Artículo publicado en RyN nº 380 de julio-agosto.

Durante las últimas semanas, desde que el pasado 28 de mayo se confirmara la entrada de la VOX en prácticamente la totalidad de ayuntamientos y comunidades autónomas del Estado español y desde que al día siguiente el presidente del Gobierno anunciara el adelanto de las elecciones generales para el próximo 23 de julio, se viene repitiendo como un mantra la frase ¡Que viene la ultraderecha!, como si del cuento del pastor mentiroso se tratara cuando gritaba ¡Que viene el lobo!

Esta frase, que escuchamos a diario en todas las tertulias televisivas y en todas las intervenciones de aquellos políticos denominados de “izquierdas”, es lanzada una y otra vez con la intención de movilizar al electorado de izquierdas de cara la cita con las urnas que tenemos en unos días. Con este mensaje, con esta advertencia, pretenden que toda la masa social de izquierdas se movilice y se lance a los colegios electorales haciendo uso del voto útil de izquierdas, es decir, dirigir el voto al partido de Pedro Sánchez (PSOE) o a la coalición liderada por Yolanda Díaz (Sumar).

Están utilizando la política del miedo a la llegada de la extrema derecha pretendiendo que caiga en el olvido todo aquello que han ido aplicando durante estos años, muy alejado de lo que prometieron en su acuerdo de gobierno y, lo que es aún peor, pretenden que caiga en el olvido aquello que no han dejado de lado para que nos olvidemos, entre otras cosas, de la no derogación de la reforma laboral ni de la ley mordaza, de las nulas políticas efectivas en materia de vivienda, de los acuerdos en materia de pensiones que hacen perder poder adquisitivo a los pensionistas actuales y, sobre todo, a los futuros, de no tomar ni una sola medida efectiva para frenar la escalada de los precios de la cesta de la compra y que las facturas energéticas no se disparen… en definitiva, pretenden que olvidemos todas aquellas veces que el Gobierno ha dado la espalda a la clase trabajadora y a la sociedad y por las que muchas personas podrían decidir no acudir a las urnas el próximo 23 de julio o que, de hacerlo, no lo hagan para votar a aquellos partidos que han formado parte del “Gobierno más progresista de la historia”.

Pero ¿realmente es ahora cuando tenemos que tener miedo a la llegada de la extrema derecha? ¿Es ahora cuando van a llegar a las instituciones poniendo en peligro ciertas leyes y ciertos derechos?

Desde el año 1996, cuando el PP consiguió gobernar por primera vez con 156 escaños —siendo la única opción de derechas posible en aquel entonces—, hasta los últimos resultados electorales en los que la suma de PP+VOX+Cs les dio un total de 151, hemos comprobado cómo, a excepción de las dos mayorías absolutas del PP, el bloque de la derecha se ha mantenido siempre en los mismos números que les han dado para gobernar en algunas ocasiones y en otras para permanecer en la oposición.

Durante todos estos años, hemos visto cómo el PP votaba en contra de la ley del aborto, de la ley de la eutanasia, de la ley del matrimonio entre personas del mismo género, etc. llegando a demandar ante el Tribunal Constitucional alguna de estas leyes. Es decir, que las políticas de extrema derecha siempre han estado, por desgracia, bien representadas en el Parlamento, bien fuera en solitario —por el PP— bien acompañados por su filial cuñadista con dos copas de más como es VOX.

Por resumir, sabemos más que de sobra lo que van a hacer si a partir del 23 de julio gobiernan y lo sabemos porque son el tipo de medidas que han estado aprobando en los últimos años siempre que han podido, solo que ahora lo harán con un mayor foco mediático puesto, con una mayor publicidad y con un mayor autobombo por su parte llegando a ver algún golpe de pecho al más puro estilo simiesco.

Entonces, ¿cuál es el verdadero peligro? El verdadero peligro no es que un partido como VOX entre en el Gobierno central ya que supone el mismo peligro que ha supuesto hasta ahora la entrada del PP. El verdadero peligro es el que se lleva dando a cabo en los últimos años en la sociedad española, la implantación y el calado de sus mensajes de odio en gran parte de la sociedad. Esos mensajes de odio que hacen que haya personas que piensen que los inmigrantes vienen aquí a “quitarnos el trabajo, a las mujeres y a cobrar la paguita”, que “la familia cristiana tradicional es la única válida y el resto son modas radicales”, que “la violencia machista no existe, solo existe un tipo de violencia”, etc. etc. etc.

Ese es el verdadero peligro y la verdadera alarma que tenemos que activar, la de arrancar de raíz el que este tipo de mensajes calen en la sociedad, sobre todo en la juventud. Y esto no es algo que se erradique en unas elecciones votando a unos u otros para que después se olviden de todo lo prometido en campaña y dejen de nuevo tirado a quien dicen representar. Este tipo de mensajes y su calado en la sociedad se erradican construyendo un tejido social en los barrios y en los centros de trabajo, construyendo alternativas sociales y sindicales creíbles y útiles para la clase trabajadora, construyendo espacios abiertos y participativos en donde la cultura, la educación y el activismo crezcan en participación.

De nada sirve que el próximo 23 de julio vayas a votar si después tu aportación a construir un mundo nuevo, en el que este tipo de mensajes no tengan cabida, es nula. Solo así, desde la educación, la cultura y el compromiso social podemos hacer que los mensajes de odio llegados desde la extrema derecha pasen a la historia.

Miguel Fadrique Sanz
Secretario General de la CGT


Fuente: Rojo y Negro