Artículo publicado en RyN nº 379 de junio.
El pasado mes de abril, entre los días 19 y 23, se inauguró en Guararema (Sao Paulo, Brasil) la primera edición de la I Escuela Internacional de Autogestión, una iniciativa vinculada a la red de “Economía de las Trabajadoras y Trabajadores” que comenzó a organizarse en 2007 y cada dos años celebra un encuentro internacional.
Estos encuentros, en los que CGT viene participando a través de su Secretaría de Relaciones Internacionales desde sus inicios, reúnen bienalmente a cientos de personas de decenas de países, tejiendo una red global integrada por miembros de cooperativas de trabajo y empresas recuperadas por sus plantillas, representantes de la Academia, organizaciones sociales, movimientos populares y otras organizaciones de trabajadores y trabajadoras como sindicatos. Todas nuestras organizaciones unidas con el objetivo común de construir y promover un horizonte global de autogestión en el que el trabajo, en todas sus formas y en todos los ámbitos donde se desarrolla, sea gestionado por y para los trabajadores.
En esta ocasión fue la primera edición en la que el encuentro se dio en un nuevo formato que tiene visos de repetirse en otros lugares: una escuela que pretende ser un espacio de debate y construcción de alternativas anticapitalistas con un carácter abierto a un público más amplio y centrada en el aprendizaje colectivo, en el intercambio de saberes y en la construcción de conocimiento.
El espacio donde se celebró, la Escuela Nacional Florestan Fernandes, es un ejemplo de autogestión en sí mismo. Se trata de una finca de varias decenas de hectáreas a menos de una hora por carretera de São Paulo que cuenta con varios bloques de habitaciones de literas, decenas de aulas y salas de plenarias totalmente equipadas incluso con cabinas para traducción simultánea, huertos comunitarios, memoriales, biblioteca, tienda, un campo deportivo, lavandería, taller artístico y técnico, guardería, y una cocina y comedor con capacidad para varios cientos de personas. Y todo esto gestionado íntegramente por el MST, que cuenta con el trabajo permanente de más de 40 personas y con el apoyo de brigadas que llegan desde diversos lugares para realizar trabajos puntuales, desde su construcción (llevada a cabo por miles de personas voluntarias en 2005) hasta la ampliación y mantenimiento de sus instalaciones.
Y es gracias a toda esta infraestructura por lo que no hubo problema en que la escuela de autogestión conviviera simultáneamente con otros actos de distintas organizaciones, entre ellas, y a modo de ejemplo, la del grupo de artistas indonesio Taring Padi (“brote de arroz”) que trabaja la pintura de murales colectivos y llevaba dos semanas en la escuela elaborando uno de 6 m2 y embarcaría en los siguientes días hacia Ámsterdam, donde está teniendo lugar una exposición retrospectiva de la obra del grupo.
El propio MST también tenía organizado durante esas mismas fechas un encuentro interno de formación de cuadros entre cientos de militantes venidos de diferentes Estados de Brasil. Además, el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), celebraba el primer acto del 40 aniversario de su fundación, que se cumple este 2023. Un hito encomiable para una organización que nació para exigir la aplicación de la reforma agraria en Brasil mediante la acción directa y la desobediencia al Estado: ocupando latifundios improductivos de grandes terratenientes y distribuyéndolos entre los desposeídos para trabajarlos colectivamente. Y, sobre todo, un hito que refleja el éxito de las formas de organización y acción política de este movimiento, pues su militancia ha crecido exponencialmente y se ha renovado generacionalmente, heredando todo el bagaje y la experiencia acumulada de cuatro décadas de lucha y creciendo sin descanso hasta llegar a ser considerada a día de hoy toda una institución en el país y uno de los movimientos sociales, no sólo cuantitativamente, más importantes del mundo.
