Las trabajadoras del euskaltegi Ulibarri de Bilbao nos quedamos bastante sorprendidas al leer en el periódico un artículo de nuestro director, Patxi Agirregomezkorta. "El descenso en las matriculaciones de este curso es consecuencia principal de las decisiones tomadas en esta legislatura".
A más de una se le hará conocido el nombre de Ulibarri Euskaltegia, ya que no fueron pocas las idas y venidas que tuvo la noticia de que éramos nosotras, las que se encargaban de dar clases al, por aquel entonces lehendakari Patxi López. Aún así, nuestra sorpresa no tuvo tanto que ver con Patxi López; ni siquiera con las críticas que Patxi Agirregomezkorta hizo al gobierno del propio ex-lehendakari. No. La razón de nuestra indignación fue que la misma semana en la que se publicó dicho artículo, 5 de nuestras compañeras recibieron la carta de despido de la empresa.
A más de una se le hará conocido el nombre de Ulibarri Euskaltegia, ya que no fueron pocas las idas y venidas que tuvo la noticia de que éramos nosotras, las que se encargaban de dar clases al, por aquel entonces lehendakari Patxi López. Aún así, nuestra sorpresa no tuvo tanto que ver con Patxi López; ni siquiera con las críticas que Patxi Agirregomezkorta hizo al gobierno del propio ex-lehendakari. No. La razón de nuestra indignación fue que la misma semana en la que se publicó dicho artículo, 5 de nuestras compañeras recibieron la carta de despido de la empresa.
Son muchas las veces que hemos escuchado (o así han querido convencernos) las bondades del modelo cooperativo que existe en nuestra tierra, tanto como herramienta impulsora del tejido económico, como en lo referente a los derechos de las trabajadores. La nuestra es una empresa que ha adoptado la forma de cooperativa, pero en ningún caso es una cooperativa que defiende los derechos de sus empleados. De hecho, son 12 los socios que deciden cómo debe ser un euskaltegi que tiene bajo contrato a 60 trabajadores. En este caso también, fueron 12 las personas que decidieron los nombres y apellidos de las 24 que iban a conocer de primera mano las consecuencias de esta crisis que sufre un porcentaje muy alto de nuestra sociedad. 24 personas, querida lectora! 24 familias que a final de mes ya no están recibiendo un sueldo por su trabajo. En ese sentido, y si tuviéramos que resumir en una palabra lo sucedido desde que la dirección nos dio a conocer que iba a haber despidos hasta ahora, cogería el diccionario, calcularía con el dedo pulgar dónde se encuentra la letra “m” y el dedo índice se arrastraría por las páginas hasta encontrar la palabra “macabro”. Para empezar 14 compañeros que no tenían contrato fijo, directamente a la calle. ¿Qué ocurriría con las otras 10 personas que aun teniendo contrato fijo estaban de sobra en la empresa? He aquí la fórmula:
Pasarse una lista entre esos 12 cooperativistas y poner los nombres y apellidos de las imprescindibles (The Good), las que no eran imprescindibles (The Bad) y las que tendrían que abandonar el euskaltegi (The Ugly). Lista negra, basada en los gustos personales de cada uno de esos electores. Un euskaltegi que quiere ser “referente” (así mismo lo pone en nuestra publicidad) elige con el dedo en plena era digital a las trabajadoras que le sobran. Plas, plas, plas…
Muy parecido, por tanto, a ese programa de telerrealidad que utiliza las ruedas de nominación. Si no fuera real, sería gracioso. Al tener que ver con el despido de trabajadoras, como digo, macabro. Muy macabro. Mostremos a la audiencia el resultado de las nominaciones: un profesor veterano de 55 años, alguien que precisamente no lo va a tener muy fácil de aquí en adelante para encontrar otro trabajo. Dos profesoras que gozaban de la reducción de jornada que les corresponde a los padres y madres de este país para habilitar la famosa “conciliación de la vida laboral”; otra compañera que no termina de entenderse muy bien con las nuevas tecnologías, aunque no olvidemos que nuestro euskaltegui todavía se vale en algunos sitios del famoso radio-cassette (*el radio-cassette es un aparato que utilizaba hace mucho tiempo en la enseñanza de lenguas para hacer ejercicios de compresión auditiva); otro compañero cometió el error de quejarse en una reunión informativa con la dirección al escuchar que el sistema de calidad que iban a implantar en la empresa buscaba la horizontalidad en la dinámica de funcionamiento de nuestro centro; lo de la compañera que se ocupaba de un centro de autoaprendizaje, siendo éste el único que no ha sufrido ninguna baja de matriculación y habiéndole entregado en julio un diploma de reconocimiento por su trabajo, tampoco tiene nombre…
Ése es el euskaltegi que quiere ser “referente”. Referente en clasificar a la gente en términos económicos. Euskaltegi referente en utilizar la nueva reforma laboral. Referente en sostener clases sin medios técnicos. De los referentes, el que más.
