Por: Cesar Neto
El imperialismo alemán y sus empresas tienen una larga historia de usurpación de tierras, robo de riquezas minerales y agrícolas, así como también de superexplotación de los trabajadores. Y sus opositores fueron tratados con violencia, arrestos, torturas, asesinatos y genocidio. En este texto, hacemos un paralelo este proceso de violencia colonial ocurrido en África y en Brasil.
El imperialismo alemán y sus empresas tienen una larga historia de usurpación de tierras, robo de riquezas minerales y agrícolas, así como también de superexplotación de los trabajadores. Y sus opositores fueron tratados con violencia, arrestos, torturas, asesinatos y genocidio. En este texto, hacemos un paralelo este proceso de violencia colonial ocurrido en África y en Brasil.
En Brasil, el imperialismo alemán apoyó y sustentó la Dictadura Empresarial Militar (1964-1985) y la empresa Volkswagen, que es una de las empresas alemanas más grande, que tiene una larga tradición de violaciones de derechos humanos y se presenta como la expresión más clara de los métodos del capital imperialista alemán. Resulta que en el período señalado, ocultó criminales nazis, e incluso junto con la policía política arrestó y torturó trabajadores dentro de sus instalaciones y, como si fuese poco, utilizaron trabajo esclavo en la hacienda Río Cristalino en el estado de Pará, que era parte de de sus propiedades.
Vergonzosa tradición de la burguesía alemana.
La tradición represiva de la burguesía alemana siempre se ha asociado al nazismo en las figuras de Hitler, Goebbels y otros genocidas. Sin embargo, el nazismo necesitó un período de gestación antes de aplicarse directamente en Europa. Este macabro período de entrenamiento y experimentación, de métodos y léxicos de actos genocidas comenzó en el sur de África, específicamente en Namibia.
Entre 1904 y 1908, los alemanes invadieron la región ocupada por los pueblos Oveherero (o Herero) y Namas y mataron a más de 80 mil personas. Así, arrestos, torturas, violencia contra las mujeres, violaciones, ahorcamientos y fusilamientos sumarios fueron parte de las cotidianas masacres a estos pueblos. Fueron construidos campos de trabajo forzado, campos de concentración y campos de exterminio. En Alemania, los campos de exterminio utilizaron cámaras de gas para matar y el gas utilizado, Zyklon B, fue producido por la empresa Bayer. En Namibia, como aún no habían desarrollado esta técnica de exterminio, los presos eran enviados para la Isla de los Tiburones (Shark Island). La Isla de los Tiburones es una isla de granito, sin mucha vegetación y azotada por la niebla del Atlántico Sur, que es extremadamente fría.
El jefe Herero que consiguió salir con vida de la isla, Daniel Karik, contó : “No teníamos ropa adecuada ni mantas, y el aire nocturno del mar era muy frío. La niebla del mar nos empapaba y nuestros dientes tiritaban. (..) Las personas morían como moscas que habían sido envenenadas. La gran mayoría de los prisioneros de guerra y sus familias murieron allí. Los niños pequeños y los ancianos murieron primero, y luego las mujeres y los hombres más débiles. Ningún día pasó sin innumerables muertes». De las más de 3.500 personas que llegaron allí, solo 193 regresaron con vida.
Gal Lothar von Trotha, comandante de las tropas de «pacificación» Schtztruppe, fue categórico contra los pueblos originarios: «La nación de los Hereros ahora debe abandonar el país. Si se rehúsan, los obligaré a hacerlo con el “cañon largo» (cañón Maxxin). Cualquier Herero hallado dentro de la frontera alemana, con o sin arma o ganado, será ejecutado. No perdonaré a mujeres ni niños. Daré la orden para alejarlos y dispararles. Tales son mis palabras para el pueblo Herero”.
La región que hoy es parte de Tanzania, fue ocupada por los alemanes en 1898, a través de la Sociedad Colonizadora Alemana, dirigida por Karl Peters; para producir algodón para la industria textil inglesa. Para garantizar el proyecto exportador, fue necesario construir carreteras, puentes, puertos, entre otras obras de infraestructura.
