Artículo publicado en Rojo y Negro nº 394, noviembre 2024
Entrevista a Emilio Crisi
Miembro de la editorial argentina Último Recurso, del Centro de Estudio Universitario del Sur, de la Federación Anarquista de Rosario, delegado de la Asociación de Trabajadores del Estado y colaborador del Institute for Anarchist Theory and History (IATH), Emilio Crisi es un compañero implicado en la investigación del cambio social y el sindicalismo. La editorial Descontrol publica «Manchuria, la revolución olvidada. Tres años de comuna libertaria impulsada por el anarquismo coreano (1929-1932)». Un libro que cuenta los acontecimientos en el este de Manchuria, cuando se produjo un proceso de revolución social entre las comunidades campesinas coreanas que habitaban la zona. Un territorio perteneciente a China, fronterizo con Rusia, Mongolia y Corea.
La “comuna revolucionaria y antimperialista” de Manchuria desarrolló un proceso de organización económica y social singular. ¿Cómo llegas a esta investigación?
Es un punto desconocido de la historia del anarquismo, de las luchas sociales y campesinas. Hay una distancia geográfica importante, pasaron casi 95 años de aquello y además en la zona han trascurrido invasiones, cambios de control de ese territorio y el anarquismo en Corea, tanto del norte como del sur, fue duramente perseguido. Esta historia estaba perdida, pero leyendo a algunos escritores de Oriente, coreanos y japoneses, llego a un evento que me llamó la atención porque varios autores señalaban una revolución protagonizada por cerca de un millón de campesinos, la mayoría dedicados al cultivo de arroz. A partir de ahí fui a otras fuentes historiográficas para darme cuenta de la magnitud del proceso que fue importante para la región debido a la cantidad de personas y también a la magnitud del territorio donde se produjo, que era de cerca de 200.000 kilómetros cuadrados.
¿Cuáles fueron las características que hicieron de ese levantamiento revolucionario un proceso anarquista?
Estaba mencionado por un historiador de allá que se llama Ha Ki-rak, de la década de los setenta y previamente militante estudiantil bastante reconocido. Él es un historiador del anarquismo coreano y en uno de sus libros hablaba de que se había producido un proceso importantísimo encarado por la Federación Anarcocomunista de Corea. Aunque la de Manchuria es una revolución de campesinos coreanos fuera de su país porque había una emigración importante por causa de la hambruna y la explotación en la que estaban subsumidos. Encontré fuentes en la historia nacionalista de Corea del Sur, pero también a partir de fuentes de Corea del Norte y la filosofía juche y su lectura marxista.
¿Corea del Norte recupera esa historia como propia?
A medias. Hurgando en los tres tomos de las memorias de Kim Il-sung, abuelo del actual presidente y considerado el “padre de la patria” de Corea del Norte, en uno de los tomos hace un desarrollo importante sobre el “desatino” de cruzarse con los anarquistas y sobre su influencia en los campesinos de una ideología que considera “pequeño burguesa”. En Corea del Sur, sin embargo, algunos de los anarquistas de ese tiempo son ahora considerados héroes de la independencia frente al imperio japonés. Hasta el punto de que tienen plazas, monumentos y hasta un submarino con el nombre de uno de ellos. Y una de las últimas fuentes fue la iglesia metodista que también tuvo una gran influencia en la zona.
¿Y cuáles son las características comunales de esa revolución?
Fue un sistema, el de la Asamblea del Pueblo Coreano en Manchuria o la Liga de los Coreanos en Manchuria, administrativo, federalista, que partía de consejos locales, no tanto de los centros urbanos como de las zonas rurales. Más fuerte en lo económico que en lo político, en su sistema autogestionado de la comuna que se ponía en contacto con otras y luego creaban un organismo federal.
¿Las influencias teóricas anarquistas eran europeas o partían de una lectura propia?
El anarquismo en el sudeste y nordeste asiático tuvo un desarrollo autóctono, pero llegan influencias del anarcosindicalismo español por ejemplo a través de los trabajadores marítimos a Malasia y Filipinas. También desde Rusia y China llegan materiales de Kropotkin y de Bakunin y, fundamentalmente, los episodios de la revolución mexicana y ucraniana. Las gentes de la Federación Anarcocomunista de Corea no solo habían estado al tanto de la Revolución Rusa y la revolución majnovista, sino que además sacan conclusiones sobre los errores de ambas experiencias. Hay un debate con un planteo propio que es sobre la Revolución Social. Se crea una especie de organización regional, que es la Liga Anarquista del Este, donde participan libertarios de Corea, Japón y China, pero también de Taiwán, Filipinas, Malasia, Vietnam y la India y hay un fuerte debate sobre el carácter que debe tener una Revolución Social en esa zona del mundo. El anarquismo japonés tenía una importante inserción en el mundo obrero, en las centrales sindicales, era un país industrializado. El anarquismo chino en cambio va a pensar en un proceso revolucionario impulsado por el campesinado, un asunto que luego retomaría el Partido Comunista, de hecho hay constancia de reuniones en la década de 1920 entre Mao y Yu Rim que fue un referente del anarquismo coreano que se exilió a China. El anarquismo coreano toma esto, hacer una revolución a partir de los medios rurales, así es cómo se entiende lo que ocurrió en Manchuria.
Colaboras con el Institute for Anarchist Theory and History. ¿Hasta qué punto crees importante la investigación sobre procesos revolucionarios del pasado?
Mucho. Hay procesos muy lejanos en el tiempo, como por ejemplo los 50 años previos a la revolución española, que me parecen muy interesantes por la inserción del anarcosindicalismo en el mundo obrero para llevarlo hacia una revolución social. Y lo más importante, ese conocimiento nos conecta con la actualidad. Hay que ver cómo se pueden aproximar esas ideas a una gestión administrativa, de los sectores estratégicos de la economía, de los servicios, del transporte, de la salud, de la educación en la actualidad. Cómo avanzar desde una gestión del poder popular de los sindicatos, organizaciones sociales y las personas usuarias. Es importante la inspiración de esos procesos que se dieron en España, en México, Ucrania o Manchuria.
En ese sentido, parece inevitable preguntar cómo ves la situación actual en Argentina.
Hay un proceso muy acelerado de reformas antipopulares, de quita de derechos, de mercantilización y liberalización de las relaciones de la vida, de la persona. Incluso de lo que atañe a la relación entre el trabajador y patronal que se está tratando de individualizar lo más posible. El capitalismo en Argentina viene a por todo, viene a por todos los derechos que se conquistaron. El proyecto de Milei es un nuevo contrato social, es la utopía neoliberal. Ahora lo urgente es la defensa del sector público, de la salud y la educación. Frenar su desinversión y, a futuro, buscar formas de control y defensa que no dependan de los políticos de turno.
Jacobo Rivera
Fuente: Rojo y Negro