Artículo publicado en Rojo y Negro nº 396, enero 2025

La reunión del G20, que tuvo lugar los días 18 y 19 de noviembre en Río de Janeiro (Brasil), estuvo impregnada por la profunda crisis del capitalismo que estamos viviendo, con la clase trabajadora cada vez más perjudicada por los planes neoliberales de austeridad. Un contexto marcado por el avance de la ultraderecha en varios países y por diversas guerras, como en Ucrania y el genocidio del Estado de Israel contra Palestina que ahora también se extiende al Líbano.
El G20 no es un órgano oficial, pero en los últimos años ha dictado los planes de austeridad fiscal, los proyectos neoliberales y las privatizaciones aplicadas en los países junto con el G7 (grupo formado por las llamadas grandes potencias: Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido, además de una representación de la Unión Europea), el FMI y el Banco Mundial.
Paralelamente, el presidente brasileño creó una farsa, llamada G20 Social —el evento se celebró del 14 al 16 de noviembre—, en la que participaron importantes organizaciones sociales del país que, mientras pretendía ser un espacio para debatir temas sociales para el G20, en realidad buscaba controlar los movimientos sociales para evitar protestas en la ciudad.
Por otro lado, cuando CSP-Conlutas se enteró de la organización del G20 en Brasil aprobó una resolución para construir una movilización internacional contra la reunión de las potencias mundiales. A principios de año, tuvieron reuniones con algunas organizaciones de movimientos sociales convocadas principalmente por la Cumbre de los Pueblos como Jubileo Sur y Rebrip, Quilombo Raza y Clase —que se mantuvieron como organizadores de la actividad— junto al Movimiento Sin Tierra (MST), la CUT, la Marcha Mundial de Mujeres, movimientos negros de Río de Janeiro y organizaciones de las favelas cariocas que, en unidad de acción con distintas organizaciones de los movimientos sociales y sindicales como la CGT, que participó en estas reuniones, construimos lo que llamamos la “Cumbre de los Pueblos Frente al G20”.
Sin embargo, semanas antes del comienzo del G-20, la CUT y el MST decidieron romper con la Cumbre de los Pueblos porque, en una reunión que tuvieron con un representante del gobierno federal, el gobierno fue explícito al decir que Lula no quería ninguna manifestación o acto de repudio al imperialismo y al G20 en Brasil y que si se participaba habría represalias en cuanto a las subvenciones que recibían.
Fue entonces cuando la CUT y el MST, organizaciones entrelazadas con el gobierno, decidieron retirarse de la Cumbre y solo participaron en el “G20 Social” como colaboradores y haciendo propuestas para el G20. Desde el punto de vista de la construcción de la unidad popular contra el imperialismo esta actitud es lamentable y, además, deja en claro que estas organizaciones están cada vez más alineadas con el gobierno abandonando de hecho la lucha de clases, las luchas concretas de los trabajadores, tanto en las ciudades como en el campo.
A pesar del G20 Social y de las amenazas, la Cumbre de los Pueblos se mantuvo. La mayoría de las organizaciones reafirmaron, incluso aún más, la importancia de tener una cumbre de manera independiente en la que CSP-Conlutas estuvo en la organización con la participación de CGT.
La Cumbre de los Pueblos realizó algunos debates sobre temas como medio ambiente, pueblos originarios, la LGBTIfobia, los movimientos negros y de mujeres y los ataques a la clase trabajadora. También se hizo la campaña nacional contra el genocidio en Palestina y se exigió a Lula que Brasil rompa las relaciones con Israel. Además, el sábado 16 de noviembre, participamos en la gran manifestación en Copacabana en repudio a la presencia del imperialismo en Brasil.

David Blanco
Secretario de RR.II. de CGT


Fuente: Rojo y Negro