“Nunca dudes que un pequeño grupo de ciudadanos comprometidos puede cambiar el mundo. De hecho, sólo eso puede lograrlo”, Margaret Mead, antropóloga cultural.
El avance del llamado progreso, desconoce en su infatigable trajinar la figura de aquellos que siempre permanecen al margen del camino. Generaciones que jamás pudieron amigarse con las oportunidades, y no justamente porque ellos no hayan buscado acercarse a las mismas.
La realidad de aquellos barrios que supieron ser obreros, o quizás de changarines, hoy se ven acorralados por la inexistencia de la inserción laboral, la deserción escolar, y por ese monstruo impiadoso como lo es la droga.
Ante ese panorama lúgubre y desolador, diferentes grupos de mujeres organizadas en la FOB (Federación de Organizaciones de Base) luchan por transformar la realidad a fuerza de coraje, compromiso social y sentimiento libertario.
Conclusión dialogó con algunas integrantes de la organización social para conocer detalles sobre su trabajo territorial.
Soledad vive en el barrio 27 de febrero y participa activamente de los talleres. “En mi caso me acerqué a la FOB interesada sobre la temática de género ya que sufría violencia por parte de mi ex pareja. Me acompañó una amiga que ya participaba de los mismos y gracias a ello pude escaparme de un violento”.
Conclusión dialogó con algunas integrantes de la organización social para conocer detalles sobre su trabajo territorial.
Soledad vive en el barrio 27 de febrero y participa activamente de los talleres. “En mi caso me acerqué a la FOB interesada sobre la temática de género ya que sufría violencia por parte de mi ex pareja. Me acompañó una amiga que ya participaba de los mismos y gracias a ello pude escaparme de un violento”.
Cada barrio tiene su asamblea, y en ella el debate y la toma de decisiones siempre se da de manera horizontal, respetando los puntos de vista de cada vecino. “Sumado a las asambleas barriales, en la semana tenemos los grupos de trabajo que tienen la forma de cooperativa. La higiene del barrio, zanjeo, desmalezados y costuras son algunas de las variables, sumado al apoyo escolar, huerta y copa de leche” manifestó Iris.
La escuelita de Cabin 9 es un emblema para la pibada del barrio y un lugar de contención maravilloso. Sobre el trabajo que se realiza, Karla contó: “La copa de leche, junto al apoyo escolar, son prioridades. Los chicos encontraron en este lugar ayuda y amor. Dentro de la misma festejamos los cumpleaños y hacemos mucho hincapié en los talleres de género donde tratamos que los niños comprendan la importancia y el lugar que ocupan las niñas”.
La profundidad y la carga emocional de los relatos, atraviesa el empoderamiento de la mujer gracias a las charlas que se brindan en las reuniones. El desconocimiento, el miedo y la naturalización de la violencia machista son temas culturales a los cuales se los combate con información y contención.
Otro de los puntos en donde se hace muy fuerte el trabajo de la organización es en lo antirrepresivo. Lo que para muchos es significado de seguridad, para los adolescentes de los barrios aletargados es una pesadilla con la cual deben convivir. “Tengo 34 años en el barrio 27 de febrero, y durante todos ese tiempo nunca dejamos asentarse un bunker. Hoy con Gendarmería encontraron la protección que no tenían con los vecinos. Es muy duro y triste lo que tengo que decir, pero es la realidad que nos abraza. Antes de la llegada de Gendarmería, no existían los bunkers en nuestro barrio” dice Otilia, vecina y dirigente social.
El flagelo de la droga atenta contra los más pequeños de una manera deleznable. Hoy el mayor consumo se da en menores de entre 8 y 14 años. Un verdadero mazazo a la esperanza de las nuevas generaciones. “Nuestros chicos están a la deriva. Tienen que batallar no sólo contra sus adicciones, sino también contra el abuso que ejerce Gendarmería para con sus personas. Es sistemático el accionar de esta fuerza. Cuando encuentra a más de dos chicos reunidos, ya sea tomando una gaseosa o sencillamente charlando, los someten a todas las humillaciones que uno puede imaginar. Después de eso, se recluyen en sus casas, no quieren salir y contra cartón generan un odio sostenido por todo lo que deben tolerar por el sólo hecho de usar gorrita, ser morocho y vivir en un barrio popular. Duele”, enfatizó una abuela, cansada de la estigmatización que padecen.
Actualmente son cinco los barrios que se reúnen en asambleas para articular ese salvataje conjunto que pueda dejar de depender del estado. Ellos son 27 de febrero, Belgrano, San Martín Sur, Cabin 9 y Ateneo Virginia Bolten. Casi 500 vecinos organizados, en donde el enorme porcentaje que activa todo tipo de tareas pertenece al género femenino.
Ellas son las mujeres de la FOB, transformando la unión en una contundente acción que se expande con el latido de un estoico corazón libertario