Peters impuso una odiosa división del trabajo diferente de la que existía antes de la llegada de los invasores alemanes. Tocaba a los hombres el trabajo esclavo en la construcción civil y a las mujeres y los niños la plantación y cosecha de algodón. Hubo resistencia por parte de la población que fue sometida a tales condiciones. Sin embargo, fueron resistencias puntuales que terminaron en sufrimientos físicos, mutilaciones y hasta muertes practicadas por los colonizadores.
Para enfrentar la ocasional resistencia Karl Peters reaccionaba con extrema violencia. Por esta razón fue apodado «Milokono Wa Damu» (Hombre con la mano llena de sangre). Por su trabajo genocida y por las ganancias para la Sociedad Colonizadora Alemana, Karl Peters se convirtió en un ídolo en Alemania, durante la época del nazismo. Incluso su vida fue el tema de una película dirigida por Herbert Selpin, y Adolfo Hitler fue el mejor propagandista de la película .
Al imponer una división social del trabajo, en la que los hombres estaban destinados a trabajar en la construcción de infraestructura y las mujeres a cuidar de la familia, la casa e incluso tener una segunda jornada en los algodonales, la producción de alimentos de subsistencia como era practicada anteriormente fue destruida y, en consecuencia, comenzó la escasez de productos alimenticios. Esta situación se vio agravada, en 1905, con una enorme sequía que afectó a la región. Los niveles de escasez de alimentos alcanzaron su límite y la población se rebeló, mas ya no eran revueltas individuales y aisladas, se transformaron en colectivas.
En represalia, los alemanes reaccionaron violentamente. Además del ahorcamiento público de los líderes, Alemania adoptó la táctica de la tierra quemada, esto consistía en incendiar las aldeas, las plantaciones, la destrucción de las fuentes de agua y de alimentos. El Capitán Wangenheim escribió: “Solo el hambre puede traer la solución definitiva. Las acciones militares serán más o menos una gota en el océano”.
La política de tierra quemada y escasez de alimentos fue reforzada con los fusilamientos. Se cree que aproximadamente 250 mil a 300 mil personas, entre hombres, mujeres, ancianos y niños, murieron de sed, hambre o fueron asesinados.
Namibia y Tanzania son dos países que cargan las marcas del genocidio practicado por el imperialismo alemán. E incluso en Camerún y Togolandia (ahora Togo y Ghana) los alemanes también extendieron sus tentáculos con la misma furia contra la población en busca de ganancias para sus empresas. Estas empresas y bancos que se enriquecieron con el trabajo esclavo, usurpación de tierras y genocidio tienen nombre: a) Deutsche Bank, que junto con Disconto-Gesellschaft controlaban el 90% de los servicios financieros y bancarios en las colonias alemanas; b) Terex Corporation, sucesora de Orenstein & Koppel, responsable de los trabajos de movimiento de tierras y vías férreas utilizando mano de obra esclava; c) Woermann-Linnie (Deutsche Afrika Linien GmbH & Co) que utilizó trabajo esclavo y tenía su propio campo de concentración en Namibia. Otras empresas también se lucraron de la ocupación de los territorios africanos. Entre ellas, podemos mencionar: Mannesman, Krupp, Bayer, Hoechst y Siemens.
El imperialismo alemán y sus empresas en Brasil
Las primeras relaciones importantes de Brasil con el imperialismo alemán se remontan a 1871, durante el reinado de Pedro II. «Alfred Krupp, quien invitó a Pedro II a visitar las fábricas de Krupp, lo recibió en su suntuosa mansión Villa Hügel y le presentó uno de esos cañones de artillería prusianos que habían revelado su terrible efecto en la Guerra Franco-Prusiana (1870-1871) «. Ese cañón de artillería y otros que fueron adquiridos por el Imperio brasileño marcaron la diferencia para derrotar a Antônio Conselheiro y sus rebeldes. El gobierno central había hecho tres intentos fallidos de arrestarlo, pero 1896 envió a la mitad de todos los soldados del país armados con armas Krupp para poner fin a la rebelión. La derrota de Antônio Conselheiro, en Canudos, causó la muerte de al menos 30 mil personas. De un lado, muerte y destrucción. Y por otro lado, el Emperador suspiro de aliviado al eliminar físicamente a sus opositores y la Krupp vio aumentar sus ganancias con la venta del material bélico.
