“Cuando se miente, se debe mentir a lo grande y ser fiel a esa mentira”, escribió Joseph Goebbels, el ministro de propaganda del Reich alemán en 1941. El ex Vicepresidente Dick Cheney parece haber tomado el famoso consejo nazi en su nuevo libro: “En mi tiempo”. Cheney continúa siendo fiel a sus convicciones en temas que van desde la invasión a Irak hasta el uso de la tortura. Durante una entrevista en el programa Dateline de NBC News, dijo en referencia a las revelaciones del libro: “Harán rodar muchas cabezas en Washington”. Las memorias de Cheney siguen a las de su colega y amigo Donald Rumsfeld. Mientras ambos promueven su propia versión de la historia, hay gente que los desafía y enfrenta.
de una tristemente célebre respuesta que dio durante una conferencia d
de una tristemente célebre respuesta que dio durante una conferencia de
prensa en el Pentágono cuando era ministro de Defensa. El 12 de febrero
de 2002, cuando intentaba explicar la falta de evidencias que vincularan
a Irak con armas de destrucción masiva, Rumsfeld dijo:
“Hay conocidos
que conocemos, hay cosas que sabemos que sabemos. También sabemos que
hay conocidos a los que desconocemos, lo que quiere decir que sabemos
que hay algunas cosas que no sabemos. Pero también hay cosas
desconocidas que desconocemos, aquello que no sabemos que no sabemos.”
La enigmática declaración de Rumsfeld se hizo famosa y emblemática de
su desdén por los periodistas. Es considerada como un símbolo de las
mentiras y manipulaciones que llevaron a Estados Unidos a la desastrosa
invasión y ocupación de Irak.
Una persona que se convenció gracias a la retórica de Rumsfeld fue Jared August Hagemann.
Hagemann se enlistó en el ejército para servir a su país, para hacer
frente a las amenazas que repetidamente mencionaba el Ministro de
Defensa Rumsfeld. Cuando el soldado de comando del ejército de Estados
Unidos recibió la citación para su más reciente despliegue (su esposa no
recuerda si era el séptimo o el octavo), la presión fue demasiada. El
28 de junio de 2011, Jared Hagemann, de veinticinco años de edad, se
disparó a sí mismo en la Base Conjunta Lewis-McChord, cerca de Seattle.
El Pentágono indica que Hagemann murió a causa de una herida de bala
“auto infligida”, pero aún así no lo llamó suicidio.
Jared había amenazado con suicidarse varias veces antes. No era el
único. Según se informó, cinco soldados cometieron suicidio en Fort
Lewis en julio. Se estima que más de trescientos mil soldados que
volvieron de la guerra padecen trastornos de estrés post traumático o
depresión.
La viuda de Hagemann, Ashley Joppa-Hagemann, se enteró de que
Rumsfeld firmaría ejemplares de su libro en la base. El viernes 26 de
agosto, Ashley entregó a Rumsfeld una copia del programa de los
servicios fúnebres en memoria de su fallecido esposo. Ella me contó: “Le
dije que quería que viera a mi esposo, y así conocería, así podría
poner rostro a al menos uno de los soldados que han perdido sus vidas
debido a sus mentiras en relación al 11/S.”
Le pregunté acerca de la respuesta de Rumsfeld: “Todo lo que recuerdo
es a él diciendo ‘Ah sí, oí algo de eso.’ Y luego, todo lo que recuerdo
es haber sido acosada por personal de seguridad, empujada hacia afuera y
advertida de no regresar.” Desafortunadamente es el Sargento del Estado
Mayor Hagemann el que nunca va a regresar a su esposa y a sus dos
pequeños hijos.
En su entrevista para la NBC, Cheney afirmó
haber desempeñado un rol en la renuncia del entonces Secretario de
Estado Colin Powell. Consulté al respecto al ex jefe de despacho de
Powell, el Coronel Lawrence Wilkerson, quien respondió: “Por los
extractos que leí, vale decir que no he leído el libro completo, lo más
penetrante que dice el vicepresidente en su libro es que tuvo algo que
ver con el alejamiento de Colin Powell de su cargo en enero de 2005. Eso
es un disparate total.” Más importante, sin embargo, resulta el
decidido llamado de Wilkerson exhortando a que los involucrados en
llevar al país a la guerra en Irak sean responsabilizados por sus actos,
lo que implicaría castigo para él mismo. Un pilar central de la
invasión a Irak fue el discurso de Powell del 5 de febrero de 2003 ante
Naciones Unidas, en el que se expuso el caso de las armas de destrucción
masiva. Wilkerson asume plena responsabilidad por la coordinación del
discurso de Powell: “Desafortunadamente, y lo he reconocido muchas veces
públicamente y en privado, fui la persona que preparó la presentación
de Colin Powell ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas el 5 de
febrero de 2003. Probablemente fue el mayor error de mi vida. Lo lamento
hasta el día de hoy. Lamento no haber renunciado en ese momento.”
Pregunté al Coronel Wilkerson qué piensa de grupos como el Centro por
los Derechos Constitucionales y el abogado y bloguero Glenn Greenwald
que han pedido el juicio penal de Cheney, Rumsfeld y otros funcionarios
del gobierno de Bush. Me respondió:
“Estaría dispuesto a testificar, y
estaría dispuesto a enfrentar cualquier castigo que merezca.”
El Coronel Wilkerson dijo sobre el libro de Cheney: “Es un libro
escrito sin miedo. Sin miedo de que un día alguien haga de Dick Cheney
un ‘Pinochet’”. El Coronel Wilkerson se refiere al caso del dictador
chileno Augusto Pinochet, que fue arrestado en Inglaterra y detenido
durante un año antes de ser liberado. Un juez español quería que lo
extraditaran para juzgarlo por crímenes contra la humanidad.
A pocos días del décimo aniversario del 11 de Septiembre y mientras
aumentan las víctimas en todos los bandos, los libros de Rumsfeld y
Cheney nos recuerdan una vez más cuál es la primera víctima de la
guerra: la verdad.
Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2011 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Fernanda Gerpe. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español. Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Fuente: Amy Goodman