Aunque pueda sonar paradójico, Juan fue desahuciado de una vivienda social. ¿La causa? Luchar desde hace veinte años contra los desahucios, ser un activista vecinal bregado en las batallas contra la marginalidad, algo insoportable para el poder en estos tiempos de crisis y descontento social.
Nacido hace 62 años en un barrio humilde y con trazado morisco de Elche, el barrio del Raval, se fue a vivir al barrio de acción preferente de Los Palmerales, donde el ayuntamiento ilicitano, recién ocupado por un flamante PSOE, le otorgó una vivienda social por la que pagó 175.000 pesetas de entrada en 1984.
Sin embargo, aquel joven trabajador de la industria del calzado que había sido enlace sindical más de un lustro, y que llegó a Los Palmerales cargado de ilusión junto a su pequeño hijo, se topó con una inmensa estafa.
Nada era
Nacido hace 62 años en un barrio humilde y con trazado morisco de Elche, el barrio del Raval, se fue a vivir al barrio de acción preferente de Los Palmerales, donde el ayuntamiento ilicitano, recién ocupado por un flamante PSOE, le otorgó una vivienda social por la que pagó 175.000 pesetas de entrada en 1984.
Sin embargo, aquel joven trabajador de la industria del calzado que había sido enlace sindical más de un lustro, y que llegó a Los Palmerales cargado de ilusión junto a su pequeño hijo, se topó con una inmensa estafa.
Nada era como les habían contado: “El barrio se encontraba en unas condiciones lamentables. Todo estaba mal hecho, las persianas, las puertas, los suelos, los azulejos… nada se correspondía con las memorias de calidades que se negaban a enseñarnos y que, una vez entregadas, pudimos ver en ellas que las viviendas debían tener no sólo otras características, si no también garaje. Lo peor fue el tema de la electricidad cuya instalación habían metido en el mismo cuarto del agua. Hubo cortocircuitos, incendios y electrocuciones”.
Y a eso se sumó el abandono absoluto de aquel barrio de casas nuevas para marginados sociales, despojado de cualquier tipo de equipamiento, inseguro, foco de criminalidad, una selva urbana a resguardo de la “clase media”, donde drogas y asesinatos estaban a la orden del día y los autobuses no se atrevían ni a entrar.
Pero aquél era el barrio de Juan, un hombre firme, que lleva “la lucha en los genes”, tal y como afirma recordando las vicisitudes de su familia en la Guerra Civil. “Trece hijos tuvo mi madre y mi padre luchó en el frente donde murió una gran parte de mi familia defendiendo el bando republicano”. Luego llegaron las represalias, la cárcel, el manto de miedo y la pobreza.
De todo aquello Juan heredó el instinto de clase y la dignidad. Así que en Los Palmerales, se lió la manta a la cabeza y creó la Mancomunidad de las 240 viviendas, luego pasó a ser presidente de la Asociación de Vecinos de todo el barrio hasta que le obligaron a dimitir y finalmente fundó la Asociación Intercultural y Social de Los Palmerales porque, como dice, “la lucha debía continuar”.
Emprendió junto a muchos otros un combate por la dignificación del barrio, contra la postura cómoda de un ayuntamiento progre que lavó la cara de la potente ciudad industrial de la comarca del Baix Vinalopó concediendo viviendas de miseria para juntar y aislar a los más desfavorecidos.
Los sin voz de siempre pegaron un manotazo en la mesa. ¡Y vaya si lograron mejoras! De ello dan fe decenas de páginas de periódico haciéndose eco de las reivindicaciones vecinales. Juan, meticuloso y consciente del valor de la palabra escrita, guarda recortes de prensa, actas de reuniones, todos y cada uno de los escritos que ha dirigido a todas las instancias administrativas imaginables… Todo lo que cuenta lo acredita y documenta.
Así que Juan es un viejo conocido de la gente y la prensa de Alicante y Elche. Existen centenares de noticias que recogen declaraciones suyas, manifestaciones para paralizar desahucios desde los años noventa que él encabezó, acciones de apoyo a familias sin recursos, denuncias de injusticias… Y en todas ellas está Juan, ese hombre menudo que lastra las secuelas de una poliomielitis sufrida en la infancia, haciendo de azote del “régimen”, evidenciando los tejemanejes políticoempresariales en torno a su barrio, no dejando pasar ni una adjudicación mal hecha, ni una reunión manipulada, ni un intento de engaño…
La lucha colectiva consiguió reparaciones en los pisos, un plan de pago adecuado de las deudas pendientes de los vecinos que dejaron de pagar en protesta por la estafa en las construcciones, procedimientos de regulación de familias que habían ocupado viviendas y también que la calidad de vida en el barrio mejorara sensiblemente.
