1) Al menos en la Europa de la última década algunos movimientos sociales –tal como ocurre con el movimiento 15-M- han reactivado de forma más visible un cierto espíritu libertario. ¿Qué factores inciden en este retorno del anarquismo? De forma inversa: ¿por qué ese espíritu libertario no cuenta con apoyos sociales más amplios?

La
situación política y económica actual es propicia para que se produzca
la aparición de fenómenos de aspecto o movimiento social, como ya fueron
los de signo antiglobalizador de los primeros años del siglo XXI, el
movimiento Okupa y otros de signo más o menos libertario que han
fomentado o fomentan aspectos como la solidaridad o el soporte mutuo. En
este aspecto hay que añadir al movimiento 15-M, que ha puesto en su
haber la práctica libertaria asamblearia.

La
situación política y económica actual es propicia para que se produzca
la aparición de fenómenos de aspecto o movimiento social, como ya fueron
los de signo antiglobalizador de los primeros años del siglo XXI, el
movimiento Okupa y otros de signo más o menos libertario que han
fomentado o fomentan aspectos como la solidaridad o el soporte mutuo. En
este aspecto hay que añadir al movimiento 15-M, que ha puesto en su
haber la práctica libertaria asamblearia. Que el anarquismo no haya
desaparecido del planeta tierra es todo un fenómeno sociológico; a pesar
de todo, el anarquismo, aunque sea en pequeñas dosis, continúa presente
en el nuevo siglo. La falta de un apoyo social se debe sobre todo a la
fuerza motriz del Estado y de sus soportes para combatirlo directamente
de maneras muy sutiles basadas en calumniarlo o ignorarlo, incluso
tergiversando los hechos históricos o la memoria colectiva. Por otra
parte, la falta de una organización potente, dígase sindicatos o una
coordinadora de movimientos sociales y libertarios, constituye el gran
hándicap para encontrar apoyos sociales más amplios.

2)
Admitamos que no hay garantías para la promesa de otro mundo posible.
En esas condiciones de incertidumbre, ¿cómo movilizar a diferentes
sujetos colectivos en la construcción de un porvenir deseado?

Las
dificultades para crear un gran movimiento son muchas, pero la historia
enseña que cuando las voluntades diversas quieren luchar para cambiar
algo han de unirse, la fragmentación solo sirve para dar continuidad al
sistema que se pretende derribar. Otro mundo es posible pero hay que
construirlo desde el presente, creo que la movilización ha de pasar por
tender puentes de diálogo entre las distintas maneras de pensar o de
obrar con el fin de conseguir la construcción de un movimiento lo más
amplio posible.

3)
La frontera entre marxismo heterodoxo y anarquismo no siempre resulta
nítida, aunque sus diferencias con respecto al estado son conocidas. En
este punto, ¿qué puede aportar ese discurso marxista al movimiento
libertario?

Las
diferencias que existen entre el marxismo heterodoxo y el anarquismo,
que son muchas, pueden limarse en la unión por la base, a través de la
acción y la autogestión, por aquí se podría avanzar y ésta quizá es la
aportación más clara que puede presentar el movimiento libertario. Es
decir: un planteamiento de libertad y descentralización por encima de la
autoridad y el centralismo.

4)
¿De qué forma podría concebirse la transición desde los actuales
estados-nación a una sociedad sin estado, dando por sentado que los
grupos hegemónicos ya despliegan todos los medios disponibles –sin
excluir la violencia- para retener su régimen de privilegios? ¿Cómo se
regularían los conflictos tanto en la vida pública como privada en esa
sociedad autogobernada?

Romper
la hegemonía de los Estados-Nación con sus poderes fácticos (nacionales
e internacionales) es realmente una proeza de titanes, pero imperios
igual de grandes han caído… En todo caso si existiese una transición
hacia otra sociedad diferente de la actual se habría de tener en cuenta
los valores libertarios, creándose colectividades de individuos libres.
Las comunidades libres se tendrían que organizar bajo los preceptos de
federalismo, apoyo mutuo, solidaridad y, entre otras cosas, autogestión.
La regularización de los conflictos habrían de decidirlo las
comunidades en su respectivo momento.

5)
Uno de los reproches más repetidos con respecto a la izquierda es su
dificultad de construir frentes de lucha en común. ¿Qué
responsabilidades históricas tiene el anarquismo en la fragmentación de
esos movimientos que buscan activamente una transformación social
radical?

Todos
los movimientos de izquierdas tanto marxistas como libertarios son
responsables de sus victorias y de sus fracasos, que, en realidad, han
sido también las victorias y los fracasos de la sociedad en pos de su
emancipación. Para recuperar un movimiento unido o frente de lucha común
quizá tendríamos que volver a los rasgos comunes de la Primera Internacional, anterior a la separación de Marx y de Bakunin.

6)
¿Por qué deberíamos renunciar a abrir un frente de lucha también
(aunque no solamente) en las instituciones del estado, considerando que
sus políticas nos afectan de forma directa? ¿Qué posibilidades reales
hay de articular «representación parlamentaria» y «democracia directa»?

