Artículo publicado en Rojo y Negro nº 385 de enero
Entrevista a Víctor Pelegrí Álvarez del Sindicato de Administración Pública de Barcelona
Mi nombre es Víctor, tengo 26 años y actualmente trabajo como informático en el sector público aunque la mayoría de mi experiencia profesional ha sido en una consultora tecnológica. También he trabajado como camarero, profesor particular, teleoperador… pero ya hace un tiempo que me asenté en el sector de las TIC. Más allá de mi profesión, me presento principalmente como anarquista puesto que no entiendo la vida de otra forma que no sea como una lucha constante contra el Estado, el Capital y toda autoridad.
Debo reconocer que cuando empecé a tomar conciencia política y militar en el movimiento libertario y en distintas luchas sociales, el sindicalismo no despertaba en mí grandes pasiones. Se debía, seguramente, a que el anarcosindicalismo actualmente ya no es la rama hegemónica del anarquismo tal y como lo había sido históricamente. En las últimas décadas, en Cataluña y en particular Barcelona (realidades que conozco mejor), hemos vivido profundos procesos transformativos que han dado lugar a diferentes formas de organización que se han ido turnando el protagonismo durante los últimos años: las asambleas de barrio, los colectivos específicos y los espacios de organización informal son algunos ejemplos. En paralelo a todo esto, es innegable que venimos asistiendo a una gran pérdida de conciencia de clase en nuestra sociedad. La juventud de hoy en día, no solo no hemos escapado de esta realidad material, sino que somos su máximo exponente puesto que tenemos la mayor temporalidad, precariedad laboral y salarios más bajos de la clase trabajadora. En general, padeciendo dicho contexto, lxs jóvenes concebimos el trabajo como un lugar en el que invertir el mínimo tiempo posible más que como un espacio de lucha.
Me afilié a CGT, a pesar de ello, porque considero que es imprescindible organizarse en nuestros centros de trabajo al igual que lo hacemos en nuestros barrios o espacios de afinidad ideológica si aspiramos a derrocar el capitalismo y establecer las bases de una sociedad autogestionada. En este sentido, valoro que actualmente la CGT trabaja por un modelo sindical que no solo lucha por conseguir mejoras en nuestros derechos laborables palpables, sino que constituye un proyecto revolucionario con una estrategia y objetivos a largo plazo.
En el Sindicato cada vez somos más jóvenes y ahí confluimos y generamos espacios en los que encontrarnos y construir lugares donde compartir nuestras inquietudes y motivaciones. Aun así, existen algunas barreras que dificultan el acercamiento de la juventud trabajadora al anarcosindicalismo. A veces, nos encontramos con un exceso de burocracia o con una militancia muy ligada y encuadrada en el marco legal, la mayoría de las secretarías y cargos sindicales los ocupan compas más mayores y sería bueno que haya puestos de responsabilidad ocupados por la juventud. Además, la realidad material que sufrimos de hipertemporalidad laboral, hace que muchxs jóvenes no puedan encajar del todo en ningún sindicato, puesto que van cambiando de sector productivo en cada curro. En particular, en mi caso, iniciamos la sección sindical en NTT DATA, una empresa que se ubica en un sector con muchísima rotación y que además hay bastante gente joven. La sección despertó cierto interés y simpatía entre mis compis, pero la verdad es que no se consiguió gran implicación de la plantilla para que tirara adelante con fuerza. A veces, cuando intentamos pensar en cómo mejorar la comunicación o cómo llegar a la clase obrera, nos perdemos más en debatir sobre cuestiones de forma que de contenido. Valoro positivamente la versatilidad comunicativa de CGT, pero pienso que, en general, hay mucha dejadez por las redes sociales y se está perdiendo la difusión más directa y cercana, al fin y al cabo, la acción habla mejor que la palabra. En general, siento que no despertamos esa ilusión en la gente que le haga implicarse y moverse para pelear por lo suyo porque no ven que realmente avance hacia algún lado. Hasta yo mismo me lo planteo.
Luchar se nos convierte en una parte más de esa rutina en la cual la juventud soñamos con evadirnos mientras nos criminalizan por hacerlo. Por eso, me suelo recordar que la Anarquía no es solo un fin, un lugar idílico al que llegar mediante sacrificios personales, también es el propio camino hacia ella, la tensión permanente y continua contra el poder.
Por todo lo comentado anteriormente, considero que es importante que la CGT siga apostando por generar redes con los colectivos sociales para que el aspecto laboral no sea la única lucha que tenga cabida en el Sindicato pudiendo aportar un discurso de clase a lo social y de lo social a lo laboral. Mejorar las acogidas es fundamental para aquellxs jóvenes que entran y que, no teniendo una sección sindical en su trabajo, acaban perdidos y sin saber dónde encajar.
Por último, debemos insistir en la senda del boicot, la huelga y el sabotaje como herramientas propias de nuestra clase e independientes del Estado para la consecución de nuestros objetivos. Lxs jóvenes necesitamos creer en un horizonte revolucionario al que aspirar. Avanzando hacia una escalada del conflicto contra la patronal, desde una posición ofensiva y ambiciosa más que de retaguardia ante la pérdida de nuestros derechos laborales, lograremos devolver la ilusión a la juventud obrera actual.
Fuente: Rojo y Negro