Pero, en un sistema fundamentado en la injusticia, destacarse como un luchador independiente, dispuesto a señalar corruptelas vengan de donde vengan, puede tener un precio muy alto. Con lo que no pueden es con su tesón, su experiencia de lucha y la solidaridad que recaba. Él mismo nos cuenta, en el local valenciano de la CGT donde pasa las noches tras sus ya casi 200 jornadas de protesta ante la Conselleria de la que depende el IVVSA (Infraestructuras, Vivienda y Medio Ambiente), en el Complejo 9 d’octubre, cómo ha llegado hasta aquí, qué ha aprendido de todo ello y cuáles son sus sueños.
¿Cómo llegas a ser un desahuciado del IVVSA, cuál fue el detonante?
Aún mandaba el PSOE. El 22 de febrero de 2010 acudí a uno de los plenos del ayuntamiento, como solía hacer. Y acudí con una pancarta para reivindicar el problema de Los Palmerales, donde pesaba una amenaza de 500 desahucios. La portavoz del PP en aquel momento, Mercedes Alonso, había hecho unas declaraciones en prensa diciendo que iba a trabajar por Elche. Así que hice una pancarta, me la escondí, y entré en el salón de plenos donde la iba a sacar. Me senté en una bancada, y estaba sentado y veo a un señor que me toca la pierna y me dice “Juan, si usted saca esa pancarta, aténgase a las consecuencias”. Ya lo sabía, alguien se lo había filtrado. Ese señor era el marido de Mercedes Alonso, un abogado de mucho prestigio en Elche. En el momento que me levanté, un señor de la sexta fila se abalanzó contra mí y me tiró al suelo. No llegué a abrir la pancarta. Llegó la ambulancia para llevarse a este señor, que es del PP, cuando el que peor estaba era yo.
Ese fue el momento en que decidieron ir a por mí. A raíz de esto, sin avisar de nada, y estando yo pagando correctamente todos los recibos, me mandaron una carta a mi casa diciéndome que me iban a desahuciar por impago. En el IVVSA me dijeron en un primer momento que había sido un malentendido. Fui al banco y allí me dijeron que no me mandaban los recibos porque me habían abierto un expediente para deshuciarme.
Comenzaron a tirarnos a la calle uno a uno a los que habíamos acudido a aquel pleno, y sólo por una pancarta que ni siquiera llegó a verse. Y además, es que no ponía nada malo, sólo pedía que ayudara a paralizar los desahucios del barrio de Los Palmerales. Pero para desahuciarme esperaron a que hubieran pasado las elecciones. En realidad mi desahucio estaba ejecutado desde el 30 de octubre de 2010, pero se esperaron hasta el 31 de mayo del 2011 para tirarme de mi casa. La señora Mercedes Alonso había ganado las elecciones a la alcaldía de Elche.
Juan inició entonces un largo periplo a lo largo del País Valenciano para exigir justicia. Primero fue una huelga de hambre en la puerta del Ayuntamiento ilicitano que duró 24 días. Allí entró en contacto con el 15M, movimiento que comenzaba su andadura y que protagonizó en Elche la acampada más larga. El 15M apoyó a Juan incondicionalmente, ambas luchas, a fin de cuentas se movían por lo mismo. La crisis del sistema destapó lo que llevaba mucho tiempo larvándose en el Estado español: una clase trabajadora que había perdido hasta la propia consciencia de existir al reconvertirse en “clase media” comenzaba a ser expulsada masivamente del mercado laboral y de las propias viviendas… La burbuja inmobiliarias estallaba, el espejismo arrastrado desde la Transición se rompía… En realidad, bajo otra forma, la dictadura del capitalismo sigue estando aquí…
Redactores del Información, La Verdad me confesaron que los directores les estaban presionando para que dejaran de sacar información sobre mi caso y la huelga de hambre. Y yo les decía: “Pero cómo me hacéis eso, si os he dado hojas enteras de información sobre Los Palmerales…”
En este momento el barrio está muerto, no hay nada, incluso han dejado de limpiar. Y eso que allí al lado está la Ciudad de la Justicia, un hospital, la guardia civil, la comisaría. Qué lástima que no salgan noticias positivas del barrio.
