Ante el tratamiento mediático de la acción de lanzamiento de tartas a Yolanda Barcina y las acciones judiciales emprendidas contra sus autores, las personas abajo firmantes, participantes en diferentes movimientos que han desarrollado la desobediencia civil, deseamos manifestar lo siguiente:
Ante el tratamiento mediático de la acción de lanzamiento de tartas a Yolanda Barcina y las acciones judiciales emprendidas contra sus autores, las personas abajo firmantes, participantes en diferentes movimientos que han desarrollado la desobediencia civil, deseamos manifestar lo siguiente:
En primer lugar, señalar que, a nuestro juicio, el lanzamiento de tartas contra Yolanda Barcina se puede encuadrar dentro de la Acción Directa Noviolenta y resulta una forma legítima de acción política. Entendemos que esta acción cumple con todos los requisitos establecidos por la tradición de noviolencia y desobediencia civil, por tratarse de un acto público, noviolento, consciente y político. Así, podemos hablar de acto público, porque se realiza en público, pudiendo compararse a una forma de reclamación, apelación o petición. También podemos hablar de acción noviolenta ya que en su desarrollo no se ha vulnerado ningún derecho fundamental, y el único bien jurídico que se ha podido ver perjudicado es el orgullo de la señora Barcina. Es acto político porque está fundamentado y regido por principios políticos en la medida en que apela a una concepción de la Justicia socialmente compartida y que se considera vulnerada, es decir, la necesidad de que el conjunto de la población tome parte en el debate y la decisión acerca de una infraestructura que tiene un enorme impacto social, económico y medioambiental.
En segundo lugar, esta acción continúa por el camino marcado por otras muchas activistas que han puesto en práctica una forma de acción que a través de la ridiculización de una “figura importante”, busca deshacer la «normalidad» de situaciones e interpretaciones dominantes, desnaturalizar y hacer visibles las situaciones cotidianas de poder, dominación y violencia y generar debate. Sólo hay que recordar algunos casos previos como los tartazos recibidos por representantes políticos como Nicolas Sarkozy, Helmut Kohl o Jacques Delors, y destacados responsables de corporaciones económicas como Bill Gates o Rupert Murdoch.
En tercer lugar, denunciamos que tanto el tratamiento mediático como el judicial desplegado contra los autores de esta acción, y que incluye, entre otros, su encausamiento en un tribunal de excepción como es la Audiencia Nacional o el intento de vinculación del colectivo a la izquierda abertzale y a la violencia de ETA, responde a una clara voluntad de:
-desprestigiar socialmente al movimiento anti-TAV y los objetivos que persigue,
-desmovilizar y desactivar, a través del miedo a la represión y a las condenas, al colectivo de personas que lo componen, y por extensión al resto de movimientos sociales que trabajan por la transformación social,
-lanzar el mensaje de que el sistema y sus responsables políticos y económicos son intocables.
También queremos recordar que el verdadero problema es el TAV y no los tartazos. La destrucción del entorno natural, el desaforado despilfarro económico y el impacto social que supone esta infraestructura justifican acciones de este tipo, que buscan ser la herramienta para denunciar este despropósito. La falta de debate social y de participación ciudadana en todo lo relacionado con la construcción del TAV ha obligado a los colectivos que se oponen a él a recurrir a formas no ortodoxas, pero legítimas, de participación política.
Firman: (nombre – apellidos, participante en tal colectivo o movimiento –señalar)
Fuente: Mugitu!Mugimendua (movimiento de desobediencia al TAV)