Artículo publicado en RyN nº 379 de junio

La frase “el agua es vida” es un mantra que habría que entender poniendo el agua en su contexto, en su río. Desde los albores de la humanidad, se han buscado los lugares con una fuente de agua cercana para los asentamientos humanos.
Ya en tiempos de los romanos, se intentó el aprovechamiento hidráulico con embalses que se mantienen, como el de Proserpina (siglo I a. C.) en Mérida o restos visibles como la presa de Muel (siglo I) y la de Almonacid de la Cuba (siglo I), ambas en Zaragoza. Debemos citar la enorme influencia árabe en el aprovechamiento del agua o instituciones tan peculiares como el Tribunal de las Aguas en Valencia. Durante la época de la Ilustración se da un impulso a la ingeniería hidráulica destacando el Canal Imperial de Aragón, iniciado en el siglo XVI, y el Canal de Castilla como intento de vía navegable para el comercio. Estos pocos ejemplos dan cuenta de la importancia del agua y sus usos a través de la historia y de los intentos de colonización de tierras.
Ya en el siglo XIX es reseñable el Canal de Isabel II para el abastecimiento de Madrid. Se empieza a tratar el tema con la Ley de Aguas de 1879. El Regeneracionismo, con Joaquín Costa, es un movimiento que pretende modernizar el país con cambios de profundo calado y uno de sus pilares es el agua y el regadío como medio de mejorar las condiciones de vida en el medio rural1.
El primer intento fue el Plan de obras hidráulicas de 1902, dirigido por Rafael Gasset, llamado Plan General de Canales de Riego y Pantanos, pero adolecía de errores y tampoco le ayudó el momento político después del Desastre de 1898. En 1907 se creó la Junta Central de Colonización, de escaso aprovechamiento por la mala calidad de las tierras. En 1913 se celebra en Zaragoza en primer Congreso Nacional de Riegos. También podemos citar el Proyecto de Ley de Fomento de la Riqueza Nacional, de 1919.
Durante la dictadura de Primo de Rivera, se crean en 1926 las confederaciones hidrográficas, que siguen teniendo una gran importancia en la política hidráulica. Con una visión global de cada cuenca. Destaca la figura de Manuel Lorenzo Pardo, primer presidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro. Posteriormente, en 1932, fue nombrado director del Centro de Estudios Hidrográficos por el ministro de Obras Públicas Indalecio Prieto que elaboró el Plan Nacional de Obras Hidráulicas de 1933, sin que llegara a ser aprobado al cesar el Gobierno Azaña. Esto será de gran transcendencia porque el posterior Plan Peña, de 1941, ya en el franquismo, se basa en buena parte en éste e incluye un catálogo de embalses y trasvases y vira la atención productiva al arco levantino. Dentro del intento de redención al campo español, también debemos citar la Ley de Reforma Agraria de 1932, con mejores intenciones que puesta en práctica o la Ley de Obras de Puesta en Riego de 1932.
En el periodo de autarquía, la construcción de embalses fue también una manera de intentar dotar de energía eléctrica a diferentes regiones, otra de las maneras de desvertebrar el territorio, producir energía en un sitio para el desarrollo de otro e inundando espacios antaño productivos y con vida. A partir de 1964, la planificación hidrológica se incluye en los sucesivos Planes de Desarrollo Económico y Social: los años 50 y 60 son los de mayor auge de construcción de pantanos y coinciden con los de mayor despoblación del interior del Estado español y de emigración a las grandes ciudades. No es la única causa, pero hay que tenerla en cuenta. Basta el caso del Pirineo aragonés con 10.000 personas2 y decenas de pueblos deshabitados, un fenómeno al que hay que sumar factores culturales menos estudiados como la pérdida de la lengua materna al tener que emigrar a zonas donde no se habla la lengua aragonesa.
