Conocí al Dr Wasef Bahar en una reunión en la embajada de Venezuela en Amman -que suele ser el punto de encuentro de los palestinos en Jordania-. Él había estudiado su carrera de medicina en Cuba así que fue muy fácil entablar una conversación en español. Lo primero que me aclaró es que llevaba muchos años desterrado en Jordania. No podía volver a Palestina porque lo tenía fichado el servicio de inteligencia interior Shin Beth ya que en su juventud militó en los fedayines al sur del Líbano. El Dr Wasef se unió a la resistencia armada -según me confesó- inspirado por el espíritu de rebeldía del Che Guevara y Fidel Castro. Luego, cuando las tropas de la OLP al mando de Arafat se exiliaron en Túnez, tras el alto el fuego firmado con el ejército sionista, él logró una beca para cursar estudios de medicina en Cuba. Al recibirse como doctor regresó a Jordania donde estaba exiliada parte de su familia.
El Dr Wasef, me comentó que nunca iría a la embajada de Israel a pedir una visa de turista. – «¡Cómo es posible que para entrar en la tierra en la que nací tenga que sufrir tamaña humillación! ¡esto es indignante! No puedo volver, hermano, y eso me duele en el alma. Mi padre murió aquí en Jordania y fue imposible cumplir su último deseo de enterrarlo en Abu Dis pues los judíos no dejan regresar ni a los muertos. Él se mostraba muy ilusionado en que, tras los acuerdos de Oslo en 1993, se firmaría la paz.
El Dr Wasef, me comentó que nunca iría a la embajada de Israel a pedir una visa de turista. – «¡Cómo es posible que para entrar en la tierra en la que nací tenga que sufrir tamaña humillación! ¡esto es indignante! No puedo volver, hermano, y eso me duele en el alma. Mi padre murió aquí en Jordania y fue imposible cumplir su último deseo de enterrarlo en Abu Dis pues los judíos no dejan regresar ni a los muertos. Él se mostraba muy ilusionado en que, tras los acuerdos de Oslo en 1993, se firmaría la paz. Soñaba con volver a su casa y reiniciar una nueva vida pero al final todo se quedó en un mero espejismo»
Al terminar la Guerra de los Seis Días cientos de familias de Abu Dis se refugiaron en Amman, Jordania. Los más viejos por ley de vida van desapareciendo y a las nuevas generaciones no les queda otra opción que ir integrándose en la sociedad jordana asumiendo una nueva identidad; una bandera, el himno y, como no, jurar lealtad al rey Abdala II. ¿y ante quién van a reclamar? ¿quizás Allah el clemente y el misericordioso escuche sus plegarias? Pero todo ha sido en vano pues pasa el tiempo; los días, los meses, los años, las décadas y pronto si nos descuidamos hasta los siglos y la firma de un tratado de paz definitivo que permita la creación del estado palestino parece utópico.
El doctor Wasef no puede disimular un gesto de rabia y con sus manos intentan atrapar un enemigo invisible para retorcerle el cuello. De alguna manera tiene que calmar su sed de venganza «este es un crimen imperdonable; los judíos nos echaron de nuestra tierra, unos extranjeros se robaron nuestra patria. Yo nunca voy a perdonar lo que hicieron esos desgraciados»
«-A veces cuando me entra la nostalgia me voy al monte Nebo a contemplar mi pueblo situado allá al otro lado del Mar Muerto. Sobre todo, de noche se distinguen perfectamente sus luces tintileantes. Entonces, me dan ganas de gritar a ver si me escuchan mis familiares. ¡Aid! ¡Shalam! Parece mentira que estemos tan cerca y a la vez en las antípodas»
A las pocas semanas de nuestro encuentro, aprovechando que viajaba a Jerusalén, me propuse visitar Abu Dis. El Dr Wasef me escribió de su puño y letra una carta de presentación para entregársela a su familia en mano. Desde la mismísima puerta de Damasco me fui caminando en dirección al Monte de los Olivos, en la zona árabe de la ciudad cada vez más reducida por efectos de la colonización. Al Shaykh es un barrio de casas y edificios apiñados en la ladera de un barranco. En sus empinadas calles se desparrama la basura y el caos domina el ambiente. Y claro la alcaldía de Jerusalén, en manos de los extremistas judíos, los discrimina, pues poco les importa lo que ocurra en un sector tan marginal alejado de los circuitos turísticos.
