Este es un trabajo donde dejas los mejores años de tu vida, donde se queda tu juventud, y lo peor de todo, tu motivación. Por eso, es imposible no preguntarme hasta cuándo podré seguir en la BRIF, sabiendo que un día me echarán a la calle como a un juguete roto cuando ya no sirve
Tengo 32 años, llevo siete años en la BRIF de Daroca [Brigadas de Refuerzo contra Incendios Forestales]. Antes de entrar aquí estuve en otros muchos trabajos, pero en ninguno de ellos tuve nunca la sensación de que sirvieran para algo. No quiero decir que fueran completamente inútiles, pero sí que no me reportaban una sensación de satisfacción comparable con apagar un frente y salvar del fuego un montón de hectáreas, que todo ese sudor derramado, toda esa adrenalina que siempre te acompaña en los peores momentos ha servido para salvar tanta vida.
Tengo 32 años, llevo siete años en la BRIF de Daroca [Brigadas de Refuerzo contra Incendios Forestales]. Antes de entrar aquí estuve en otros muchos trabajos, pero en ninguno de ellos tuve nunca la sensación de que sirvieran para algo. No quiero decir que fueran completamente inútiles, pero sí que no me reportaban una sensación de satisfacción comparable con apagar un frente y salvar del fuego un montón de hectáreas, que todo ese sudor derramado, toda esa adrenalina que siempre te acompaña en los peores momentos ha servido para salvar tanta vida.
Tanto por este motivo, como por lo bonito que es trabajar en plena naturaleza, pronto me di cuenta de que este es el trabajo al que quiero dedicarme. Sin embargo nunca he dejado de tener dudas sobre si esta decisión es la correcta.
En una ocasión el informe médico del reconocimiento que pasamos anualmente dio como resultado ‘no apto’, debido a una lesión que sufro pero que no me impide realizar este trabajo. Ante la posibilidad de verme en la calle, acudí a varios médicos privados y me hice una resonancia para presentar un informe que hiciera cambiar de idea a la médica de la mutua, para poder así continuar en este trabajo. Afortunadamente así fue y conseguí seguir en mi puesto, a diferencia de otros muchos compañeros que se quedaron en la calle por diversos motivos semejantes.
Habitualmente sufro dolores de espalda, pero de momento no son graves, y como es algo muy común entre todos mis compañeros no le doy demasiada importancia. Tengo claro que este es un trabajo donde dejas los mejores años de tu vida, donde se queda tu juventud, tu físico y lo peor de todo, tu motivación. Por eso, al final, es imposible no preguntarme hasta cuándo podré seguir en la BRIF, siendo consciente de que un día me echarán a la calle como a un juguete roto cuando ya no sirve.
Este desgaste físico es difícil de ver si no se trabaja aquí. El esfuerzo físico inhalando humo cansa más de lo que uno se puede imaginar, el calor y la deshidratación también son factores que aumentan la carga. Y a pesar de todo, el trabajo lo hacemos sin dudarlo y siempre lo damos todo, como un corredor de fondo, aunque nuestro rival en esta caso es el fuego.
La cantidad de factores a tener en cuenta en un incendio es inmensa, por eso creemos que una formación teórica y práctica continua es imprescindible para ser buenos profesionales y trabajar de forma segura. No nos deja de parecer extraño que seamos los trabajadores y trabajadoras quienes buscamos y luchamos por una mayor profesionalidad, y no al revés, como se suele dar en otras empresas o instituciones.
Compartir tantas situaciones, tantos momentos buenos y malos, tantas risas, tantos instantes en los que dependes de tus compañeros y compañeras, donde la confianza se refuerza, tantos viajes, tantos días y noches juntos, compartiéndolo todo, hasta las gotas de agua… Todo ello nos hace ser una familia, nos hace estar unidos como hermanos y hermanas.
Son sentimientos encontrados, ya que por una parte esta familia nos da fuerzas para continuar, pero al observar los intereses de la empresa, ves el lado más frío de los incendios, y te das cuenta de que solo eres un número, que formas parte de esa mercancía que tanto dinero hace ganar a los privilegiados de siempre.
Todas estas reflexiones, compartidas en el trabajo y en la familia, te lleva a la conclusión de que solo tienes dos opciones a adoptar: una de ellas es cambiar de trabajo; la otra, luchar por cambiar el nuestro.
Gorka Aldanondo
Fuente: Gorka Aldanondo - CGT Tragsa Zaragoza