Los días 17 y 18 de octubre se descubrirá un busto realizado por su hijo Ricard Granado en homenaje a su padre, ejecutado de forma injusta en 1963 por ser miembro de las Federación Ibérica de Juventudes libertarias y participar en la lucha antifranquista
El caso de Delgado y Granado es un auténtico crimen de estado. No sólo cuando se cometió la ejecución de estos dos compañeros sino en la actualidad. Tras varios recursos pidiendo la anulación de la sentencia, los tribunales se han negado a la rectificación de una condena a todas luces injusta y dictada por un tribunal ilegítimo y en condiciones de absoluta desprecio a las garantías de defensa de los imputados.
El caso de Delgado y Granado es un auténtico crimen de estado. No sólo cuando se cometió la ejecución de estos dos compañeros sino en la actualidad. Tras varios recursos pidiendo la anulación de la sentencia, los tribunales se han negado a la rectificación de una condena a todas luces injusta y dictada por un tribunal ilegítimo y en condiciones de absoluta desprecio a las garantías de defensa de los imputados.
Este año Francisco Granado Gata cumpliría 80 años si el infortunio y la falta de justicia que existe en este país no se hubieran interpuesto en su camino. Ahora en 2015, tras un largo periplo por el Tribunal Supremo y Constitucional, es su pueblo quien va a honrar a Francisco Granado, condenado y ejecutado siendo inocente, como se ha probado y denunciado desde el mismo momento de su detención.
Francisco, como Joaquín Delgado, huyó a Francia escapando de la pobreza y la represión franquista. En el caso de Granado, nacido en Valencia del Ventoso (Badajoz) sus inquietudes nacieron de los contactos que tuvo con militantes libertarios ya en Francia. Francisco, un obrero con ganas de poder tener una vida decente marcha a Madrid con 18 en busca de trabajo, consiguiendo trabajo en la empresa Agromán y luego en la Maestranza de Artillería. En 1956 se casó y al año siguiente hizo el servicio militar. En el Ejército le detectaron una grave enfermedad, leucemia, que le obligó a permanecer hospitalizado algunos meses. Una vez licenciado, se marchó a Francia en busca de fortuna con un amigo, cruzando la frontera por Irún hacia Burdeos, instalándose en Alès. Los primeros meses hizo trabajo de jornalero en el campo, hasta que consiguió un trabajo estable de forjador, obteniendo la carta de trabajo, la autorización de residente y el permiso para poder llevar la familia.
Tomó contacto con un grupo de exiliados libertarios y se ofreció a colaborar en las Juventudes Libertarias. Decide integrarse en el activismo antifranquista y entra en la sección clandestina de Defensa Interior, creada en 1961 en Madrid en el seno del Movimiento Libertario. En julio de 1963 es enviado a Madrid con el compañero Joaquín Delgado Martínez, ebanista fresador y secretario de la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias en Grenoble, con la misión de tomar contactos con el objetivo de organizar un atentado contra Franco. En esa estancia en Madrid debido a una falta de coordinación y de seguridad, son delatados por infiltrados de la policía franquista en los círculos anarquistas del exilio y principalmente en el grupo Defensa Interior (DI), órgano de lucha antifranquista desde Francia creado en 1962 con la intención de derrocar al régimen dictador de Franco. En el registro domiciliario de la pensión donde habían sido alojados son encontrados explosivos y así, se justica su detención y acusación. Así, Joaquín Delgado y Francisco Granado que no habían cometido el atentado contra la DGS que se había producido en los días que estaban en Madrid son acusados, como cabeza de turco elegido por el régimen fascista, de ser los autores de este hecho. A base de torturas consiguen que se declaren autores del atentado. Lo que sí reconocieron los dos, es ser miembros de la Federación Ibérica de Juventudes libertarias asumiendo así la sentencia a la cual todo revolucionario está condenado, dispuestos a pagar con su vida el crimen de luchar contra la dictadura franquista y por la emancipación de los trabajadores.
Es evidente la actuación criminal del estado franquista cuando Delgado y Granado son sometidos a encarcelamiento, Consejo de Guerra y ejecución de la sentencia en el breve espacio de 17 días. La celebración del juicio, ante un tribunal militar, estuvo, como corresponde a un juicio político, plagado de irregularidades, dado que la defensa de los dos jóvenes anarquistas en ningún momento pudo presentar las pruebas y las coartadas que demostraban que en esas horas y esos días y en esas calles donde fueron colocados los artefactos explosivos no estuvieron los compañeros ejecutados en ningún momento.
Así, el 17 de agosto de 1963 son ejecutados a garrote vil (muerte terriblemente tormentosa) en Madrid, dejando Francisco Granado Gata a una viuda y tres hijos desamparados en Francia.
Desde CGT se ha apoyado a su viuda, Pilar Vaquerizo, que junto con otros compañeros de lucha (Octavio Alberola, Antonio Martín, etc) crearon el grupo pro-revisión de la sentencia de Delgado y Granado para conseguir la anulación de la sentencia condenatoria de estos dos luchadores, sí, pero inocentes del delito imputado. Después de conseguir que el Tribunal Constitucional obligara al Tribunal Supremo en su sala V (militar) tomar testimonio de las personas que declaraban haber sido las autoras de los hechos, volvió a fallar denegando la anulación de la sentencia y persistiendo en mantener la condena sobre dos personas inocentes.
Ahora en 2015 su hijo ha emprendido la lucha de conseguir que en el pueblo donde nació hace 80 años Francisco Granado, se sepa que su padre fue un luchador por las libertades y la clase obrera. Por ello, los días 17 y 18 de octubre en Valencia del Ventoso se van a llevar a cabo varios actos de reparación de la memoria de su padre.
Comisión Confederal Memoria Libertaria de CGT
Fuente: Comisión Confederal Memoria Libertaria de CGT