Después de una fatigante bajada esquivando el intenso tráfico de carros y buses llegamos al chekpoint de Al Bawabeh. Allí nos estrellamos de frente contra el infame muro de hormigón que con sus ocho metros de altura marca la frontera entre esos dos mundos tan contrapuestos. Los militares israelíes de mala gana nos indican la puerta de salida que está abierta de par en par. La consigna es que se vaya la mayor cantidad de palestinos posible. Pero, por el contrario, si queremos entrar en Jerusalén, la cosa cambia. Entonces, no hay otra alternativa que armarnos de paciencia y hacer cola junto a cientos de personas que aguardan el rutinario control de seguridad. Es imprescindible portar la tarjeta azul o Tasirie que expide el gobierno israelí, además de pasar una completa revisión de todas las pertenencias por el scanner. La Ley de Ciudadanía y Entrada en Israel intenta restringir al máximo el flujo de la población palestina puesto que su crecimiento demográfico amenaza el carácter sionista del estado.
Los militares, protegidos tras una garita de vidrios antibala, vociferan las órdenes por los altoparlantes: «saca todo de tu bolso» «muévete rápido» «vuelva atrás» «deténgase» Este es el vocabulario habitual que usan los carceleros para imponer su autoridad. Al palestino se le arrea como si fuese ganado ¿o talvez para ellos no son más que animales? Y que nadie se atreva a rechistar pues corren el riesgo de perder el permiso de trabajo, un auténtico tesoro en una época de crisis donde el desempleo alcanza niveles alarmantes.
Al otro lado del muro sólo falta un letrero que ponga: «bienvenidos al tercer mundo» A lo largo del camino no hay más que suciedad, escombros, talleres mecánicos, chatarrerías y contrucciones improvisadas. Tras caminar unos tres kilómetros llegamos al pueblo de al Azziriyeh, muy concurrido por los peregrinos cristianos ya que en la Iglesia de Betania se encuentra la gruta donde, según los evangelios, resucitó Lázaro. El «muro del apartheid» o de «Sharon» cumple a rajatabla su función de enjaular la pueblo palestino y brindarle paz y seguridad a los judíos. Esta barrera infranqueable además ha cercenado todos los vínculos comerciales, culturales y religiosos que desde la más remota antiguedad los unía con Jerusalén.
En el año 2000 Israel en un gesto de buena voluntad transfiere a la ANP la administración de Abu Dis, al Azziriyeh y al Sawahereh reservándose para ellos el control militar. Desde esta zona se divisa en primer plano el gigantesco asentamiento judío de Ma’aleh Adumim, y en la lejanía el mar Muerto y el valle del Jordán. En Abu Dis la mayor parte de las casas antiguas se caen a pedazos, el patrimonio histórico desaparece sin que haya el menor interés por conservarlo. Recordemos que dos tercios de sus habitantes tuvieron que escapar camino del exilio jordano tras la trágica Nakba en el año 1967. Muchos de ellos todavía guardan celosamente las llaves de sus casas ilusionados con volver un día a sus hogares.
En la mañana del 5 de junio del año 1967 Ezer Weizman y su equipo de asesores dan luz verde a la famosa Operación Foco. Amenazados por el despligue del ejército egipcio en el Sinaí los cazabombanderos israelíes lanzan un ataque preventivo que en unas pocas horas destruye más del 60% de la aviación egipcia. Sorprendido por el caríz de los acontecimeintos el presidente Abdel Nasser instó a su aliado el rey Hussein de Jordania a entrar en acción. De inmediato la Legión Árabe inicia el fuego de artillería sobre Jerusalén occidental. En respuesta los judíos lanzan una violenta contraofensiva por tierra y aire que fulmina por completo al ejército jordano. El día 6 de junio el Tzahal ocupa Latrun, Ramala y Jenín. Finalmente el día 7 de junio se completa el cerco de Jerusalén y tras sangrientos combates una brigada los paracaidistas al mando del general Mordejai Gur toma la ciudad vieja, la explanada de las mezquitas y el Muro de las Lamentaciones o Kotel, La mayor humillación se consuma cuando izan la bandera sionista en el domo de la Roca (Qubbat as-Sajra) uno de los lugares más sagrados del Islam. La hazaña es interpretada como el cumplimiento de una profecía bíblica y todos los soldados rezan en el muro celebrando la victoria «si me olvidara de ti Jerusalén, pierda mi diestra su destreza (salmos 137:5)» «La ciudad del rey David queda reunificada por completo» declara Ben Gurión. Israel se apodera de Gaza, el Sinaí, Cisjordania y los altos del Golán aumentando su superficie en 68.000 Kms.2. Esta hecatombe provoca el éxodo de miles de palestinos temerosos de las represalias de los invasores. Nadie olvida las matanzas perpetradas en Deir Yassin. Ein Karem, Kakoun, Tantura, Sufsaf, etc… en la guerra del año 1948.
