Artículo publicado en Rojo y Negro nº 393, octubre 2024

Un estudio desvela cómo las partículas emitidas por los aviones podrían ser la causa de miles de casos de diabetes, hipertensión y demencia en toda Europa.

Uno de los múltiples impactos ambientales producidos por el transporte aéreo, invisible pero de una enorme relevancia por sus consecuencias, es la contaminación atmosférica. Aparte del CO2, los motores de los aviones emiten otros gases como óxidos nitrosos, óxidos de azufre y monóxido de carbono, así como partículas en suspensión. Además de calentar el clima entre dos y tres veces más que el propio CO2, estas emisiones ensucian el aire que respiramos y son la causa de múltiples enfermedades (cardiovasculares, respiratorias, metabólicas, etc.) y afecciones a la salud (partos prematuros, bajo rendimiento cognitivo, etc.). Según diversos estudios1, la exposición a largo plazo a las partículas emitidas por los aviones provoca entre 14.000 y 21.200 muertes prematuras al año.
El pasado mes de junio2 la organización europea Transport&Environment presentó un estudio en el que se analizan las afecciones a la salud que las partículas ultrafinas —de un tamaño unas 1.000 veces inferior al diámetro de un cabello humano— emitidas por los aviones provocan, en la población que vive en un radio de 20 kilómetros en torno a los 32 aeropuertos con mayor tráfico de Europa, aproximadamente 51,5 millones de personas. Concretamente, el estudio concluye que vivir cerca de un aeropuerto supone un mayor riesgo de padecer tres enfermedades: diabetes, hipertensión y demencia. Por otro lado, realiza una estimación de las patologías achacables al tráfico aéreo en torno a los aeropuertos estudiados.
Para ello, la investigación determina las concentraciones de partículas ultrafinas existentes en un radio de hasta 20 kilómetros en torno a los aeropuertos y cruza los datos con las densidades de población en esa zona, junto con la prevalencia de las tres patologías mencionadas anteriormente.
La primera conclusión del estudio es que la población que vive a menos de 5 km de un aeropuerto tiene un 20% más de probabilidades de tener demencia, un 22% más de diabetes y un 7% de hipertensión. Incluso viviendo a 20 km del aeropuerto, las posibilidades de sufrir demencia son un 7% mayores, las de diabetes entre un 4% y un 8% mayores, y las de hipertensión un 2% mayores.
En segundo lugar, el estudio estima que 280.000 casos de hipertensión arterial, 330.000 de diabetes y 18.000 de demencia en toda Europa podrían estar asociados a la exposición de la población a las partículas ultrafinas emitidas por los aviones.
En el caso del Estado español, donde se han estudiado los casos de los aeropuertos de Barcelona, Madrid, Málaga y Palma de Mallorca, el transporte aéreo sería el causante de 52.205 casos de hipertensión, 64.918 de diabetes y 5.339 de demencia. Con estas cifras España se sitúa a la cabeza de todos los países estudiados en lo que se refiere a casos de hipertensión y demencia. El aeropuerto Adolfo Suárez Madrid Barajas destaca negativamente como la infraestructura aeroportuaria que más casos de diabetes y demencia genera en toda Europa, con 35.100 y 2.887, respectivamente.
Dos son los factores que explican las cifras anteriores: un elevado volumen de tráfico aéreo y un alto número de personas viviendo en las cercanías de los aeropuertos. En España algo más de ocho millones de personas —alrededor del 16 % de la población total— viven en un radio de 20 kilómetros en torno a los cuatro aeropuertos estudiados. Solo en Madrid hay 3,8 millones de personas afectadas por altas concentraciones de partículas ultrafinas. Por su parte, en torno al aeropuerto de Barcelona 2,7 millones de personas están afectadas por la actividad del aeropuerto, por 896.000 de Málaga y 557.000 de Palma de Mallorca.
En cuanto a las posibles soluciones para mitigar estos problemas, más allá de la mejora de aspectos tecnológicos relacionados con el combustible, la optimización de la eficiencia de los motores o incluso elementos operativos, resulta fundamental poner un freno al crecimiento de las operaciones aéreas. Como se menciona en el propio estudio, “en el corto plazo, limitar el crecimiento del transporte aéreo constituye la medida más eficaz para reducir las emisiones del sector. Establecer topes a las operaciones y sustituir vuelos cortos por alternativas ferroviarias pueden contribuir a mantener el tráfico aéreo dentro de unos límites razonables. Cancelar las ampliaciones de aeropuertos resulta igualmente fundamental para asegurar que el transporte aéreo no continúe ampliando su impacto sobre el clima y sobre las poblaciones cercanas a los aeropuertos”. Y es que, como reclama la Red Stay Grounded, compuesta por 229 organizaciones de todo el mundo, donde mejor están los aviones es aterrizados.

1 Yim, S. H. L. et al. (2015). Global, regional and local health impacts of civil aviation emissions.
Eastham, S. D. et al. (2024). Global impacts of aviation on air quality evaluated at high resolution
2https://www.ecologistasenaccion.org/315171/las-particulas-ultrafinas-de-los-aviones-pueden-provocar-enfermedades-graves-a-ocho-millones-de-personas-que-viven-cerca-de-los-aeropuertos-espanoles/

Pablo Muñoz
Coordinador de movilidad
de Ecologistas en Acción


Fuente: Rojo y Negro