Las relaciones del Estado brasileño, sus gobernantes con el imperialismo alemán y sus compañías vivieron períodos de complicidad y ganancias exorbitantes. Durante el golpe de Estado de 1964, el presidente alemán, Heinrich Lubke, realizó la primera visita oficial de un jefe de estado a Brasil durante la Dictadura Empresarial Militar. De esta manera, 40 días después del golpe, el presidente alemán vino al país para dar su apoyo tácito a los golpistas. Este apoyo al gobierno militar continuó y se amplió en los años posteriores. Otra autoridad que visitó Brasil fue el vicepresidente de la Comisión Económica del Parlamento Alemán en 1971, luego de la visita afirmó con euforia que: «el gobierno no necesita enfrentar ningún tipo de lucha laboral» y concluyó «mientras la expansión económica [brasileña] esté en su fase inicial, la política salarial debe proteger a las empresas de la presión de los costos por salarios ”. Quería decir, en otras palabras que: la dictadura debía seguir controlando y reprimiendo a los trabajadores para evitar el aumento de los salarios y garantizar las ganancias de las empresas.
En total acuerdo con esta posición presentada por el gobierno alemán, la Volkswagen siguió la misma línea de apoyo a la Dictadura Empresarial Militar y ayudó a refutar las denuncias que circulaban en Europa sobre los arrestos, la tortura y el asesinato de opositores en Brasil. Y Rudolf Leidig, ejecutivo de la compañía declaró: “Estoy convencido de que Brasil, desde el punto de vista político, es sin duda el país más estable de toda América Latina. El hecho de que aquí en Europa surjan críticas ocasionales al sistema seguramente se basa en el hecho de que aquí las personas no tienen el conocimiento y la comprensión necesarios sobre el país. Soy de la opinión de que esta estabilidad contribuye a crear una base económica necesaria e inalienable para el país. Este es ciertamente el objetivo más urgente y prioritario ”.
La asociación de la dictadura empresarial y militar con Volkswagen en pro de la «estabilidad»
La visita del presidente alemán, la declaración del vicepresidente del Comité Económico del Parlamento Alemán, Gustav Stein, en 1971, y la declaración del director – presidente de VW, Rudolf Leidig, tenían una dirección clara: ayudar a controlar y reprimir a la clase trabajadora para que el país tenga estabilidad y una base obrera sin ninguna manifestación de rebeldía.
Obviamente, la Volks ha tratado de negar su participación directa en la dictadura empresarial militar, pero un análisis de los hechos demuestra su responsabilidad en la implementación y sustentación del régimen impuesto a los trabajadores. Veamos:
* Financiamiento para la articulación y preparación del golpe de estado: el IPES (Instituto de Investigación y Estudios Sociales) fue el centro de articulación e irradiación del Golpe de Estado. Entre sus directores estaba João Baptista Leopoldo Figueiredo, quien fue de la más alta estructura directiva de Volkswagen do Brasil entre los años 1963 y 1970. La Comisión Nacional de la Verdad lo considera como uno de los organizadores de la recaudación de dinero de los empresarios para ser utilizado en la represión. ¿Alguien puede creer que la Volks no puso dinero para reprimir?
* Suministro de vehículos para la represión: la red de comunicación alemana, Deutsche Welle (DW) informó que: «la multinacional alemana donó al régimen militar cerca de 200 vehículos, usados posteriormente para los servicios de represión «.
