Éste es un mundo más bien infame, no es muy alentador el mundo en el que hemos nacido, pero hay otro mundo en la barriga de este mundo esperando. Es un mundo diferente y de parición difícil, no es fácil que nazca, pero sí es seguro que está latiendo en este mundo. Y yo lo reconozco en estas acampadas.
Y algunos me preguntan: “bueno, ¿pero qué va a pasar?” Yo simplemente
conozco lo que nace de mi propia experiencia y digo: “bueno, nada, no sé
que va a pasar y tampoco me importa mucho. Me importa lo que está
pasando. Me importa el tiempo que es y lo que ese tiempo que es anuncia
sobre un posible tiempo que será. Pero qué será al final no sé. Es como
si cuando cuando me enamoro, cuando siento que vivo y no me importa
morir en ese momento mágico me preguntara … El amor es como esto, es infinito mientras dura, y lo importante es que sea infinito mientras dura:
no hay plantearse todo como si una estuviera en el balance de un banco.
A ver: saldo, probabilidades… Y a mí qué mierda me importa lo que nos
espera.
Esos tecnócratas de cuarta que son unos ignorantes, que no saben un carajo de nada y cobran unos sueldos inmensos… Y
en cada crisis que ellos desatan terminan aumentando su fortuna porque
son finalmente recompensados por esas hazañas que consisten en haber
arruinado el mundo. Ése es un mundo al revés, que recompensa a sus
arruinadores. Ni un sólo preso hay en Wall Street que provocaron esta
crisis del planeta entero. Y en cambio hay miles de presos por haber
consumido marihuana o haber robado una gallina. Es el mundo al revés, es
un mundo de mierda, pero no es el único posible.
Y cada vez que me asomo a estas concentraciones lindísimas, de gente joven… Pienso, no, hay otro mundo que nos espera y son los jóvenes los que los llevan adelante, esos jóvenes despreciados por las elecciones regidas por el interés de los partidos políticos donde los jóvenes no votan.
Yo vengo ahora de América del Sur. Los jóvenes chilenos, dos
millones, no votaron. Ni sé cuántos en España. Pero dentro de esos 10
millones que no votaron, debe haber unos cuantos jóvenes que no votaron
y no lo hicieron porque no creen en esta democracia manipulada,
secuestrada por los banqueros, por los artistas de circo, que ofrecen
una pirueta diferente cada día.
Había un viejo político en Uruguay, murió hace muchos años, que no
era revolucionario ni nada, era del sistema, pero era un hombre que
conocía de la vida mucho más que otros. Y cuando le ofrecían un
candidato para el Senado decía:” no, no, no porque ese es un redondo”.
Redondo son los que quedan redondos de tanto darse vueltas. Y la verdad
es que en la política actual hay muchos políticos redondos. ¿Y los
jóvenes tienen la culpa de no creer en los redondos? ¿O son los redondos
los que tienen la culpa de que no les crean?
Los intelectuales son los que divorcian la cabeza del cuerpo. Yo soy
una cabeza, un cuerpo, un sexo, una barriga… Ya lo decía Goya: “cuidado
con los que sólamente razonan”. Hay que razonar y seguir. Y cuando la razón se divorcia del corazón te convido para el terror. Yo creo en esa fusión contradictora pero necesaria entre lo que se siente y lo que se piensa.
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