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Jordi Juan Riquer, vida truncada de un anarquista

Memoria Libertaria Galerías Fuente: Eivissa | José Miguel L. Romero | Diario de Ibiza 22/12/2005
Jordi Juan Riquer, vida truncada de un anarquista

Jordi Juan Riquer, vida truncada de un anarquista
Con motivo del aniversario del nacimiento del periodista, abogado, escritor y, sobre todo, anarquista Jordi Juan Riquer, el Ayuntamiento de Eivissa ha programado para hoy el descubrimiento de una placa conmemorativa donde nació, en la calle Costa Vella, 3, en Dalt Vila. Además, el viernes (biblioteca de Can Ventosa, 20,30 horas) será presentado el libro Jordi Juan Riquer (1905-1987), escrito por Jean Serra, primer volumen de la nueva Col·lecció Monografies de la Memoria.
Jordi Juan Riquer, vida truncada de un anarquista

Con motivo del aniversario del nacimiento del periodista, abogado, escritor y, sobre todo, anarquista Jordi Juan Riquer, el Ayuntamiento de Eivissa ha programado para hoy el descubrimiento de una placa conmemorativa donde nació, en la calle Costa Vella, 3, en Dalt Vila. Además, el viernes (biblioteca de Can Ventosa, 20,30 horas) será presentado el libro Jordi Juan Riquer (1905-1987), escrito por Jean Serra, primer volumen de la nueva Col·lecció Monografies de la Memoria.


Nadie mejor que el escritor Jean Serra para escribir esta biografía. Jordi Juan Riquer era amigo y camarada de su padre, Vicent de na Dolores, otro anarquista que conoció la represión, las cárceles franquistas y la amargura de una vida truncada por la fidelidad a sus ideales. De pequeño, Serra escuchó las conversaciones que mantenían su padre y Juan. De mayor, Serra y Juan eran los que conversaban.

Aunque Jordi Juan Riquer no era precisamente parlanchín : « Era muy parco en palabras. Había sufrido tanto que no le gustaba recordar. Si le hacías preguntas, se salía por la tangente. Era mejor dejarle hablar », recuerda el poeta.

Fueron pocas palabras, pero Serra las anotó todas. Recogió, por ejemplo, cómo Juan sonrió al juez que le condenó a tres sentencias de muerte, conmutadas posteriormente por una cadena perpetua (que finalmente quedó en 14 años de prisión) : « Tenía un gran sentido del humor, incluso en las situaciones más adversas. Le gustaba ridiculizar al poder. Cuando Juan sonrió, el juez le preguntó por qué lo hacía : `Estaba imaginando cómo sería la situación de diferente si se intercambiaran los papeles’, le respondió ».

Contrario a la pena de muerte y a las ejecuciones (se definía como un « anarquista de guante blanco »), condenó los asesinatos del Castillo del 13 de septiembre de 1936, y siempre aseguró a quien quiso escucharle que ningún ibicenco ni el Comité Antifascista de Vila participó en el horrendo crimen que acabó con la vida de casi un centenar de personas aquella noche.

« Acercamiento emotivo »

La idea del monográfico partió del propio Serra y de la archivera municipal Fanny Tur. Esta última consiguió en apenas un día que la idea fraguara en esta Col·lecció Monografies de la Memòria, cuyo primer volumen es un « acercamiento muy emotivo » a Jordi Juan, « desde el conocimiento de la amistad en su grado máximo », subraya el autor. Para Serra, « Juan fue, por un lado, una de las personas más inteligentes y dotadas de la Eivissa del siglo XX, y por otro, uno de los más castigados por la trágica historia de España ».

« Con la colocación de la placa -indica Jean Serra- se hace justicia a su persona, a su vida y a todos los que como él introdujeron el republicanismo en la isla ».

Su vida fue intensa. Ayudó a fundar la revista Proa, de la que llegó a ser su director, y escribió en 1937 la primera novela ibicenca en catalán, Metges… o traficants ? Para elaborarla le fue muy útil su paso por el antiguo Hospital de Eivissa, del que fue su director. Aunque estudió derecho, nunca ejerció como abogado. Sus inquietudes le condujeron a la política, la literatura y el periodismo.

La Guerra Civil dio al traste con su futuro como escritor. Los nacionales le dejaron vivir, pero le arrancaron el alma. Fue recluido en 17 prisiones, entre ellas Can Mir (Mallorca) -donde asistió a los últimos días con vida de Juan Gómez Ripoll, Campos, ejecutado- y la Colonia Penitenciaria de Formentera. Allí, dada su preparación, fue encomendado a las tareas administrativas. Este trabajo le permitió retocar los informes sobre algunos presos que se solicitaban desde los tribunales. De esa manera consiguió que los comunistas y masones fueran condenados a penas menos duras. Además organizó allí una bolsa de distribución de alimentos y dinero con la que logró que se rebajara sustancialmente el número de reclusos que morían de hambre. Su vida, sin duda ejemplar y de novela, es al fin recogida en un libro que cuenta con el valor añadido de numerosos documentos.

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