En ese camino por ser el referente en Bilbao del proceso de alfabetización de adultos, el nuestro ha sido uno de los primeros (si no el primero) en implementar Sistemas de Calidad. Alguna de las que leéis esto, habréis oído hablar de Calidad. A veces bien; otras no tanto. En ese sentido, se supone que la calidad tiene como objetivo la excelencia del funcionamiento de la empresa. ¿Quién no querría, trabajadora, socio o empresario, que su empresa sea excelente? Eso sí, ¿es lo mismo el concepto de excelencia para la trabajadora, el socio o el empresario? Personalmente, creo que no. No tengo claro qué es lo que entiende un socio-empresario por excelencia. En nuestro caso, el sistema de calidad ha sido otra de las herramientas que han utilizado para justificar los despidos en nuestra empresa. Sólo por eso, ya me parece suficiente para poner este sistema en entredicho. Así, desde la implementación de estos modos de funcionamiento, la verticalidad en la empresa se ha hecho más acuciante si cabe, acentuándose más todavía la jerarquía de la empresa con todo lo que ello supone. Se nos ha metido burocracia hasta la médula, y al final, las trabajadoras metemos más horas de trabajo a cambio del mismo sueldo. En nuestro ámbito, el de la euskaldunización más concretamente, la excelencia tendría más que ver con el modo de enseñar euskara. En la didáctica está la clave. Hay en qué mejorar en el metodo de enseñanza. En eso habría que invertir y no en la santa Calidad. Además de los cursos que ofrece HABE, tenemos delante de nuestras narices la problemática, y dicha problemática no es otra que la motivación de las alumnas y los alumnos que llenan los centros de enseñanza de euskera. El problema son los textos de rellenar huecos. El problema son los textos con respuestas de a, b, y c. La tiza es el problema. Los ejercicios analíticos son el problema.
Tenemos que analizar la pluralidad de nuestras aulas, ya que el perfil del alumno y la alumna de hoy en día es muy diferente si lo comparamos con el existente en la época de la enseñanza del euskera de la transición. De hecho, este tipo de “calidad” habla de clientes. Una servidora habla más de alumnos y alumnas, pues al fin y al cabo, estamos hablando de Personas. Con mayúcula. En ese sentido, es de sobra conocido por el cuerpo docente de los euskaltegis que las especificidades, las dificultades/facilidades, el origen, el objetivo y demás características de 12 alumnas y alumnos que tenemos en las clases no son las mismas. No existe ese “cliente” neutro, despersonalizado. Hay un montón de alumnas y alumnos. El euskera no es inglés, ¡por favor! Si no motivamos al alumno para que sienta el euskera no habremos conseguido nada. Tenemos que pasar de ser una academia de euskera (“los euskaltegis, ¡los McDonalds del euskera!”), a seguir en nuestro empeño de crear personas euskaldunes. Y eso, señor director, no es culpa de la política de Patxi López. Otras cosas igual sí. Pero en eso no está solo. Si no queremos ser una ETT del euskera, como usted decía, señor Agirregomezkorta, no tenemos por qué serlo. Nuestras alumnas y alumnos conseguirán la titulación de un modo más fácil y si así lo desean, solo en el caso de que cambiemos de raíz el método de enseñanza. Pero en nuestra empresa, parece que la titulación es lo importante. Así, ha sido bastante habitual que un papelito en el que aparecía el porcentaje de los aprobados en los exámenes de HABE nos diera la bienvenida al curso que íbamos a empezar. “Consigue los más títulos posibles. El año pasado lo has hecho bien/mal. A que si te lo propones, ¿este año consigues más? De no conseguirlo, no serás el profesor perfecto. Y nosotros buscamos eso precisamente: El profesor perfecto.
La Asamblea de Trabajadores le ha hecho llegar a la empresa diversas propuestas, para que no se llevaran a cabo los despidos. Al fin y al cabo, la “exagerada y ambiciosa” propuesta que se ha hecho en otros euskaltegis. He aquí la fórmula mágica: repartirnos el trabajo y bajarnos el sueldo entre las trabajadoras, de acuerdo con las herramientas que la legislación contempla para ello. Le pedimos humanidad a Patxi. A Agirregomezkorta. La misma que éste le pide a Patxi también, a López. Pero la respuesta es “no, lo sentimos”. El euskaltegi que sigue en busca del profesor perfecto se ha ajustado el disfraz de Sergio Leone y ya ha decidido quiénes son The Good, The Bad & The Ugly. Tampoco importa mucho a quién dejemos en el camino en pleno 2012, año de crisis. Incluso aunque que éste sea un padre de familia de 55 años. El euskaltegi referente de Bilbao continúa con su busqueda del profesor perfecto. Cueste lo que cueste. Cueste a quien le cueste.
Fuente: Borja Goñi-Profesor de euskaltegi y delegado de CGT