Barcelona acogió entre el 27 y el 29 de junio la vigésimo primera conferencia anual de la International Association for Feminist Economics, (IAFFE) Barcelona acogió entre el 27 y el 29 de junio la vigésimo primera conferencia anual de la International Association for Feminist Economics, (IAFFE). Unas 400 personas, la gran mayoría mujeres, provenientes de todo el mundo, compartieron y debatieron durante tres días los retos y las propuestas de la economía feminista ante los grandes temas de la actualidad como la crisis económica y civilizatoria, el desarrollo sostenible, el comercio y la globalización, el buen vivir, el trabajo dentro y fuera del mercado, la exclusión social y la migración. Entre las ponentes de la mesa redonda ‘Movimientos sociales ante la Crisis- Economía feminista en la encrucijada’ no podía faltar la economista, feminista y activista Amaia Orozco. Pikara habló con ella. Durante tu ponencia comentabas que hay que debatir si la economía feminista pertenece a los movimientos sociales o al mundo académico. ¿Tú cómo lo ves? Creo que la economía feminista tal y como la hemos conocido en el Estado español es una corriente académica que nació muy vinculada a la política y que ahora está en una encrucijada de solidificarse con la primera y de perder la dimensión de intervención y de práctica política. ¿Por qué está pasando eso? Es algo bastante común a muchos estudios de género. Tiene que ver que las universidades son sitios donde hay posibilidades de hacer carrera profesional y que los movimiento feministas en el Estado español ahora mismo están creando poco pensamiento. Cada vez más se recurre al ámbito académico elaborando teorías que luego se aplican, pero que no se construyen desde la práctica política. En cambio, las compañeras de Mesoamérica comentaban que habían oído hablar de la economía feminista pero que le estaban dando sentido y forma desde la propia intervención con grupos de mujeres. Por eso para ellas es más bien un movimiento social, una apuesta por construir otra forma no de pensar la economía sino de hacerla. Y para ti ¿dónde sería deseable que estuviera la economía feminista? Supongo que en la intersección de ambas. En el Estado español la economía feminista es lo que hacen algunas feministas que están en la academia y que tienen el título de economistas, y esto me parece una contradicción bestial. Si precisamente lo que estamos criticando es la forma en que se enseña economía normalmente, ¿cómo puede ser que esa forma -que además se reduce sólo al mercado- sea de repente lo que te da legitimidad para luego hacer feminismo? Yo creo que el lugar de arranque y de permanente crítica tiene que ser el movimiento feminista, y tiene que haber una interacción constante entre la práctica y el discurso. Si luego hay gente en el ámbito académico con más tiempo y recursos para profundizar en cosas, estupendo. Con respecto a la crisis civilizatoria, has comentado que desde el feminismo la apuesta de futuro pasa por abrir el debate en primer lugar sobre cuál es la vida que merece ser vivida. Pero según dónde estemos, la perspectiva es muy diferente. ¿Cómo se podría gestionar esa diversidad? Creo que hay que combinar dos principios éticos a la hora de debatir cuál es la vida que merece ser vivida: el principio de universalidad, o sea por ejemplo no puede ser un buen vivir que consuma una serie de recursos naturales que hacen que sea imposible que todo el mundo viva así, y por otro lado el principio de la singularidad. La definición de buen vivir es distinta en distintos contextos, para distintos grupos sociales y para distintas personas. A este respecto creo que a veces hay visiones de la izquierda clásica o materialista que hablan en términos muy igualitaristas pero que no respetan las diferencias. Las luchas más materiales, por la distribución, se guían por el principio de igualdad pero se olvidan las luchas más culturales y simbólicas, por ejemplo por la diversidad sexual, funcional o de identidad de género. Yo creo que no pueden ir por separado porque si no, además, en un contexto donde las cosas se ponen difíciles, las que van a primar son las injusticias materiales. Es un problema que en el 15M todo el mundo asuma que luchar contra los bancos es un objetivo común pero que no se entienda que la lucha por la diversidad sexual también tiene que serlo. ¿Por qué es más fácil que se sientan comunes algunas luchas mientras que otras siguen pareciendo sólo de algunas? A lo mejor digo una barbaridad, pero las luchas materiales del capitalismo se construyen entorno al sujeto obrero, que al fin y al cabo es el que se reconoce en los propios mercados capitalistas porque es la mano de obra. Como clase obrera se está luchando en el terreno del capital, mientras que en las otras luchas se está luchando desde otros sitios. Por tanto, es todavía más difícil, porque primero tienes que visualizar que existen esos conflictos y que tienen algo que ver con esa estructura. El estilo de la militancia es a menudo absorbente, ¿qué estrategias se te ocurren para poder incorporar ahí las ideas de los cuidados y de la conciliación? Una vía podría ser empezar el debate sobre qué pasa dentro de la militancia como hicieron Ecologistas en Acción en una campaña interna en torno a quién cuida a quién y sobre cómo se reparten las tareas dentro de la propia militancia.Por otro lado dentro del 15M, sobre todo al principio, cuidar la vida era algo de lo más prosaico -como comer, beber, mear, que no te dé una insolación- era algo súper fuerte de la propia actividad política. Creo que es un punto de partida muy potente aunque insuficiente, porque se acaba el tiempo de las acampadas. Igualmente pienso que podría ser interesante darle un pelín más de vueltas a todo lo que nos pasó en ese sentido con el 15M. El asociacionismo depende de subvenciones y militancia: las primeras se terminan y la segunda es más difícil para quien está pluriempleada y precarizada. ¿Qué alternativas nos quedan? No sé, creo que podemos estar precarias y pluriempleadas pero también cada vez más vamos a estar sin empleo. En vez de buscar siempre el empleo fuera, una vía puede ser poner en marcha iniciativas colectivas que nos permitan a la vez resolver nuestra vida material y que sean en sí mismas una forma de hacer política y de ir construyendo las alternativas que queremos,como espacios de cuidados, bancos del tiempo, etc. Por lo que se refiere a la necesidad de hacer alianzas desde los feminismos y con los movimientos sociales para construir una mirada crítica y potente ante la crisis civilizatoria, comentabas que es importante que no planteemos lasas propuestas feministas como un decálogo, sino que nosotras también nos tenemos que replantear cosas. Yo creo que desde los feminismos se toma poco en serio el tema ecológico y para mí tendría que ser un eje central. También creo que las comisiones de feminismos en el 15M a veces nos hemos presentado al resto del movimiento como si tuvieran que demostrarnos que no son antifeministas, en vez de estar nosotras dispuestas a replantearnos nuestras formas de hacer política en la interacción con el resto. El 15M ha sido y es súper potente para repensar las formas de hacer política, de llegar a consensos no con la unanimidad sino con la construcción de una solución común; pero que en vez de pensar en eso estábamos más pendientes de si se decía una palabra sexista. Creo que no deberíamos estar en una actitud de vigilancia, como de sospecha de que quien lo hace mal es el otro. En el 15 M de Madrid hicimos encuentros para repensarnos los feminismos y salió ese debate: había quien veía esa actitud defensiva como una reacción a la hostilidad externa y quienes la cuestionábamos porque no es cuestión de hacer pedagogía sino de contagiar al resto con lo que has aprendido y contagiarte con las cosas nuevas que se están generando. Extraido de: http://www.pikaramagazine.com/?p=6761