* Apoyo a los nazis: el primer presidente de la Volks brasileña fue Schultz-Wenk, que había sido de la Juventud Hitleriana, luchó en el ejército alemán en el frente occidental y fue detenido por los ingleses. Después de ser liberado, consiguió un trabajo en la empresa y transferencia a Brasil. Otro nazi en la Volks fue Franz Paul Stangl, comandante de los campos de exterminio en Treblinka y Sobibor, quien mató a unas 800,000 personas. Trabajó para la Volks, en São Bernardo do Campo, de 1960 a 1967, cuando fue arrestado.
* Prisión y tortura dentro de la fábrica: en julio de 1972, el herramentero Lucio Bellintani, en su bancada, acostumbrado a las bromas de sus colegas, sintió un tubo en la espalda, pero cuando se dio la vuelta, se encontró a la policía política con un arma de grueso calibre en sus espaldas. De allí lo llevaron a la seguridad patrimonial de la empresa, en el ala 13, donde comenzó la sesión de tortura que se extendería por los próximos meses, incluso sin que su familia supiera su paradero. Así, la Volkswagen se acoplaba al sistema represivo actuando en conjunto con la acción policial dentro de sus instalaciones, sirviendo el espacio de la empresa incluso como un lugar de torturas.
* Coordinación de la policía política paralela: en la región industrial de Vale do Paraíba, donde la Volkswagen tiene una fábrica en la ciudad de Taubaté, coordinó el CECOSE (Centro Comunitario de Seguridad) que reunió a varias empresas y órganos militares, especialmente la Aeronáutica. Empresas transnacionales como Caterpillar, Ericsson, Ford, General Motors, Johnson-Johnson, Philips, National, Rhodia, empresas estatales brasileñas como Petrobras y Embraer formaban parte del Centro Comunitario de Informaciones. La función principal del CECOSE era discutir los problemas laborales y las huelgas, así como elaborar los «recordatorios» que en realidad eran listas de empleados considerados subversivos que circulaban entre las empresas y, de esta manera, impedían que los trabajadores calificados como «subversivos» consiguieran nuevos empleos, una clara expresión de acusación y castigo sin que el acusado tuviese derecho a la defensa.
* Trabajo esclavo: como el imperialismo alemán y sus empresas no fueron castigados por el trabajo esclavo en África, se sintieron libres de volver a esta práctica en Brasil, en pleno final del siglo XX, al mismo tiempo que en Europa pasaban por arrepentidas por los crímenes cometidos durante el nazismo. Así, practicaron la esclavitud en Brasil, como lo hicieron en la hacienda propiedad de la Volks. La Hacienda Rio Cristalino, en el sur del Estado de Pará, además llevaron a cabo una monstruosa deforestación y para esto utilizaron trabajo esclavo, en aquellos lugares donde las personas vivían tan confinadas como en los campos de trabajos forzados en Namibia, Tanzania y en la misma Alemania bajo el nazismo.
La larga lucha por la memoria, la verdad, la reparación y la justicia.
En Namibia, los Hereros y Namas, especialmente los Hereros, hace más de una década tratan de hacer memoria, es decir, contar lo acontecido para que no caiga en el olvido. Pero contar la historia desde el punto de vista de los pueblos que fueron derrotados para que se cuente la verdad. Luchan para que el gobierno alemán reconozca sus errores y repare los daños causados. Así, y solo de esta así se puede hablar de justicia.
Los hereros han realizado innumerables actividades dentro y fuera del país. Esther Muinjague , principal dirigente de los Hereros, hace un emocionante relato de las violaciones cometidas por los alemanes y del largo trayecto de lucha por la reparación y la justicia.
En Brasil, como continuidad de la Comisión Nacional de la Verdad (CNV), todas las centrales sindicales del país junto con juristas y militantes de derechos humanos firmaron y presentaron en 2015 una denuncia ante el Ministerio Público Federal para que se investigue y se tomen las medidas adecuadas contra los crímenes cometidos por la Volkswagen en Brasil, durante el período de 1964 a 1985. Después que la investigación por parte de los MPs Federal del Estado de Sao Paulo y del Trabajo determinaran la responsabilidad de la empresa en graves violaciones de derechos humanos. Ahora negocian con la Volks formas de reparación.
