De Atenas a Bruselas y Berlín nuestro NO se escucha en todas las calles.
El 13 de julio, las oligarquías políticas y financieras europeas han impuesto a Grecia, a "punta de pistola", un programa que los mismos economistas ortodoxos definen simplemente como "imposible de aplicar", incluso bajo los estándares capitalistas.
¿Pero cuál era su objetivo real? Querían y tenían que demostrar que no existe ninguna alternativa viable fuera del campo de posibilidades definido por sus políticas. Para conseguirlo una de sus facciones, liderada por el Finanzminister Schäuble, estaba dispuesto a revertor incluso el proceso de integración de la zona euro que estos mismos oligarcas habían perseguido durante décadas. Para golpear a Grecia, excluyéndola de la moneda única, para castigar el delito de "lesa majestad" cometido, sancionando a quienes se atrevieron a alzar la
cabeza y para aleccionar a todos los demás, especialmente las multitudes del sur, del este y del norte de Europa, que pudierán tener la loca tentación de cuestionar el régimen de austeridad, en las calles y en las urnas.
A nada ni a nadie le pueden permitir que desestabilice el «status quo» creado en los últimos cinco años por la «Gran coalición»·continental.
A nada ni a nadie le pueden permitir que desestabilice el «status quo» creado en los últimos cinco años por la «Gran coalición»·continental. Y eso significa más recortes en el gasto ligado al bienestar social, más precarización estructural del mercado de trabajo y de las condiciones de vida, más privatización de los servicios públicos y bienes comunes, una nueva reorientación de los flujos de valor en favor de las rentas financieras, el crecimiento del empobrecimiento masivo y una mayor concentración de la riqueza socialmente producida en favor de los que están arriba y en el vértice de la pirámide social. En Grecia y en toda Europa. De esta manera la crisis actual no se resolverá en absoluto, sino que intensifica y prolonga en el tiempo sus consecuencias. Pero eso no importa a los Señores de los gobiernos de toda Europa, que, en la «noche de la vergüenza», se sentaron en la mesa en Bruselas. Para ellos
era esencial reafirmar su dominio, exhibir su mando mediante el ejercicio de la pura fuerza, demostrar, utilizando la amenaza y el chantaje, que no hay ninguna oportunidad de escapar del marco del régimen de la crisis.
Millones de personas lo han comprendido inmediatamente, difundiendo por todas partes el grito #ThisIsaCoup, #EstoEsUnGolpe. Por estas razones os invitamos a todos a que concentremos nuestros propios esfuerzos en el análisis de los movimientos de nuestros enemigos y en la búsqueda de las armas más eficaces para luchar contra ellos. No debemos seguir siendo espectadores de un espectáculo organizado por otros, cómodamente
sentados, para acusar de «ingenuidad», «rendición» o «traición» a los que están de nuestro lado. En vez de eso debemos desarrollar nuestras estrategias, hacer planes, para acumular y ejercitar nuestra fuerza.
Para muchos comentaristas los acontecimientos griegos y europeos del último mes plantean esencialmente la cuestión de la democracia. Lo diremos claramente: creemos que, incluso en su epílogo temporal y provisional, lo que emerge es más bien y ante todo el problema de las
relaciones sociales de fuerza, esto es, la consistencia y las formas en las que desarrolla, aquí y ahora en Europa, la lucha entre clases, entre explotadores y explotados. Una relación de fuerzas que hoy se ha inclinado dramáticamente en favor de los primeros. Subvertir esa
situación debe ser nuestro principal objetivo. Por eso nos interesa ??la «cuestión democrática», en la medida en que la democracia no se considere como un ideal abstracto, sino como un arma en manos de los muchos. Por otra parte, cuando se ha afirmado que la Eurozona está constituida por diecinueve países y no por uno solo, la democracia ha
sido empaquetada como un conjunto de procedimientos formales, confinados a una estrecha dimensión nacional que rechazamos, lo que demuestra el carácter sistemático de una estrategia dirigida a enfrentar entre sí a los trabajadores y pensionistas de toda Europa, imponiendo lógicas nacionales sobre cuestiones sociales como los salarios, el bienestar
social y las privatizaciones.
Pero ellos imponen en toda Europa las medidas de austeridad, los recortes, las privatizaciones y la precariedad de la vida y el trabajo, mientras que los patrones, las empresas y los bancos siguen acumulando enormes riquezas. Esto significa que los intereses de los trabajadores y pensionistas griegos son también los nuestros.
En ese sentido, el «waterboarding social», la tortura social de todo un país, no puede borrar el hecho histórico del poderoso OXI (NO) pronunciado el 3 de julio en la plaza Syntagma, ni los resultados del referéndum del 5 de julio, ni las esperanzas y energías que despertó en
toda Europa para producir una repolitización masiva del debate público, en las muchas formas de resistencia y auto-organización, de cooperación y de lucha que desde entonces se han seguido desarrollando.
Esto significa que nuestro NO podría ser más fuerte que cualquiera de sus chantajes. Nuestro OXI puede ser más fuerte si sabemos reproducirlo en todos los idiomas europeos. El tira y afloja entre Grecia y las instituciones europeas ha demostrado una vez más que no existe ninguna posibilidad de derribar las actuales relaciones de fuerza si permanecemos aislados en espacios políticos nacionales. Que los «extremistas de centro» del gobierno de Berlín y los de Bruselas son los principales instigadores del apestoso crecimiento de cada posible
revanchismo y nacionalismo. Que la lucha contra un régimen continental de opresión sólo puede conducirse de manera eficaz si es una lucha transnacional a nivel europeo, y si, a esa escala, fuera capaz de atravesar todas nuestras condiciones de homogeneidad y de
heterogeneidad, territoriales y sociales, que hasta el momento se han utilizado para dividirnos y vencernos.
