Artículo publicado en Rojo y Negro nº 394, noviembre 2024

Sólo el pueblo salva al pueblo

Pues sí, lo han vuelto a hacer, al menos lo están intentando. La ultraderecha se está apropiado de nuestro lema ¡sólo el pueblo salva al pueblo! y lo han vuelto a hacer para con ello parecer que están del lado de la clase obrera, que son los legítimos representantes del pueblo, camuflando así su verdadera intención que no es otra que la de utilizar una catástrofe de dimensionas estratosféricas, la sucedida el País Valencià y La Mancha, para difundir y hacer llegar a una población desesperada su mensaje de odio y pretendiendo que “el pueblo son ellos” (aunque en su extraño concepto de pueblo no entren muchos de los vecinos y vecinas que vemos en estos días por la tele trabajando para recuperar, y de estos sí que lo es, su pueblo).
No es la primera vez que lo hacen, no es la primera vez que intentan apropiarse de algo que popularmente no les pertenece. Por ejemplo, nos podríamos remontar decenas de años atrás cuando la Falange, la idea fue de Giménez Caballero, robó los colores al movimiento anarquista para usarlos en sus banderas e insignias (camuflarse de pueblo es una vieja consigna del fascismo).
Pero no solo la extrema derecha “oficial” se ha dedicado a apropiarse de nuestros lemas, colores o insignias que nada tienen que ver con ellos. Solo basta ver lo que han hecho con la imagen del Che o con el pañuelo palestino que, de ser símbolos que marcaban una clara ideología y posición y que solo se encontraban en tiendas alternativas, ha pasado, gracias sean dadas al capitalismo, a poder comprarse en El Corte Inglés o en las ofertas del Primark. Eso también, aunque parezca una chorrada, es otra forma que tiene el capitalismo de robarnos los símbolos y con ello el mensaje que queremos transmitir haciendo que su mensaje revolucionario sea desactivado.
El principal problema de todo esto será la reacción que consigan por nuestra parte. Si ante este nuevo intento de apropiación de algo que popularmente no les pertenece, si, por asomo, nuestra respuesta es la de no seguir usando ese lema y que, después de más de cien años usándolo en miles de ocasiones, lo guardamos en un cajón, habrán ganado para su causa nuestro lema. Es lo que ellos quieren, que pase a ser suyo, pero no solo eso, sino que la extrema derecha utilizará lo que significa ese lema para, como he dicho anteriormente, difundir y expandir como el fango su mensaje de odio aprovechándose de la confusión. Y no solo nos robarán el lema, nos robarán el espacio que ocupábamos en la calle bajo ese lema porque seguramente habrá gente que no quiera estar en el mismo sitio que esta gentuza ayudando a la población, nos robarán nuestro espacio en las movilizaciones porque intentarán acudir a ellas con los lemas (robados) y sus mensajes y, claro, habrá gente que no querrá ir a una movilización en la que pueda estar esta calaña.
Y así, sin darnos cuenta, sin ningún tipo de oposición enfrente, se irán adueñando de un espacio que hasta ahora era nuestro y tendrán, dada la situación social y laboral, el caldo de cultivo perfecto para difundir su discurso racista, machista, xenófobo y lleno de odio.
¿Realmente queremos eso? ¿Realmente queremos que el mensaje de la ultraderecha se expanda sin ningún tipo de respuesta más allá de la de que nos vayamos apartando de aquellos sitios en los que ellos quieran introducirse? Entiendo que no.
Y es que luchar contra la extrema derecha no es algo sencillo y mucho menos banal. Tienen el escenario perfecto para expandir y difundir su discurso y nuestra respuesta debe de ser contundente y convincente, como lo hemos estado haciendo durante décadas, y que se ha perdido gracias, en parte, a esta supuesta izquierda que se ha dedicado a ocupar sillones en el Consejo de Ministros y en el Congreso de los Diputados lanzando mensajes que en muchas ocasiones han rozado el ridículo.
Así que no nos toca otra que seguir siendo nosotras, las organizaciones de clase, aquellas que no nos hemos vendido al capitalismo, las que sigamos combatiendo a la extrema derecha; y una de las formas de combatirla es seguir gritando alto y claro que ¡Sólo el pueblo salva al pueblo! porque cuando nosotras lo gritamos nos lo estamos creyendo, nos estamos creyendo que la única forma de salir adelante ante una catástrofe como la de la DANA es siendo un pueblo organizado y solidario, la única manera de salir adelante como sociedad es como pueblo, la única manera de avanzar como clase trabajadora es como pueblo y la única manera de derrotar al fascismo es como pueblo, porque lo de dividirse en la lucha contra el fascismo, por desgracia, ya sabemos cómo termina.
Combatamos al fascismo en la calle, en el barrio, en los centros de trabajo, pero también combatamos al fascismo con la solidaridad y con el trabajo porque sí, aunque suene redundante, sólo el pueblo salva al pueblo, os lo aseguro, y ese lema en nuestras bocas es todavía revolucionario.

Miguel Fadrique Sanz
Secretario General de CGT


Fuente: Rojo y Negro