Artículo publicado en Rojo y Negro nº 389 mayo.

El fin de semana del 12 al 14 de abril ha tenido lugar la octava edición de la Escuela Ramón Fernández Durán en la que durante ocho añitos (con el parón del pasado) las gentes de Ecologistas en Acción, Baladre y CGT vierten su ilusión para que el legado de Ramón no se pierda, un legado que trasciende lo material y nos coloca en todo lo emotivo que él supo generar.
Esta edición que acabamos de pasar se ha desarrollado en uno de los mejores sitios que podría hacerse, la ecoaldea Arterra Bizimodu (https://arterrabizimodu.org/) en Artieda (Navarra). Se trata de un modelo de vida sostenible (como Ramón y tantas otras desearían o ya desarrollan), donde alrededor de 40 personas se afanan en demostrar que generar comunidad y afectos no es tan difícil.
No es de extrañar que, en un espacio tan idóneo, el desarrollo del programa, tan diverso, pero a la vez tan conectado, haya generado unas sinergias maravillosas. Tras la primera toma de contacto entre las personas asistentes el viernes, el sábado estuvo cargadito de temáticas como la Alimentación Sostenida por la Comunidad, más allá de los grupos de consumo o la Criminalización de Espacios y Vidas, terminando el sábado con un taller sobre Justicia restaurativa.
El domingo, como es habitual, se enfocó en la evaluación de los contenidos y lo que se desprende es la necesidad de que la soberanía alimentaria no degenere de nuevo en una cuestión de poder económico, sino que pongamos nuestro sentido de comunidad en lograr que las personas con menos recursos sean las principales beneficiadas. Se hizo un repasito a las condiciones de la gente campesina, la que trabaja la tierra, no la que la posee, ese campesinado real. Respecto a la criminalización de los movimientos sociales, ha sido importante reflexionar cómo lo abordamos desde nuestros espacios para pasar del punitivismo a una justicia restaurativa y “transformativa”. En definitiva, se ha logrado redefinir conceptos, separar las personas del problema y salir del binomio: víctima-victimario, entre otras cosas que, grosso modo, han removido mucho a las personas asistentes.
Es de agradecer el esfuerzo realizado por todas para estar, compartir tiempos y revoluciones de cabeza que es precisamente lo que las organizaciones libertarias pretendemos aspirando siempre a crecer cada día, a no dar por sentado que lo que defendemos no se puede cambiar por modelos más cercanos a las personas.
Hasta la próxima edición, con muchas ganas de estar con más gente generando esa red de afectos, apoyos e incluso de rotura de esquemas.

Gentes de Baladre

 


Fuente: Rojo y Negro