Con respecto a la I Escuela Internacional de Autogestión, lo primero a destacar es que fue un éxito a nivel de participación. Contó con la asistencia de 130 personas procedentes de distintos países, mayoritariamente del propio Brasil y Argentina por su cercanía, pero también de otros lugares más lejanos como Chile, Uruguay, Colombia, México o España. Y para elaborar la programación de un encuentro tan heterogéneo y masivo, la organización tomó como referencia metodológica la educación popular, de amplia tradición en Brasil y marca de la casa de los anfitriones.
Los actos comenzaron con la presentación del espacio y del curso el 19 de abril en la que se organizaron los grupos de voluntarios para las labores de logística que se requerían, ya que todas las organizaciones que utilizan las instalaciones de la Escuela Florestan Fernades deben participar durante su estancia del servicio de cocina y la limpieza de baños, entre otras. Seguidamente, se presentaron los tutores del curso, algunos docentes y miembros de sindicatos de profesorado en diversas universidades latinoamericanas como la Universidad Autónoma de México, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la Universidad Estatal Paulista de São Paulo, la Universidad Federal Rural de Pernanbuco y la Universidad Federal de la Frontera Sur brasileñas; además de otros representantes de cooperativas de Brasil, México, Argentina y Colombia.
Durante los días sucesivos, el programa fue avanzando de lo general y compartido en plenarias con traducción simultánea entre portugués y castellano, a diálogos sobre lo concreto y práctico en grupos más reducidos.
En la ponencia de Historia del Mundo del Trabajo Asociado, Andrés Ruggeri hizo un repaso desde los orígenes historiográficos del concepto de “control obrero” de la producción hasta el cooperativismo tal y cómo está organizado hoy en día, pasando por las colectividades de la revolución social del Consejo de Aragón en el 36 y por la renuncia a su praxis en favor de la estatalización durante la conformación de la Unión Soviética.
En el análisis de la Coyuntura actual, se repasaron las diversas formas que tiene en la actualidad el trabajo sin patrón en los diferentes sectores y Estados actuales, desgranando las formas legales en las que está regulado, y poniendo de relieve que los Gobiernos no son la única forma de poder ya que este puede emanar de organizaciones no estatales, como es el caso de los sindicatos de clase y de los medios de producción controlados por sus trabajadores.
En lo sucesivo, participantes de varias organizaciones de trabajadores autogestionarias tomaron el protagonismo para exponer sus experiencias y formas de organización. Entre ellas, y como ejemplo, la Federación de Empresas Recuperadas de El Chaco, conformada por varias cooperativas de cientos de trabajadores y que controla el 30% de la producción de carne de un país en el que el sector tiene tanto peso como Argentina, o la Federación de Cooperativas de Trabajo de Chile (TRASOL) con una representación muy joven que, frente a la crisis económicas y políticas a las que ha llevado la deriva del capital a su generación, apuesta por la autoorganización de la clase obrera desde la producción como alternativa. Y por supuesto, también varias cooperativas rurales de producción agroecológica de un Brasil colonizado por el modelo productivista de grandes capitales como Monsanto.
Para finalizar, se articuló un debate de valoración de la Escuela que, tras su primera edición, se define como un “proyectando en construcción” sobre el que cabe reconsiderar el formato y que tiene por delante definir la ubicación y el público al que quieren dirigirse las sucesivas convocatorias.
Por nuestra parte, este encuentro nos reafirma en la necesidad de reforzar la coordinación internacional entre trabajadores y trabajadoras y nos apela, como organización anarcosindicalista y revolucionaria, a tomar una perspectiva que nos haga ver más allá de las negociaciones con nuestras empresas y a situarnos en la vanguardia de la historia para comenzar a construir, desde hoy y desde aquí, las alternativas al marco capitalista en el que se desarrollan nuestras relaciones laborales.
Porque el trabajo no sólo es nuestra mayor fuerza, sino que está en la misma definición de nuestra clase. Y el trabajo, sin patrón, es el mayor ejercicio revolucionario.
Víctor Iguazel (Coordinador de Ruesta)
David Blanco (Secretario de Relaciones Internacionales)
Fuente: Rojo y Negro