Artículo publicado en Rojo y Negro nº 395, diciembre 2024

La experiencia histórica viene a confirmar lo que se ha expresado con la frase «no se puede desmontar la casa de amo con las herramientas del amo». Aunque con estas mismas herramientas se le pueda devolver algo de daño al opresor, el resultado de querer acabar con la estructura opresora dentro de los medios de esta termina siendo una mutación adaptativa de ella.

Esta enseñanza no solo es aplicable en la lucha contra el capitalismo, un viejo conocido por acá que es relativamente joven, sino también contra el mucho más veterano patriarcado que ha sabido amoldarse a los diferentes regímenes con los que ha convivido y con los que se ha aliado, incluyendo al capitalismo. Y la poliédrica opresión patriarcal no solo tiene su cara machista, tanto en su parte evidente como en la disfrazada, sino también caras homófoba y tránsfoba, así como la imposición de modelos restrictivos de familia o de relaciones. Todas son caras de la misma maza que nos golpea.

Situación histórica
El pasado jueves 21 de noviembre, fecha situada entre el TDoR (memoria trans) y el 25N (eliminación de las violencias contra las mujeres), el Sindicato Único de Burgos organizó una charla sobre la violencia contra las mujeres trans, contando con la histórica activista Mar Cambrollé como ponente, en la que se repasaron las distintas etapas de represión desde la ley de «peligrosidad social», que sucedió a la de «vagos y maleantes», y cuyos efectos sobre el «escándalo público» no se abolirían hasta bien pasada la «Transición».
Durante largo tiempo, en el Estado español se persiguieron las disidencias sexuales y de género metiéndolas en un mismo saco, la «homosexualidad», donde se debe tener en cuenta que lo más visible era lo más reprimido precisamente por su propia visibilidad. Así pues, como recordó Mar en esa charla, las relaciones homosexuales podían quedar en la privacidad de una alcoba, pero la expresión de género en público era hostigada con detenciones arbitrarias y violencia gratuita. Incluso una vez instaurado el hábeas corpus, las fuerzas del Estado burlaban este requisito liberando a las 72 horas y volviendo a detener a la vuelta de la esquina.
Con todos los baches en el camino, una vez que se permitió el cambio de sexo registral en este Estado, era requisito una cirugía genital lo suficientemente completa como para que une forense diera por válido el cambio y gastarse en el proceso judicial el triple que en la operación. Con el sesgo de clase que suponía poder ahorrar ese dinero para una persona trans previamente expulsada del mercado de trabajo y rara vez con apoyo familiar, además de pagar con una esterilización forzosa para ver reconocido lo que a una persona cis (no trans) y endo (no intersex) se le reconoce desde el nacimiento. Merece reseñar que hasta el año pasado era legal mutilar y esterilizar a los bebés intersex en este país.

Movimientos recientes
Ya en este siglo, a rebufo de sentencias europeas, la ley aprobada en 2007 eliminaba el requisito de cirugía genital, pero lo sustituía por el sometimiento a una patologización psiquiátrica, cuyo diagnóstico dejó de considerarse trastorno mental antes de derogarse la ley, y a una terapia hormonal de al menos dos años, duración suficiente para esterilizar químicamente a le solicitante.
Se promovieron leyes autonómicas y estatales con mayor o menor fortuna. Algunas comunidades incluso han tenido tiempo de aprobar una segunda versión de las suyas, mientras que a nivel estatal, nivel necesario en lo relativo a las competencias exclusivamente centrales, no se aprobó nada hasta 2023, y bastante por debajo de mínimos, como expondré.
El precedente más destacado fue un texto consensuado desde Plataforma Trans y presentado como proposición de ley en 2021 con la firma de varios grupos parlamentarios de entre los minoritarios. A parte de ser un texto mucho más completo que el aprobado en 2023, este de 2021 daba un plazo al gobierno para desmantelar el binarismo por proyecto de ley.
La votación de toma en consideración dio un retrato muy fidedigno del compromiso de los partidos políticos. Como era de esperar, PP y Vox votaron en contra, pues ya lo habían anunciado con anterioridad. La llave la tenía el PSOE, pues todos los demás partidos se posicionaron a favor, ya fuera antes o durante el debate parlamentario, no solo a la izquierda del PSOE, sino también nacionalistas de derechas como el PNV, Junts o Ciudadanos. El voto del PSOE fue abstención a sabiendas de que los votos en contra de PP y Vox harían que la proposición fuese rechazada.

Situación actual
La Ley Trans aprobada en 2023 ha sido el parto de los montes. No llevo la cuenta de cuántas fotos se hizo la clase política a cada paso que daba ese proyecto de ley, que fue tramitado como proyecto y no como proposición para dilatar los plazos. Más aun, Carmen Calvo se posicionó como presidenta de la Comisión de Igualdad en el Congreso para asegurarse de estar donde más daño pudiera hacer. Si se pueden recortar las mangas de un chaleco, Carmen Calvo lo consiguió y, después de toda su tijera, votó abstención al final.
No se puede decir de esta ley que prohíba las «terapias de conversión», pues siguen permitidas contra asexuales, ni que introduzca la autodeterminación de género porque no se permite autodeterminar fuera del manco binarista, pero sí es cierto que elimina los requisitos más abominables para las personas trans y las prácticas más escalofriantes para les infantes intersex.

Conclusión
Tenemos una ley con sus bondades, escasas y parciales, pero con demasiadas exclusiones como para poder ser considerada algo bueno. Sin embargo, como ya sucedió con el aborto, cambia el marco medicalizado por uno de derechos y, desde este marco, ya encontramos otra posición. Desde ahí se puede ampliar a lo que antes no tenía cabida y proyectar otro marco que lo supere y nos acerque al objetivo.
Porque puede ser una ley mala, por limitada, y, aun así, un paso en la dirección adecuada. Porque es el primer paso, pero no podemos tolerar que sea el último. Y tampoco debemos caer en la trampa del «divide et impera» de quienes han pretendido dividirnos mediante concesiones calculadamente parciales, como la ampliación del matrimonio en 2005, y demonizaciones de les excluides, como el «feminismo» transexcluyente.

Une militante de Burgos


Fuente: Rojo y Negro