicas, deportistas, ilustradoras, escritoras, arquitectas, filósofas… no hay un punto final. Por ello, para conmemorar el 8 de marzo de 2025, exponemos en nuestro Akelarre a Edna St. Vincent Millay, poeta, dramaturga y feminista estadounidense.
Edna nació en 1892. En 1904, con apenas 12 años, escribiría sus primeros poemas con la influencia de la experiencia familiar (exposición a la indigencia provocada por la separación matrimonial de sus padres) y la de las lecturas literarias que su madre realizaba en este periplo. Empezó a publicar a los quince años en revistas juveniles. En 1912, quedó finalista en el concurso de poesía “Lyric year” con un poema titulado “Renascence”, siendo favorito quedó en cuarto lugar produciendo un gran revuelo. El ganador de ese año, Orrick Glenday Johns, consideraría después que el poema «Renascence» fue el mejor del concurso y concluyó que «haber ganado el premio suponía una vergüenza para mí». Años más tarde, en 1923, Edna ganó el premio Pulitzer por «The Ballad of the Harp-Weaver» convirtiéndose en la tercera mujer galardonada con dicho premio, pero la primera en recibirlo con su nombre en vez de con pseudónimo.
Sus poemas brillan cuando reflexionan sobre el anhelo de rebelarse contra el espacio limitado concedido a las voces femeninas en la literatura y en la vida: “aprendieron sus manos un cuento de hadas / y su boca una tarjeta que nunca pertenecerá a su amado / porque ella no fue hecha para ningún hombre” confiesa en Bruja-Esposa. Rescatamos de la invisibilidad y desconocimiento a esta autora que no ha sido nunca traducida al español pese a su obra y a su influencia literaria durante las décadas de los 20 y los 30.
Edna escribía desde una perspectiva de género, reflexionando sobre, quejándose de, ironizando con y poniendo en tela de juicio los aspectos que conformaban la feminidad de principios del siglo XX.

Noche en Lesbos

Dos veces he visto sus adorables cabezas
peladas, una junto a otra, el ónix y el oro,
sé que he tenido lo que no supe sostener.
Dos veces entré en la habitación, sin saber que ella estaba.
Dos ojos de ágata, dos ojos de malaquita,
dos veces se volvieron hacia mí, duros y brillantes.
Por lo que conozco mi pérdida.
¡Oh, irreparable,
dulce incienso, que montas en la noche sin viento!

El amor no lo es todo

El amor no lo es todo: no es comida ni bebida
Ni sueño ni un techo sobre tu cabeza contra la lluvia;
Ni una tabla que flota para los hombres que se hunden
Y se alzan y se hunden y se alzan y vuelven a hundirse;
El amor no puede llenar de aire el pulmón herido
Ni limpiar la sangre ni soldar el hueso partido;
Aun así, en este instante en que te hablo
Muchos hombres se acercan a la muerte sólo por falta de amor.
Podría ser que en un momento difícil,
Atrapada en el dolor y suplicando ser liberada
O llevada por la necesidad más allá del poder de mi voluntad,
Vendiese yo tu amor por un poco de paz,
O cambiara la memoria de esta noche por comida
Podría ser. Pero no creo que lo hiciera.

( Edna St. Vincent Millay)

Secretaría de la Mujer CGT MCLMEX


Fuente: Rojo y Negro