El negro del anarquismo y el rojo del movimiento obrero fueron los colores que se unieron para simbolizar en una bandera el anarcosindicalismo. El 1 de noviembre de 1910 nace en Barcelona la Confederación Nacional del Trabajo : un siglo de historia en defensa de la clase obrera.
( http://www.noticiasdenavarra.com/2010/10/31/economia/anarcosindicalismo-1910-2010-un-siglo-de-lucha )
Pocos años antes de la proclamación de la Segunda República en 1931, el lakun- tzarra Lázaro Alegría con apenas 30 años regresó de Argentina -país donde el anarquismo tenía gran peso-. Tras vivir allá cerca de un lustro, este carpintero volvió como «un revolucionario fervoroso a la Sakana, a un medio social muy conservador y extremadamente religioso», cuenta su sobrino-nieto, Rafael Etxeberria.
Lázaro Alegría simpatizó con la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), fundada en Barcelona el 1 de noviembre de 1910 -mañana se cumplirá un siglo-, que proclamaba que la emancipación de los trabajadores dependía de ellos mismos. Contradictoriamente el individualismo del anarquismo se mezclaba con el carácter de la clase social del sindicalismo, aspectos que se corregían con el equilibrio de fuerzas para defender el anarcosindicalismo.
Lázaro, «de vida sencilla, soltero y baserritarra de casa Laxkarrin», defendió el negro -del anarquismo- y el rojo -del movimiento obrero- desde su pueblo. Allí formó su propio grupo de amigos, que tenía sus mismas inquietudes ; se relacionó con ferroviarios de Alsasua, donde los cenetistas tenían fuerza ; y contactó con anarquistas de Barcelona y Zaragoza -dos ciudades con grupos anarcosindicalistas muy fuertes-. En Navarra, los primeros anarquistas se detectan en el medio rural más que en el urbano debido al escaso desarrollo industrial de la comunidad en las primeras décadas del siglo XX y por el predominio de los partidos liberales y carlista en la política.
«Mi tío-abuelo hizo activismo social y viajaba con frecuencia a Zaragoza. Era un humanista y ayudaba a todo el mundo», remarca. Pero, la vida de Lázaro quedó sesgada a los 38 años al ser fusilado por requetés el 28 de julio de 1936, junto a otros ocho combatientes. Apenas habían pasado diez días desde el Alzamiento.
Rafael cuenta la historia del hermano de su abuela en la sede de la Confederación General del Trabajo (CGT), en la calle Comedias de Pamplona. Relato que escuchan 14 afiliados de este sindicato -que surge en 1989 tras divisiones internas en el seno de la CNT, mantiene el ideario pero no las formas de lograrlo-. Atenta al testimonio, Amparo Cervera le interrumpe para hacerle una pregunta : «¿Todos los fusilados eran de Lakuntza ?». A lo que él le responde : «No, sólo era mi tío, el resto pertenecían a pueblos de la Barranca. No pudieron reaccionar aunque estaban preparados con armas para el Alzamiento, porque percibían que el estallido de la guerra era inevitable. Sin embargo, los requetés llegaron pronto a la Barranca y fueron fusilados en Atondo -entre Irurtzun y Ororbia-«.
En este punto, Patxi Sanz (delegado de CGT en Volkswagen Navarra desde hace más de 20 años) le pregunta de nuevo a Rafael : «¿El fusilamiento fue en algún desfiladero ?». Rafael, a la vez que niega con la cabeza, añade : «Querían tirar los cuerpos al río, pero un cura de allí no lo permitió y se enterraron en el cementerio. Mi familia vivió la época del franquismo con terror ; y ya en la Transición, en 1979, solicité la exhumación de mi tío y de sus otros compañeros». Rafael está seguro de que si su tío-abuelo viviera, «seguiría luchando por sus ideales libertarios. Estaría en desacuerdo con este modelo capitalista, con el individualismo y el egoísmo, donde los bancos hipotecan y ahogan a las personas, entre otras realidades».
Del ayer al hoy. Los ideales se mantienen
Rafael concluye su relato familiar en compañía de estos miembros de la CGT, con los que simpatiza aunque no esté afiliado. Este encuentro lo mantuvieron el pasado miércoles en la sede del sindicato. El mismo día en que la CGT se juntó en asamblea en su sala de reuniones, presidida por un cartel en el que desde el rojo y negro de sus siglas se lee : Confederación General del Trabajo. En la misma pared, cuelgan folios que informan de diferentes actos. Uno de ellos hace referencia al centenario del anarcosindicalismo. «El concepto clave de este tipo de sindicalismo es la acción directa, la participación de cada afiliado en la toma de decisiones y en su aplicación», define el secretario general de la CGT en Navarra, Manuel Velasco -quien inició su vida sindical en 1980 en la CNT-. Su compañero Chema Berro, de 61 años que también inició su actividad sindical hace más de tres décadas, observa que «el capitalismo se está apoderando y creando desigualdades terribles», y quiere que «la CGT sea un instrumento de transformación para frenar el brutal retroceso social». Amparo Cervera -que se afilió por ideología en la CNT hace ya unos 30 años- resalta que «funcionan por asamblea, donde se defiende el apoyo mutuo, y hay que trabajar para concienciar de la situación actual a la sociedad y ser solidarios». Patxi Sanz (delegado de CGT en VW Navarra) remarca «el apoyo mutuo, uno de los valores que tiene este sindicato en exclusiva».
Tarea pendiente. «Un sindicalismo vivo»
En este centenario, Manuel Velasco hace una reflexión y reconoce que «ahora resulta muy complicado que una huelga general paralice un país. Hay que buscar sin pararse a pensar nuevas formas de lucha, porque el tiempo pasa y la historia sigue». Chema Berro coincide en estas palabras :
«Debemos cambiar mucho el sindicalismo para que sirva, ya que de momento no es efectivo. Quiero una organización viva, que se cuestione así misma, y que ponga todo el esfuerzo en la acción. Debemos buscar otras fórmulas de actuación porque sino estamos condenados : recuperar la desobediencia civil, la insumisión, la autogestión, en definitiva, hacer todo lo que podamos para lograr nuestro fin».
FOTOS : Reportaje en Diario de Noticias de Navarra