Los Comités de Defensa de la CNT en Barcelona (1933-1938).
De los cuadros de defensa a los Comités revolucionarios de barriada, las Patrullas de control y las Milicias Populares.
por Agustín Guillamón.
Aldarull edicions. - http://www.aldarull.org/
«La derrota del Ejército fascista por el pueblo de Barcelona, el 19 de Julio de 1936, es uno de los mitos más arraigados de la historia de la Revolución social española. La «espontaneidad» de la respuesta obrera y popular al levantamiento militar fue catalizada y coordinada por los Comités de Defensa de la CNT. Esos comités fueron los núcleos del ejército de milicias, que delimitaron el Frente de Aragón en los días siguientes.
«La derrota del Ejército fascista por el pueblo de Barcelona, el 19 de Julio de 1936, es uno de los mitos más arraigados de la historia de la Revolución social española. La «espontaneidad» de la respuesta obrera y popular al levantamiento militar fue catalizada y coordinada por los Comités de Defensa de la CNT. Esos comités fueron los núcleos del ejército de milicias, que delimitaron el Frente de Aragón en los días siguientes. También pusieron las bases de los numerosos comités revolucionarios de barriada, que controlarían Barcelona hasta la reinstauración del poder burgués de la Generalitat, con el apoyo imprescindible de los comités superiores de la CNT y de la FAI. La insurrección “espontánea” de mayo de 1937 contra la contrarrevolución, dirigida por el estalinismo, tampoco puede explicarse sin los Comités de Defensa de los barrios de Barcelona.
Este libro pone de manifiesto la existencia de diversas formas de entender la CNT y la esencia misma de la Revolución libertaria en el seno del movimiento anarcosindicalista de la época. Estas diferencias, a lo largo del periodo republicano, y durante la Guerra Civil, produjeron numerosos choques entre los defensores intransigentes de la revolución desde los comités de base y los que entendían la CNT-FAI como un partido más del campo antifascista, siempre con la excusa de la gravedad del momento. Finalmente, tanto unos como otros, fueron derrotados políticamente a lo largo de la guerra. Se deja entrever la forma que podría haber adoptado la sociedad libertaria, en una Barcelona cohesionada y vertebrada a través de los comités de barriada, protegidos por los Comités de Defensa.
Las revoluciones sociales, esas tentativas de reorganización de la producción y de la sociedad sobre nuevas bases, son extremadamente raras en la historia. Más allá de las circunstancias particulares en que surgieron, nos aportan siempre una experiencia insustituible, tanto en sus éxitos como, sobre todo, en sus fracasos. La gran enseñanza de la revolución de 1936 fue la necesidad ineludible de la destrucción del Estado.»