Seguí mandando escritos al IVVSA de Alicante, a Juan Grau, pero viendo que no me contestaban decidí irme a Alicante a principios de 2013. Les informé por escrito de que iba a quedarme en la puerta del IVVSA y trataron de disuadirme.
Pero resulta que mucho antes, cuando me desahuciaron, yo tenía en la puerta de mi casa un vado de minusválidos. Tenía un Opel Corsa pequeño, y allí es donde dormía. Vino la persona que me empujó y me tiró, vino muchas veces a decirme que me iba a ayudar y no lo hizo.
Quitaron el vado, entonces dormía en el campo y comía bajo alguna palmera. Dormía malamente en algunos patios… Allí estuve algún tiempo.
¿Y la gente del barrio no te ayudaba?
La gente del barrio tenía miedo, como salió esta mujer de alcaldesa, estaba coaccionada. Me dijeron algunos que les habían llegado a amenazar si me ayudaban, y que si lo hacían, iban detrás de mí a la calle. La alcaldesa hizo una auténtica campaña: trabajo y vivienda gratis. Hizo un mitin en Los Palmerales, y mucha gente de Los Palmerales le votó. Los engañó.
Cuando estaba en huelga de hambre en la puerta del ayuntamiento, unos concejales se me acercaron y me dijeron que, si me rebajaba a la alcaldesa, “te damos todo lo que quieras”. Querían que le pidiera perdón públicamente. Les contesté que mi dignidad yo no la puedo perder jamás, mi orgullo quizás, pero yo no iba a pedir perdón por nada. “Piénsatelo,” me dijeron, “si tienes deudas en el Suma te la perdonamos, te damos una vivienda y todo, los medios los tenemos nosotros”. Contesté: “lo siento, pero no puedo, aunque me muera aquí”.
Me tiré 69 días en la puerta del IVVSA de Alicante. Menos mal que un día se me ocurrió ir a la plaza de la Muntanyeta, y ahí estaban el 15M y Stop Desahucios, y expuse mi problemática. Me dijeron que me iban a ayudar, que era un desahuciado del IVVSA, pero uno más de los que estaban en la calle. Esa gente, se lo deberé y agradeceré toda la vida, me dio su apoyo. Todos los viernes hacíamos un recorrido por los bancos a protestar, al Síndic de Greuges, al IVVSA a pedir entrevistas por varios casos, y es que el IVVSA tiene miles de viviendas vacías.
Juan Grau (un alto cargo del IVVSA en Alicante) me dijo entonces que no podía hacer nada por mí, que estaba siendo presionado. Y como al principio puse una pancarta acusándole de tráfico de influencias, me dijo “Me estás insultando, yo tengo hijos”, a lo que le contesté, “No me digas, yo también tengo hijos y están viendo mi situación en la calle, y ellos también están sufriendo por su padre”. “Pues lo siento, yo no te puedo ayudar, los únicos que pueden hacerlo son los de Valencia”.
Juan decidió entonces ir hasta la Conselleria de Territorio y Vivienda, situada en el Complejo 9 d’Octubre de Valencia. Llegó el pasado 11 de abril y tras recibir como respuesta “No podemos hacer nada por ti”…
Me bajé y ahí me quedé, con mi saco de dormir y una simple pancarta pidiéndole a la consellera ayuda en la vivienda. Y la pancarta, aún la tengo puesta allí. La señora consellera ha pasado varias veces, la ha visto… Me tapaba con la pancarta para dormir, y he pasado mucho frío porque allí hay muchos remolinos de aire. Además, recogí firmas, la gente es solidaria, recogí 1.500 firmas. Ahora las estoy recogiendo a través de Oiga.me, pero la gente es muy lenta ahí.
Los vecinos me han ayudado mucho, me traían bocadillos, comida, venían a verme, la gente es solidaria. Yo no conocía nada de aquí. Y da la casualidad de que conocí a Kike y a Guillermo, y me dijeron “tenemos unos compañeros de la CGT que pueden ayudarte”. Y yo dije “no gracias”. Y un día que llevaba lloviendo varios días seguidos, yo estaba bajo la pancarta, encharcado, me vino Kike y me dijo “vente con nosotros”. “No, no, yo me quedo aquí”. Y allá a las 12h de la noche, vinieron Víctor y Miguel Ángel, dos ángeles caídos. Yo creo que estaba perdiendo el conocimiento, algo me pasaba, y me dijeron “Juan, vente con nosotros ahí al lado, que tenemos un sitio donde te puedes duchar y cambiar”. Yo me resistía, pero al final me decidí. Me entró el sentido común. La verdad es que soy una persona muy testaruda, que me propongo una cosa, una lucha y hasta que no lo logro, no lo dejo.