Las
posibilidades de que un movimiento revolucionario de izquierdas o de
signo libertario participen en los organismos del Estado no son sinónimo
de garantía emancipadora, todo al contrario, creo que –como la historia
demuestra- participar en la política burguesa significa quedar
integrado en el sistema que se quiere destruir. Pero tampoco hay que
olvidar que el anarquismo ibérico ya ha participado en el poder a todos
sus niveles, en otras circunstancias claro, pero el fruto real
conseguido fue contrario al anhelo revolucionario perseguido. También
hemos visto como los partidos llamados de izquierdas (PCE-PSOE) cuando
han llegado al poder no han hecho otra cosa que cejar en su ideología y
dedicarse a apuntalar el Estado burgués.

7)
Una lectura habitual de la célebre expresión “pasar del gobierno de los
hombres a la administración de las cosas” es que ese pasaje equivale a
una clausura de lo político, esto es, a una sociedad reconciliada, libre
de antagonismos. En caso que resulte válida esa lectura, ¿hasta qué
punto no se reintroduce un principio teológico en la historia humana,
esto es, una dimensión mesiánica en la que el Otro es plenamente
integrado a la comunidad?

Los
planteamientos libertarios no son ajenos a la crítica, ni tampoco
pueden librarse de contrasentidos porque son realizados por seres
humanos. Nadie tiene la verdad absoluta, por tanto nadie puede
monopolizarla para imponerla. Suponer que un mundo libre de poderes
fácticos el ser humano sea capaz de constituir un gobierno que no
gobierne sobre los hombres y mujeres, sino solamente se dedique a
administrar las cosas sería el máximo exponente de anarquía. Pero de
aquí a creer que esta célebre expresión tiene que ver con la fe o con
aspectos mesiánicos me resulta difícil de responder. Considero que el
anarquismo no es un dogma, sino un conglomerado de ideas y de conceptos
que resultan más filosóficos que prácticos, por tanto en una hipotética
sociedad libertaria, serían los individuos de las distintas
colectividades o comunidades los que desarrollarían la política
correspondiente para el bien común de la sociedad.

8)
En algunas variantes ácratas, de modo similar a lo que ocurre en el
liberalismo, la noción de «poder», circunscripta al estado, es concebida
en términos negativos y represivos. Ahora bien, ¿qué implica desistir
de toda forma de poder? ¿Qué puede hacer el antipoder ante poderes
imperiales globales, despreocupados de la injusticia cotidiana y de la
violencia que ejercen sobre millones de seres humanos?

El
anarquismo es mucho más una ética de comportamiento, que no un
compendio de instrucciones de organización social. Por tanto la ética o
la moral anarquista, definida perfectamente por Kropotkin, considera
toda clase de poder una obstrucción al libre albedrío de los seres
humanos. La lucha contra el poder ha sido uno de los grandes objetivos  de
los movimientos libertarios, así como la lucha contra la injusticia con
el fin de concienciar a los individuos para avanzar hacia la emancipación. Por lo menos eso fue lo que se hizo en España mientras hubo un movimiento libertario popular encauzado sobre todo en la CNT.

9)
La abolición de todo principio de jerarquía a menudo choca contra el
reclamo de autoridad por parte de una subjetividad que con Guattari
podemos denominar «capitalística». ¿Cuáles serían los espacios
estratégicos fundamentales para cambiar esa subjetividad dominante y qué
papel deberían jugar los intelectuales en este proceso de cambio?

Sabemos
de las grandes dificultades que existen hoy en día para luchar contra
las jerarquías autoritarias que dominan el mundo, y también del papel
irrelevante que juegan los intelectuales en este proceso de cambio. Unos
porque están a lado del poder que los alimenta, otros porque son
silenciados directamente por la jerarquía autoritaria que domina el
mundo. A pesar de ello los intelectuales de izquierdas, comprometidos o
libertarios deben de buscar las vías propias para intentar llevar su
mensaje no solamente a los “fieles”, si no saltar todas las barreras
posibles, a través de todos los medios, para llevar su mensaje al resto
de la sociedad.

10)
La actual arremetida del capitalismo mundializado, facilitada por la
institucionalización del estado de excepción, parece estar
conduciéndonos a un punto de no retorno en el que el desastre ecológico y
social es una posibilidad cierta, nada remota. ¿Cómo reinventar las
luchas libertarias en el siglo XXI, considerando esta dinámica
económico-política que nos enfrenta a una situación inédita en nuestra
historia?

La
fuerza del capitalismo globalizado actual con su ideología neoliberal y
con su capitalismo salvaje, sólo puede ser contestada desde la unidad
de acción de todos los movimientos que creen en un cambio radical y
profundo del mundo. Díganse estos movimientos marxistas heterodoxos,
libertarios, anarcosindicalistas, 15-M, etc. Precisamente las
ocupaciones de plazas y el funcionamiento de las asambleas de barrio han
venido a demostrar la viveza del anarquismo (aunque el adjetivo no se
nombre) en sus valores fundamentales: Acción directa, solidaridad,
federalismo, apoyo mutuo, autogestión y democracia directa. Todos éstos
conceptos, en mayor o menor medida, se han aplicado (o aún se aplican)
en la mayoría de las relaciones asamblearias del 15-M. Por tanto las
luchas libertarias, por encima incluso, de organizaciones continúa viva
en medio de la sociedad.

Barcelona, enero de 2012. Por Arturo Borra, en Archipiélago en resistencia


Fuente: Arturo Borra