La aprobación de los presupuestos de Navarra pasa desapercibida a la sociedad, se cuece en el círculo cerrado de los partidos parlamentarios y a la chita callando. Hay debates y diferencias, sí, pero también un acuerdo en las líneas generales, por lo que interesa que el tema no se airee demasiado.

Solo el 50% de los presupuestos del gobierno progresista se dedica a partidas sociales, porcentaje muy similar al de los gobiernos de UPN que oscilaban entre el 47 y el 51%. También se mantienen en porcentajes similares las ayudas directas a las empresas, el dinero dedicado a megaempresas socialmente ruinosas, la colaboración público/privada (en la que se privatizan los beneficios y se asumen con dinero público las pérdidas), el pago de deuda de dudosa legitimidad y los costosísimos peajes en la sombra. Todo muy igual.

Algo similar ocurre en la recaudación de impuestos: nada de asustar al capital y a la riqueza, nada de progresividad. Casi el 40% de lo recaudado sale de las rentas salariales. El impuesto de sociedades aporta la cuarta parte de lo que las rentas salariales, los beneficios del capital cotizan porcentajes muy inferiores a los salariales. El fraude fiscal no se persigue de forma suficiente y el IVA, el impuesto más descaradamente injusto, aporta el 35% de los ingresos, que pagan igualmente personas ricas o pobres.

Los presupuestos crecen un 1,5% este año, pero su objetivo es el crecimiento del negocio, del PIB (producto interior bruto). Pero el PIB marca solo la buena marcha del capital, no el bienestar de los seres humanos. Con estos presupuestos crece el PIB, pero también el número de personas en riesgo de exclusión. Crece la riqueza y crece la pobreza. Crecen la desigualdad y la injusticia, y con ellas la indignidad.

En un momento en el que la vivienda es un bien de lujo en lugar de un derecho, siguen siendo insuficientes las ayudas al alquiler y la vivienda pública. Ni se plantea una auténtica política de vivienda pública que evite la especulación y el abuso.

No vemos mejoras en el tema de cuidados que este año ha llevado a una huelga general. Siguen siendo privados (en muchos casos en manos de fondos buitre) la mayoría de los centros de atención a personas mayores y personas con discapacidad. Sigue estando pendiente un convenio digno para el personal del sector, con varios años de movilizaciones a sus espaldas.

En salud, aumenta de forma insignificante la partida de Atención primaria frente al aumento del gasto en la especializada. No se cuestionan los conciertos y derivaciones a la sanidad privada. Tampoco se ven mejoras en la inspección laboral que eviten la elevada siniestralidad y mortalidad en el trabajo, con datos que nos sitúan a la cabeza de la siniestralidad en el estado.

No vemos cambios que indiquen que estamos en camino de erradicar las diferencias sociales que día a día crecen y van dejando en los bordes del sistema o directamente fuera a miles de personas en nuestra comunidad.

Nuestros presupuestos son injustos, son injustos el gobierno y el parlamento. Nuestro silencio y pasividad es complicidad.


Fuente: CGT-LKN Nafarroa