Cabe citar dos leyes franquistas: la Ley de 20 de febrero de 1942 por la que se regula el fomento y conservación de la pesca fluvial —como curiosidad, prohíbe dejar secos los cauces de los ríos, algo que no se ha cumplido—; y la Ley de 16 de diciembre de 1954 sobre expropiación forzosa que está actualmente en vigor y en base a la cual se han producido los hechos más deleznables y abusivos de desalojo de pueblos para la construcción de embalses. Podemos citar la voladura de casas en Jánovas3, la salida en barca de la gente de Fayón4, el brutal desalojo de Riaño en julio de 19875 o el de Itoitz en 20036. En estos dos últimos casos son icónicas las imágenes de personas resistiendo en los tejados.
Con la Ley de Aguas de 2 de agosto de 1985, se abre la planificación a las comunidades autónomas y a los usuarios. Es también muy importante que, con la incorporación del Estado español a la entonces Comunidad Económica Europea, se asuma la normativa europea en materia de medio ambiente. Destacamos la propia Directiva 85/337/CEE del Consejo, de 27 de junio de 1985, relativa a la evaluación de las repercusiones de determinados proyectos públicos y privados sobre el medio ambiente, la Directiva 2000/60/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 23 de octubre de 2000, por la que se establece un marco comunitario de actuación en el ámbito de la política de aguas7 y la Directiva 92/43/CEE del Consejo, de 21 de mayo de 1992, relativa a la conservación de los hábitats naturales y de la fauna y flora silvestres, así como la creación de la Red Natura 2000, que obliga a catalogar las Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y los Lugares de Interés Comunitario (LICs). Desde 1985 es obligatoria en el Estado español la Evaluación de Impacto Ambiental y actualmente se regula por la Ley 21/2013, de 9 de diciembre, de evaluación ambiental.
Gracias a estas normativas se han paralizado algunos proyectos altamente perjudiciales, proyectos sobre los que antes no había control ni sensibilidad medioambiental, aunque no siempre ha sido así desgraciadamente, con ejemplos como el embalse de Mularroya8 o el hotel Algarrobico. En estos dos casos el Estado español enmaraña y usa subterfugios para eludir el cumplimiento de las normativas medioambientales que avalan las sentencias judiciales. Siendo ambos casos vergonzosos por la indefensión judicial que producen. Debemos abordar estos asuntos desde una ecología anticapitalista y decidida porque, estas actuaciones, forman parte de un todo y es una expresión más de la voracidad del capitalismo con el medio.
Desde los años 90 se han desarrollado los Planes Hidrológicos de cuenca que, básicamente, consistían en un catálogo de obras, de embalses a depuradoras, canalizaciones con la promesa de nuevos regadíos. Desgraciadamente se siguen incluyendo obras de gran impacto social, medioambiental y económico. Un aspecto importante es la inclusión del caudal ecológico, es decir, el caudal mínimo que ha de llevar un río para que mantenga su buen estado ecológico: la planificación y aprovechamiento de cada río, debe de respetar dicho caudal ecológico. Debemos de pensar igualmente en el dominio público hidráulico y que toda persona tiene derecho al disfrute del río como espacio de ocio, para disfrutar de su patrimonio natural y etnográfico asociado.
En definitiva, y después de todo este recorrido, nos encontramos con que el Estado español es el que tiene más grandes presas por habitante del mundo: en número total son 1.2259, el mayor de la UE y el quinto del mundo. Se considera una gran presa la que tiene al menos 15 metros de altura o la que tiene entre 10 y 15 metros con una capacidad superior a 1 hm³ (esto excluye pequeñas represas y azudes). Volvemos a lo de los monederos sin dinero. ¿Hace falta inundar más valles y dañar el medioambiente? El futuro depende de un uso racional del agua. Empezando por el coste del agua (muchas veces se paga incluso por debajo de lo que cuesta la conducción hasta el lugar de uso). Las buenas cerradas para los embalses están ocupadas y ahora nos encontramos con problemas geológicos provocados por el peso del agua, Itoitz con terremotos asociados, o las características geológicas del terreno, como la ladera de Yesa o la falla de Grío en Mularroya.
El populismo y el ansia de votos lleva a prometer agua y desarrollo a un coste muy bajo. Destacaríamos el trasvase Tajo-Segura que no ha solucionado los problemas de agua por algo muy simple, la expectativa de agua hace florecer regadíos y cuando esta llega ya es insuficiente, y, en este caso, a costa de dejar seca la cabecera del Tajo. A reflexionar son las últimas noticias judiciales sobre el recorte de caudal y su insostenibilidad. Muchas veces se invoca al patriotismo o al eufemismo de “bien común” que, en realidad, no es tal.