Tenemos que ser capaces de construir un proceso abierto formado por conexiones continuas entre una pluralidad de luchas sociales locales, la construcción cotidiana de alternativas y momentos de iniciativa transnacional en los que golpear a nuestros enemigos, a través de la
práctica de la desobediencia civil y social masiva frente a sus normas autoritarias.
El OXI de la plaza Syntagma de Atenas no ha muerto. Cómo no murió en la Puerta del Sol o Lisboa, ni el pronunciado por Blockupy en Frankfurt.
Ningún acuerdo hecho bajo chantaje puede destruirlo, si lo asumimos y transformamos en nuestro OXI Europeo, difundiéndole en muchos lugares, diferentes entre sí, practicándolo en todas nuestras luchas y en cualquier momento de nuestra vida cotidiana. Por que nuestro NO es a la vez un claro Sí a una Europa radicalmente diferente, que no tiene nada
que ver con la Europa en descomposición de las oligarquías en el poder, sino que deben ser completamente reconstruido desde abajo.
Tenemos la oportunidad de transformar el OXI en una poderosa arma política, intensificando nuestras luchas, reconociendo lo que tenemos en común y a nuestros enemigos comunes, llenando este NO con las concretas necesidades que pueden resonar de un lugar a otro, de una lucha a otra.
Contra el intento permanente de enfrentar a los trabajadores y a las personas una contra otra, tenemos que invertir las jerarquías y hacer de las diferencias en salarios, pensiones y sistemas de bienestar social en toda Europa un nuevo campo de batalla transnacional. En esta
perspectiva, deben circular y ser discutidas las ideas y propuestas de un salario mínimo europeo, de una Renta Básica Europea, de un sistema de bienestar europeo común y contra todas las formas de racismo institucional.
¿Qué hacer ahora? En primer lugar tenemos que desarrollar un camino a medio plazo, fuerte y visible, quehaga oír nuestra voz común frente a nuestros enemigos, cuándo y dónde se encuentren. Tras la exitosa jornada de lucha del 18 de marzo en Frankfurt, ya se aproxima el próximo gran Blockupy, las siguientes grandes movilizaciones europeas contra el
«cuartel general» de los oligarcas: del 15 al 17 de octubre en Bruselas rodearemos la cumbre del Consejo Europeo, donde los Jefes de Gobierno pondrán de nuevo a punto sus políticas de pobreza y racismo; el próximo mes de mayo en Berlín, capital de la »Europa alemana», en el centro del poder ejecutivo del régimen de austeridad y, al mismo tiempo, ciudad de
resistencias múltiples y alternativas sociales. Estas son las principales etapas de nuestro «un año de marcha» por la libertad, la democracia y la igualdad en Europa. Estas son las diferentes maneras con las que «votaremos con los pies», en las calles y plazas, por nuestro
OXI continental. Con lo cual, desde abajo, repropondremos con los pies en la tierra la decisión política constituyente por otra Europa.
Entre las muchas iniciativas, el proceso de la Huelga Transnacional organizará su primera reunión en Poznan (Polonia), del 2 al 4 de octubre. Será un paso importante para la reinvención de la eficacia social de la huelga, como una herramienta práctica de nuestro OXI.
Pero ahora estamos más interesados ??en una propuesta para actuar conjuntamente que en la convocatoria de una próxima manifestación.
Queremos difundir el OXI. Queremos que en todas las iniciativas y luchas que surjan en en Europa, en todas las esferas de la vida social, retomemos este NO. Queremos hacerlo nuestro y gritarlo en mil formas diferentes. Se trata de un objetivo a largo plazo, pero que hay que
asumir hoy mismo. La derrota provisional griega, que es una derrota de todos nosotros, ha documentado inequívocamente cual es el estado en que se encuentran las relaciones de fuerza del capitalismo europeo. Sin embargo, también ha demostrado que éste sólo puede garantizar su poder en términos autoritarios. Por lo tanto esta situación también revela
todas las limitaciones y contradicciones de su dominio. Se abren un sinfín de posibilidades de lucha.
Una vez más, si quieren imponer un «capitalismo sin democracia», podría alimentarse el deseo de una «democracia sin capitalismo». El movimiento autoritario puede resultar una victoria pírrica para la «Europa alemana». Por tanto, debemos ser capaces de desarrollar y expresar lo que tenemos en común, nuestra solidaridad y nuestra fuerza en este OXI.
El 13 de julio, las oligarquías y financieras europeas han intentado repetir aquella oscena predicción que tanto deseaban que se hiciese realidad: «El Fin de la Historia». Pero hemos aprendido hace mucho tiempo que ni las victorias ni, menos aún, las derrotas son definitivas.
Que la historia no se acaba nunca, no desde luego en Bruselas. Y que el juego sigue abierto, hacia todas las direcciones posibles.
«Los que luchan pueden perder. Quien no lucha ya ha perdido «, dijo alguien en algún lugar hace algún tiempo. Estaba en lo cierto. La historia no termina, depende de lo que hagamos. Y vamos a seguir luchando.
Extraído de Revista Trasversales <http://www.trasversales.net> número 35 julio
2015 (web)
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