Desperdigados por los países vecinos los fedayines perternecientes a la OLP y Al Fatah continuaron la lucha de resistencia contra el invasor. Aunque al final no sólo tuvieron que enfrentar a su enemigo natural, sino también a sus propios hermanos de sangre (Jordania, Siria y Líbano) que se monstraban hostiles con su causa. Arafat tras la batalla del Karame en 1968 asume el histórico papel de líder de la OLP y «rais» del pueblo palestino.
En los años ochentas del siglo pasado Yasser Arafat, presionado por los países occidentales, comienza las negociaciones en secreto con el gobierno judío para intentar encontrar una solución al conflicto de Oriente Medio. Estos contáctos tiempo después desembocan en el reconocimiento oficial del estado de Israel por parte de la OLP mediante una carta remitida al primer ministro Isaac Rabin. Por fin el el 13 de septiembre de 1993, gracias a la mediación del gobierno Noruego, se firman los Acuerdos de Oslo. Una de las cláusulas más importes es el diseño de una Hoja de Ruta que marca los plazos para el progresivo repliegue del ejército hebreo de los territorios ocupados y la instauración de una relativa autonomía administrada por una entidad denominada Autoridad Nacional Palestina.
El relativo cumplimiento de los Acuerdos de Oslo hizo creer a los refugiados que estaba próximo su regreso a su patria. Esta ha sido una de las principales reevindicaciones para sellar la paz con los judíos. Pero la derecha y los ultraortodoxos sionistas decidieron boicotear cualquier acuerdo con los palestinos. La mejor prueba de esta zafia actitud fue el asesinato el día 4 de noviembre de 1995 de Isaac Rabin a manos del extremista Yigal Amir. Este magnicidio dinamita por completo las esperanzas de reconciliación entre ambos pueblos. En las elecciones del año 1996 Netanyahu se hace con las riendas del gobierno congelando sine die los Acuerdos de Oslo. Es tal la impotencia y la desesperación de la sociedad Palestina que tan sólo hace falta una chispa que encienda la mecha de la conflagración.
El 29 de septiembre del año 2000, a causa de la visita de Ariel Sharon a la explanada de las mezquitas, se produce el estallido de la segunda intifada. Es imposible contener la ira e indignación de un pueblo condenado al más espantoso genocidio. La campaña de atentados suicidas promovida por Hamas, la Yihad Islámica, al Fatha o la Brigada de los Mártires de Al Aqsa sumada a la brutal represión ejercida por el Tzahal en los territorios ocupados se saldó con el trágico balance de 5.550 muertos (4500 palestinos y 1050 israelíes en el período que va del año 2000 al 2005-. Este fue el principal motivo que llevó a Ariel Sharon y los miembros de su gabinete a construir el «muro de seguridad» y blindar así a Heretz Israel de la «amenaza terrorista»
Esta monstruosa obra -«una medida provisional» según sus autores- tiene la finalidad de enjaular Cisjordania y Gaza mutilando hogares, campos de cultivo, de pastoreo, pozos, manantiales. Aparte de impedir la integración de los diversos pueblos y ciudades de Palestina.
A pesar de haber sido anunciada con anticipación mi visita a la casa de la familia Bahar sus parientes me recibieron con gran desconfianza. Y no es para menos pues se sospecha que los agentes secretos israelíes merodean por el pueblo. De inmediato comenzaron a reunirse gran cantidad de personas en el patio intrigadas por la presencia de un extranjero. Prohibido hacer fotos ni entrevistas.- fue su primera demanda. Tras leer la carta de presentación firmada por el Dr Wasef se mostraron un poco más amables y gentiles. Pronto se rompe el hielo y ahora todos piden la palabra queriendo desahogar sus amarguras: hablan del espantoso bloqueo, la represión y la falta de recursos económicos y, sobre todo, lo que más les duele es que se les prohiba el acceso a la explanada de las mezquitas, Al Haram Al Sharif, situada a tan sólo dos kilómetros de distancia. El castigo colectivo no hace más que acrecentar la depresión y el desconsuelo.