Podemos destacar en el Estado español dos zonas especialmente damnificadas y desarticuladas por la construcción de grandes pantanos, el Pirineo y la Montaña Leonesa. En sus respectivas autonomías se repite la dicotomía llano-montaña, o una zona que es sacrificada por el desarrollo de otra, planes de desarrollo que por lo general no llegan a donde se habían anunciado. En Aragón es paradigmático el Pacto del Agua de 1992, un catálogo anacrónico de obras —30 años después— para garantizar una reserva hídrica y que se ha llegado a incluir en la reforma estatutaria de 2007 y que, a pesar de ello, se sigue invocando. Unas obras muy costosas económicamente y que por lo general multiplican su presupuesto por los diversos problemas que van surgiendo como ocurre con el recrecimiento de Yesa que ha cuadruplicado de manera escandalosa su presupuesto inicial. Parece más justo que donde se produce el beneficio por el agua, también se ceda una parte de su territorio para almacenar el agua en balsas10.
A destacar es que en León el embalse del Porma se llame Juan Benet, su verdugo. De Vegamián, sepultado bajo sus aguas, es natal el escritor Julio Llamazares que ha descrito muy bien en sus obras el desarraigo que provocan estas grandes obras: el escritor cifra en más de 500 los pueblos sumergidos por pantanos en el Estado español y reivindica su memoria11. Interesante es la grabación de un documental por Anne-Laure Boyer sobre la memoria de estos pueblos sumergidos, la pérdida del paisaje vital y el desarraigo, la propia memoria y las vivencias asociadas.
Nadie que no haya visto en directo el dantesco espectáculo de un pueblo emergiendo de las aguas al cabo de los años, podrá saber jamás cuánta desolación esconden en su fondo los pantanos. Nadie que no tenga ahí enterrados sus recuerdos, sus raíces ni su casa será capaz de imaginar cuánto dolor quedó enterrado para siempre en estos cementerios que se pudren en silencio bajo el agua.
“Cementerios bajo el agua”, Julio Llamazares. n

NOTAS
1 Como ejemplo del pensamiento de Joaquín Costa, “Política hidráulica (Misión social de los riegos en España) https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/politica-hidraulica-mision-social-de-los-riegos-en-espana–0/html/fefa3e80-82b1-11df-acc7-002185ce6064_4.html
2 Según datos de la Asociación Río Aragón contra el recrecimiento de Yesa.
3 El proyecto data de 1951 y la voladura con dinamita de las casas fue en 1965. Con la heroica resistencia de Francisca Castillo y Emilio Garcés hasta 1984. El proyecto se desestimó en 2001 y actualmente se encuentra el pueblo en proceso de reversión y vuelta a la vida.
4 En 1967 empezaron a subir las aguas del embalse de Ribarroja para obligar al desalojo.
5 Nueve pueblos fueron derribados: Anciles, Escaro, Huelde, La Puerta, Vegacerneja, Pedrosa del Rey, Burón, Riaño y Salio. La presa estaba acabada desde 1965 y cerró sus compuertas en diciembre de 1987.
6 Itoitz y Artozki fueron demolidos.
7 Conocida como Directiva Marco del Agua.
8 Mularroya, que incluye el trasvase del Jalón al río Grío, la plataforma Jalón Vivo ha ganado cuatro veces en los tribunales: en 2005 Tribunal Superior de Justicia de Aragón, 2009 Audiencia Nacional, 2013 Tribunal Supremo y 2021 Audiencia Nacional.
9 Inventario de Presas y Embalses. MITECO.
10 La alternativa de la Fundación Nueva Cultura del Agua al recrecimiento de Yesa incluye balsas laterales en las Bardenas.
11 Desarrollado este asunto en la novela “Distintas formas de mirar el agua”, 2015 o en el guion de cine “Retrato de bañista” incluido en la película “El filandón”, 1985.

Alejandro García


Fuente: Rojo y Negro