Artículo publicado en Rojo y Negro nº 396, enero 2025
Parar la macrocelulosa de Altri no es una contienda más. Así lo ha entendido el tejido asociativo combativo, que ha acumulado esfuerzo en torno a la plataforma local de resistencia, y también las gallegas y gallegos que, sin rezumar anticapitalismo, quieren un modelo de país en el que su territorio no sea zona de sacrificio para mayor lucro de las multinacionales.
Este año hemos vivido tres grandes hitos de expresión popular. El primero, tras la exposición pública del proyecto, colapsando Palas de Rei con una marea humana nunca vista en este pequeño municipio de la Galiza rural: que se congreguen 20 mil personas en la Galiza vaciada puede ser como si toda la población de Madrid se manifestara a la vez. Poco después, ya iniciado el verano y bajo la sospecha de que Augas de Galicia iba a publicar la autorización de captación de agua y vertido, se rodeó el edificio del gobierno gallego en San Caetano, se rozaron los 30 mil participantes. Finalmente, hace escasos días, tuvo lugar la tercera gran movilización bajo el lema “La Xunta no puede callar a un país” donde se denunciaron las argucias de la Xunta para deslegitimar y anular gran parte de las cerca de 25 mil alegaciones cursadas contra el proyecto GAMA de Altri y Greenalia. Es difícil describir una movilización que desbordó todas las expectativas, 100 mil hijos e hijas de Castelao vibramos unísonos en la gran plaza del Obradoiro al grito de Altri Non, convirtiendo una multitud informe en un río de esperanza que evocaba el despertar de conciencias que fue el Nunca Máis.
Durante los últimos meses todas las grandes organizaciones ecologistas nos hemos esforzado en difundir las negatividades del proyecto. Se ha ido a Madrid y Bruselas, se ha hablado con secretarios de Estado y comisarios europeos, se han realizado informes, charlas y acciones de calle espectaculares… lo que en otras resistencias antiextractivistas se tardó años, se llevó a cabo en pocos meses. Además, una vez conocido el verdadero proyecto, una macrocelulosa y no una fábrica ecotextil, el BNG cambió su apoyo al proyecto por un rechazo frontal llegando a ser el eje central del discurso de su candidata al parlamento europeo. Tras este viraje, su brazo sindical, la CIG, mayoritaria en Galiza, se volcó automáticamente en la resistencia. El PSdeG, muy tocado por los malos resultados autonómicos, estuvo deshojando la margarita hasta que, tras esta última movilización masiva, anunció que el proyecto de Altri no recibirá financiación estatal, un anuncio importante ya que los promotores requieren al Estado central que un tercio de la financiación, 250 millones, salga de los PERTE para la descarbonización, los fondos europeos Next Generation.
Aun así, toda esta acumulación de fuerzas no explica del todo tanta movilización. En los últimos años ha habido una ristra de agresiones ambientales que han contado con un apoyo similar: ni la reapertura de la mina de San Finx en Noia ni la lucha de la Comunidad de Montes de Tameiga ni siquiera toda la revuelta contra la invasión eólica se asemejaron, ni de lejos, a la fuerza acumulada en la oposición a la macrocelulosa de Altri.
No hay duda de que el hecho diferencial es la forma de funcionar de su plataforma y, en especial, de su grupo Simiente, coordinadora de la plataforma Ulloa Viva. Se han establecido grupos de base, denominados Grupos Vivos, una capilaridad de ámbito nacional lograda en pocas semanas tras la publicación del proyecto. Aunque también es cierto que, desde hace al menos tres años, tanto gentes del lugar como del ecologismo gallego, veníamos siguiendo con preocupación este proyecto tan lesivo para el medio ambiente en la Mariña lucense y en la comarca de A Ulloa impulsado por el Gobierno gallego del Partido Popular y su camarilla industrial.
También fue sorprendente la capacidad de Ulloa Viva para influir en el relato mediático, cualquier publicación en redes sociales se viralizaba. En menos de un mes, los medios de comunicación, incluidos los del régimen, pasaron de usar términos como ecofábrica o textil sostenible a tildar el proyecto de macrocelulosa y reflejar el amplio rechazo social. Este viraje de Mr. Marshall a Mr. Hide se precipitó con la exposición pública y la presentación de alegaciones que ponían al descubierto la verdadera cara del proyecto GAMA y la magnitud de su agresión ambiental.
Quizás parte del éxito radique en su narrativa transversal capaz de englobar a los miles de votantes al PP “por costumbre”. Esta capacidad de sumar a este gran sector de la población rural, que rara vez se moviliza, ha puesto en jaque a los ayuntamientos de la ribera del río Ulla que se han visto obligados a modular sus discursos de bienvenida a Mr. Altri.
También ha ayudado la estructura de la plataforma con una toma de decisiones horizontal, donde todas las voces cuentan. Los Grupos Vivos actúan a nivel local y la participación en la toma de decisiones y la suma de opiniones es formalizada por el grupo Simiente. Este asamblearismo ejemplar cohesiona al movimiento de resistencia y lo blinda del acoso de los poderes fácticos que aún imperan en el rural gallego.
La zona afectada es el corazón rural de Galiza, con baja densidad de población, pero con una economía consistente y sostenible basada en pequeñas explotaciones familiares de agroganadería y sus derivados y una floreciente actividad en torno al Camino de Santiago. Otra puerta que se encontraron abierta fue que, en el imaginario popular gallego, está asentada la identidad entre factoría de celulosa y contaminación —no en vano Pontevedra lleva décadas sufriendo la factoría de ENCE— que ayudó a que marineros y mariscadoras de la ría de Arousa, la más productiva de Galiza y de la que viven decenas de miles de familias, no albergaran dudas de que la macrocelulosa de Altri sería la estocada final a su modo de vida tradicional.
No todo es idílico. Ulloa Viva tiene que gestionar las tensiones que genera un movimiento de masas y las maniobras de quienes ven con ojos golosos hacerse con el capital social logrado que están ocasionando un gran desgaste de las activistas de los grupos vivos donde hay más confrontación y, sobre todo, a las que conforman el grupo Simiente, difícilmente reemplazables ya que atesoran una gran capacidad y motivación.
La lucha sigue muy viva y perder no es una opción para nosotras. Pero tampoco es una opción para el Partido Popular, ariete del capitalismo más depredador, que teme jugarse su férreo control del país y sus gentes. Es muy evidente el enorme esfuerzo del Gobierno gallego del PP por recuperar el relato y posibilitar el proyecto, el propio presidente de la Xunta lleva meses actuando como un comercial “fala barato” de la multinacional portuguesa. Además, la prensa del régimen ha vuelto al redil al calor de los ingresos por publirreportajes muy poco veraces.
Estamos a pocas semanas de que se apruebe el proyecto, según ha anunciado la Xunta, y se trata de una lucha estratégica en la que se va a dirimir si Galiza va a seguir siendo depredada por el capital o si una victoria popular al calor de la autoorganización puede suponer un punto de inflexión. La lucha está viva, el corazón de Galiza late y, con él, el de quienes entendemos que nos jugamos algo más que parar el enésimo proyecto extractivista. Organizarse y resistir para que haya una oportunidad para que las cosas vayan cambiando.
Xaquín Pastoría y Cristóbal López
Activistas de Ecoloxistas en Acción Galiza
Fuente: Rojo y Negro