Para Israel la colonización de Cisjordania es asunto prioritario de la política de estado. De ahí que varios grupos fundamentalistas como el Ateret Cohanim o el Ateret Yerushalyin hayan asumido la «gloriosa misión» de judaizar los barrios cristianos y musulmanes. Lentamente van expandiendo sus tentáculos por el corazón de la medina, el Silwan, el Monte de los Olivos o Ma’ale Ha Zeitim o Nof Sion. Existe un proyecto muy avanzado de construir unas 400 viviendas en las tierras robadas a Jerusalén Este con fondos de judíos europeos y americanos entre los que se destaca el millonario Irving Moskowitz. Ateret Cohanim reclama Jabel Mukkaber, Erikaf, Ras al-Amoud y Kidmat Zion (Abu Dis) como sus propiedades ancestrales. Con todo el descaro el gobierno israelí, en aplicación de la Ley de los Ausentes, ha confiscado el 72% de Cisjordania. Sólo en Jerusalén Este existen ya 20 asentamientos. El gobierno de Netanyahu, en represalía a la admisión de Palestina como «estado observador» en la ONU, el mes de noviembre del 2012, ha autorizado la construcción de 3.500 viviendas en el sector E1. Esto representa un golpe definitivo para la creación del futuro estado palestino pues el mismo carecería de continuidad geográfica. El plan es conectar a Ma’aleh Adumim con el gran yerushalayim del siglo XXI, «capital única e indivisible de Eretz Israel» Ma’aleh Adumim, es una colonia moderna y futurista de 50.000 habitantes dotada con viviendas de lujo al estilo americano, grandes zonas verdes, centros comerciales, colegios, complejos deportivos, y culturales. En Cisjordania el número total de colonos supera el medio millión.
Lo asentamientos judíos han mermado en un 30% la superficie del término municipal de Abu Dis y los pueblos colindantes. Dicha agresión ha provocado un gran impacto en el medio ambiente y el mundo rural. Ya no hay casi campesinos trabajando la tierra, ni los clásicos pastores con sus rebaños de cabras y ovejas. En el campo árido y reseco apenas si se distinguen algunos bosques de olivares o almendros que languidecen entristecidos. Irremediablemente la cultura popular se extingue sin que haya la más mínima posibilidad de mantener las señas identitarias.
En el patio de la casa el desfile de familiares y amigos del Dr. Wasef no cesaba ni un instante. Todos preguntaban si iba a volver pronto pues lo echaban mucho de menos. Acompañada por varios muchachos llegó una señora de nombre Rasmie sosteniendo el retrato de un hombre entre sus manos. De alguna manera ella quería rendirle un homenaje a su esposo Ahmed Halbeeh asesinado cobardemente por las fuerzas de ocupación durante la I intifada. Acto seguido se presentó el señor Shalam Bahar y su mujer portando el retrato de su hijo Fady baleado por los militares judíos cuando participaba en una protesta en la II intifada. Ellos deseaban reivindicar la memoria de los mártires confiados en que tamaño sacrificio no caiga en el olvido.
Aunque la sorpresa más grande estaba aún por llegar: de repente se abre la puerta principal de la casa y aparece un anciano apoyado un caminador -según me contaron luego el señor Aid hacía tan sólo un par de semanas había sufrido una grave caída y por poco se parte la cadera. Luciendo la tradicional kuffiyah palestina y vestido con una chilaba estrechó mi mano saludándome con un afectuoso ¡salam aleikum! Lo extraordinario del caso es que el señor Aid está a punto de cumplir 105 años. ¡105 años! No puede ser seguro que debe ser uno de los hombres más viejos de Palestina, el abuelo de Palestina o, mejor dicho, el patriarca. El señor Aid Bahar nació bajó dominio del imperio Otomano, luego vivió el mandato británico, la administración jordana, la guerra del 67, la ocupación judía y por fin, tras los tratados de Oslo, el gobierno de la ANP con Arafat y Abu Mazen. El viejo hidalgo levantando a los cielos sus rudas manos de campesino se niega a claudicar. «¡Filistin al Hurria!» ¡Palestina libre! De veras que sus palabras son una metáfora poética que nos eleva la moral y aleja cualquier atisbo de fatalidad. Por más duro que sea el crudo invierno siempre vendrá la primavera a resucitar las flores marchitas.
Carlos de Urabá 2013
Abu-Dis
Fuente: Carlos de Urabá