Los crímenes cometidos en Namibia y Tanzania han dejado muchas marcas, muchos rastros y mucha evidencia. En el caso de Namibia, el trabajo de Esther Muinjangue y la organización en la que participa ha resultado en una gran cantidad de evidencias de la participación de militares, civiles y empresas. Los informes militares describen con lujo de detalles cómo ellos, el ejército alemán, practicaron crímenes de lesa humanidad. Los documentos y fotos prueban que varias cajas con cráneos de Hereros fueron limpiadas por las mujeres y embarcadas con destino a Alemania, donde fueron estudiadas en las academias de medicina para demostrar la supuesta «superioridad de la raza aria». Sin mencionar las fotos de mujeres negras desnudas tratadas como simples objetos sexuales exóticos y utilizadas como tales para la exposición a los soldados del ejército de ocupación.
Aun así, el imperialismo alemán se niega a dos actos básicos: reconocer sus crímenes e indemnizar a las familias que fueron expulsadas de sus tierras y cuyos animales, como el ganado, fueron confiscados, ocasionando un grave impacto alimentario de largo data en la población, debido a que la leche y sus derivados eran la base de la alimentación de los pueblos de la región, que después de eso nunca recuperaron su calidad de vida. Los hereros, pese a la masacre sufrida, no exigen mucho. Quieren algo simple, quieren un pedido de disculpa y una indemnización para la comunidad que vive en condiciones de marginalización social sin acceso a condiciones básicas para la supervivencia.
La Volkswagen debe reparar los daños causados
Mientras la matriz, con sede en Alemania, dice que no sabia de estas prácticas, aunque los documentos encontrados en Alemania prueben exactamente lo contrario. En Brasil, la Volkswagen viene tratando de aplicar la misma política, es decir, querer evadir sus responsabilidades, todo indica que la estrategia de la empresa es postergar al máximo la resolución del para empeorar los términos de la negociación, rebajando las formas de reparación, particularmente en lo que se refiere a las reparaciones colectivas.
Por esto recientemente, la empresa viene intentando dar al traste con el principal punto de las negociaciones hasta ahora: un espacio de memoria de los trabajadores, local que preserve la memoria de las luchas de la clase trabajadora durante la dictadura y pueda ser visitado y conocido por las nuevas generaciones. Esa reivindicación representa una acumulación construida de forma unitaria en el movimiento sindical desde la CNV. Es importante recordar que el 1º de noviembre de 2015 la propia empresa declaró al periodista Marcelo Godoy, a través del jefe de su Departamento de Historia Corporativa, Manfred Grieger que construiría un memorial como forma de reparar su participación en la dictadura .
El mayor problema de la Volkswagen no es financiero – los valores que se serían destinados a las reparaciones son irrisorios para la empresa en comparación con su riqueza – pero sí histórico y político. La empresa no quiere cargar con el peso de tener su nombre vinculado a un régimen dictatorial más, pues pretende mantener una apariencia de arrepentimiento por lo que hizo durante el nazismo.
Construir un gran arco de alianzas contra el imperialismo alemán y sus empresas y por la reparación y la justicia
El imperialismo alemán y la Volkswagen desdeñan de las pruebas presentadas, debido que tienen el poder económico suficiente para trabar cualquier iniciativa jurídica. En el caso brasileño, cuentan con el apoyo del Supremo Tribunal Federal, que reconoce la amnistía autopromulgada por los militares y desconoce las orientaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Necesitamos construir un gran puente de solidaridad entre los pueblos coloniales para que juntos podamos luchar por la memoria, la verdad, la reparación y la justicia. A nivel de los trabajadores de las empresas, en el caso de la Volkswagen, es necesaria una política de denuncia de los métodos de control, represión y explotación de VW. Para esto, las direcciones de los sindicatos deben elegir claramente un lado.
Traducción: Leonardo Arantes.
http://www.laboursolidarity.org/El-imperialismo-aleman-y-la?lang=es
Fuente: Red Sindical Internacional de Solidaridad y de Luchas