Artículo publicado en Rojo y Negro nº 391, julio-agosto 2024
En 1896 se lanzó en Buenos Aires el periódico anarquista “La Voz de la Mujer”. En su segundo número, las editoras responden a la reacción que recibieron incluso desde dentro del anarquismo en un artículo titulado “Apareció aquello” y subtitulado “A los escarabajos de la idea” cuyos ecos resuenan hoy tanto para la cuestión no binaria que me permito comentarlo para mostrar el gran paralelismo que hay.
Introducción
Entre las disidencias sexuales y de género, por mucho que se pretenda tapar por parte de quienes tienen más privilegios en ese aspecto, la identidad de género no es binaria, ni siquiera en los contextos sociales fuertemente binarios, que no son todos los del mundo y la historia. Incluso ante una imposición binarista, o mujer u hombre, se puede reaccionar rechazando ambas opciones cerradas de muy diversas formas. Las identidades de género no binarias son un campo abierto y cuya existencia pone en entredicho muchas posiciones de privilegio, por eso se nos niega de entrada la existencia.
Reivindicamos nuestra presencia
Cuando aquellas mujeres argentinas tomaron la iniciativa de publicar “La Voz de la Mujer”, fueron tachadas de “ignorantes” y aleccionadas desde el privilegio masculino. Seguía conviniendo al Sistema que no estuvieran alfabetizadas ni organizadas, pero algunas lo estuvieron y lanzaron este periódico. Del mismo modo, conviene al sistema que las personas no binarias desconozcamos vocabulario para nombrarnos y estemos aisladas unas de otras, incluso dentro de los sindicatos anarquistas. Al igual que la imprenta de finales del XIX les valió a las mujeres para reivindicarse, nos está sirviendo a les no binaries el internet de principios del XXI. Aun así, es más fácil organizarse con hermanes no binaries de otras regiones que con les de tu propio sindicato.
Las reacciones al primer número de “La Voz de la Mujer” fueron calificadas sarcásticamente por las editoras como “humanitarias y libertadoras”, al igual que las reacciones que recibimos les no binaries cuando ya no se puede tapar nuestra existencia. Ellas escribieron “por allá nos las guarden, pensamos nosotras”. Nosotres gritamos “existimos, resistimos”.
Se posterga nuestra liberación
Según recoge ese segundo número de “La Voz de la Mujer”, cuando sacaron el primero “Allí fue Troya”: Nosotras no somos dignas de tanto. ¡Cá, no señor! ¿Emanciparse la mujer? ¿Para qué? ¿Qué emancipación femenina ni qué ocho rábanos? ¡La nuestra, venga la nuestra primero! Y luego, cuando nosotros “los hombres” estemos emancipados y seamos libres, allá veremos.
¡Qué parecidas son las críticas que recibieron ellas hace más de siglo y cuarto a las que recibimos ahora nosotres dentro de grupos que se hacen llamar “LGTBI+” o “transfeministas”! Vienen incluso de algunas personas trans binarias que temen dejar de agradar al sistema y perder privilegios ganados a costa de echarnos fuera.
Aquellas mujeres de Buenos Aires tenían claro que si ellas mismas no tomaban la iniciativa de su propia emancipación acabarían siendo “momias o algo por el estilo” si debían esperarlo de “el llamado Rey de la Tierra (hombre)”, y así lo escribieron. Ahora hay muchos “reyezuelos de la Tierra” aparte del hombre cis hetero, como las TERF (feministas tránsfobas) o los cis-gays que pelean por avanzar posiciones a costa de otros en lugar de derribar el sistema opresor al completo. Por eso no debemos delegar la lucha en ninguno de estos reyezuelos ni permitir que se decida sobre nosotres sin nosotres.
Rechazamos toda tutela
Aunque lo anterior debería ser superfluo de decir a un público anarquista, resulta que es necesario decírselo y repetírselo, lo que ya da buen diagnóstico de la calidad libertaria de muches. “Cangrejos y no anarquistas, como mal os llamáis, pues de tales tenéis tanto como nosotras de frailes” se lee en “La Voz de la Mujer”, seguramente aludiendo a la fama de estos crustáceos de avanzar hacia atrás, e igualmente “también tenemos derecho a emanciparnos y ser libres de toda clase de tutelaje”. Ambos mensajes centenarios son aplicables hoy directamente también a la lucha no binaria.
Esta tutela del hombre sobre la mujer que ellas denunciaban, lejos de desaparecer, se ha sumado a tutelas de cis-gays sobre el resto de las disidencias sexuales y de género, de cierta autoproclamada élite trans (como transmedicalistas u otras posiciones que juegan a política de respetabilidad) sobre quienes no encajamos en su estereotipo de cómo se puede ser trans y, tanto en el Ministerio de Igualdad como en las secretarías competentes de la CGT, del lado feminista de estas instancias sobre el lado de diversidad sexual y de género. Estos tres casos y otros más nos dejan “hastiades ya de ser un cero a su izquierda”, parafraseando a las porteñas que vengo citando. Es preciso coger las riendas y rebajar a esas élites gay, trans o feminista al plano de igualdad que se merecen y rechazar toda tutela, vieja o nueva.
Conclusión
La tutela que rechazamos es un efecto perverso de agrupar la acción LGTBIQA+ en las secretarías de feminismo dentro de la CGT. Al igual que las áreas de feminismo son necesarias aquí mientras la igualdad que persiguen no se haya alcanzado y consolidado en la práctica, también la experiencia hace necesarias áreas específicas anarcoqueer independientes de las de feminismo y a su mismo nivel.
Nuestros sindicatos tienen afiliación suficiente de disidencias sexuales y de género. Es la CGT la que debe replantearse por qué está desactivando a esta parte de su afiliación. Una causa puede estar en ser agrupades en áreas de mayoría feminista y donde se toleran ramalazos tránsfobos. Otra causa puede ser el ver que la estructura de la CGT favorece que nuestras voces se queden acalladas en minoría dentro de cada sindicato y no haya una estructura de participación a niveles federativos superiores. Y si, aun así, algunes preferimos actuar desde el armario, los medios de participación deben adaptarse a este derecho a la privacidad.
Es preciso el diagnóstico y tratamiento. La pelota está en el tejado de la CGT que debe tomarse en serio la tarea, tanto a corto plazo (con los estatutos que tenemos) como incluyendo las reformas necesarias con sus tiempos, sin hacerse trampas al solitario.
Une militante de Burgos
Fuente: Rojo y Negro