¿Y cómo estás aquí?
De maravilla, la gente se porta muy bien. Para mí es una familia.Se han volcado en mis problemas, hemos hecho dos concentraciones que han estado fenomenal. No tengo palabras para agradecérselo a todo el mundo, nunca me había pasado esto. Y es que, cuando tienes un problema, la gente te ve como un bicho raro, como un mendigo. Yo me hice una camiseta cuando estuve en Alicante en la que decía “No pido limosna, pido justicia y una vivienda digna”. Y la palabra justicia además porque, allí en Elche, el 27 de enero, una familia, rompió la ventana y se metió en mi casa. Y todos los muebles que había dentro me los destrozaron y los tiraron a la calle. Y ahí están viviendo. Se han llegado a empadronar y todo. Fui a Estadística para pedir una explicación, en el documento de empadronamiento están ellos y mi hijo y yo y a nosotros nos han puesto “baja de oficio”. Eso no se hace, creo que todas las personas tienen derecho a una vivienda, por supuesto, pero no tienen por qué tirarme a mí y que se metan ellos, de forma ilegal además, no es justo.
Al enviarle, tantos escritos a la señora consellera Isabel Bonig, ahora manda el muerto al IVVSA. Y un día me llamó el IVVSA y fui a hablar junto a dos compañeros, y me recibió Maria Jesús Rodríguez Ortiz (máxima responsable del IVVSA en la Comunidad Valenciana que iba todos los miércoles a la sede de Alicante). Yo le dije: “¿Y no le da a usted vergüenza verme usted a mí en Alicante, tirado en la calle, luchando, con la pancarta, y ni siquiera preguntarme cómo me encontraba, ni nada de eso?”.
Y se quedó callada. Y continué, “hay que ver ustedes, cómo lo están haciendo de bien. Y el señor Juan Grau…”. Y ella me contestó “No me nombre a Juan Grau, si no, lo denuncio”. Y continué “Es que Juan Grau ha hecho lo que le ha dado la gano, ha hecho trapicheos y de todo”. Y sobre la posibilidad de una alternativa, ella argumentaba que cuando se ha concedido una vivienda social y luego hay una sentencia de desalojo, no se puede dar otra vivienda. Pero eso no es cierto. Siempre he luchado por que la justicia sea igual para todos, y como me consta que ese argumento es falso, lucharé contra ello.
Voy a seguir mi lucha, llevo casi 200 días que estoy aquí esperando. También estoy esperando respuesta del Síndic de Greuges de la Comunidad Valenciana. El ayuntamiento de Elche me ha respondido hace poco que tengo posibilidades pero que debo ajustarme a los requisitos. La respuesta que me estoy encontrado por parte de las instituciones son negativas y palabrería.
En Valencia los movimientos sociales me han respaldado. La PAH de Valencia me apoya.
Siempre me he volcado en la lucha, en primera línea, y lo he hecho de corazón.
¿Qué conclusión sacas de tus vivencias y qué querrías transmitir a los jóvenes para que sigan adelante con la lucha?
He aprendido que la política es muy engañosa. Y la experiencia, a pesar de los golpes que me ha dado la vida, ha sido muy positiva, porque he aprendido mucho. He aprendido a conocer a las personas, a diferenciar a los conocidos de los amigos. Eso ha sido muy importante para mí y darme cuenta de que a veces un extraño hace más que un conocido. A los jóvenes les digo que luchen por sus ilusiones y que salgan a la calle; que no se queden en el sofá o en internet. Porque, el día de mañana aprenderán de nosotros para tener un futuro mejor. Porque si no se movilizan, no tienen porvenir. Que no tengan miedo y que luchen. No hay que resignarse.
¿Y cuál es tu sueño?
Mi sueño es tener un hogar, un simple hogar. Con uno pequeñito me conformaría para, a mis 62 años, seguir con mi vida. Y hasta donde llegue, esa es mi ilusión. Y seguir luchando hasta que mis fuerzas me lo permitan.
Mi lucha es para que haya una mejora para todos y que la gente sea feliz, yo quiero ser feliz y que los demás lo sean también. Me encantaría volver a mis raíces, a mi Elche, y si no, pues continuaré mi vida en Valencia.
Libertad Montesinos, Equip Comunicació CGT-PV
Fuente: Libertad Montesinos